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Audrey Parker, la mujer que ha puesto la eutanasia en el centro del debate en Canadá

Audrey Parker en un vídeo que publicó en Facebook antes de morir.

Leyland Cecco

Toronto —

Audrey Parker estuvo organizando durante semanas lo que ella llamaba su “hermosa muerte”. Planificó minuciosamente todos los detalles de sus últimos días e incluso escribió su obituario.

Parker, que trabajaba como maquilladora para la televisión, sufría intensos dolores por la metástasis del cáncer de pecho que padecía y le afectó a los huesos y al cerebro. Su intención era poner fin a su vida antes de que el dolor fuera insoportable.

Sin embargo, la ley de muerte asistida de Canadá establece que la persona tiene que estar lúcida en el momento previo a la muerte. Ante el temor de que los efectos del cáncer junto con la medicación pudieran quitarle esta lucidez, Parker se vio obligada a poner fin a su vida meses antes de lo que ella hubiera querido.

Audrey Parker falleció en su casa de Halifax el 1 de noviembre, asistida por una enfermera y rodeada de familiares y amigos. Tenía 57 años. Parker perdió la batalla por tener una mayor autonomía y poder decidir el momento de su muerte asistida. Su caso ha reavivado el debate en torno a la legislación canadiense de muerte asistida que, según los críticos, obliga a las personas con enfermedades terminales a elegir entre dos opciones no deseadas: una muerte prematura o una muerte dolorosa.

Parker no ha sido la primera persona que planifica el fin de sus días a partir de la ley de muerte asistida de Canadá. Más de 3.700 personas han optado por la euranasia desde que el Tribunal Supremo del país la autorizó en 2015. Sin embargo, Parker sí se ha convertido en una de las voces más destacadas que han abogado por modificar la legislación.

“El mundo se ha quedado sin una persona que tenía mucha energía y que estaba llamada a hacer grandes cosas”, señala Kim King, una amiga íntima de Parker que la acompañó en sus últimos momentos. “Al final, las ha hecho”, indica.

La ley de muerte asistida de Canadá de 2016 permite que cualquier persona mayor de 18 años con una “condición médica grave e irremediable” pueda solicitar la muerte asistida por un médico. La ley exige que está persona sea evaluada por dos médicos y supere una entrevista.

Parker pasó este trámite y las autoridades autorizaron su muerte. Sin embargo, una disposición clave de esta ley establece que la persona tiene que estar en pleno uso de sus facultades mentales en el momento de poner fin a su vida. Esto cambió sus planes.

“Cuando nos percatamos de las implicaciones que tenía el requisito final de consentimiento consciente fue un momento muy angustioso”, explica King. “Fue muy valiente y se enfrentó a su muerte”.

Para los profesionales de la salud y los expertos en bioética, la lucha de Parker refleja el debate sobre la mejor manera de ayudar a los pacientes que se encuentran en la última fase de su vida.

“Muchos de nosotros sabíamos, cuando se aprobó la legislación, que este sería uno de los próximos campos de batalla”, afirma Chris Kaposy, un experto en bioética de la Universidad Memorial. Explica que aunque esta disposición legal ha dado lugar a encrucijadas como la de Parker, su objetivo es proteger a personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad.

Los especialistas en ética clínica a menudo se encuentran con casos de pacientes que padecen una demencia y que habían solicitado la muerte asistida por un médico, pero que más tarde han olvidado este deseo y son felices.

“Es necesario seguir una pauta que nos permita respetar la voluntad de una persona que está sufriendo y al mismo tiempo evitar situaciones en las que se obligue a terminar con la vida de personas que son felices”, señala.

Solo tres países permiten que las personas planifiquen su muerte con anterioridad y no tengan que volver a confirmar este deseo justo antes de morir: Holanda, Luxemburgo y Bélgica. King puntualiza que “[Parker] no sufría demencia, no era vulnerable. Y sabía perfectamente lo que quería”.

Jeff Blackmer, vicepresidente de la Asociación Médica Canadiense, explica que el caso de Parker ha generado un nuevo debate en Canadá sobre cómo debe planificarse la muerte asistida: “Con independencia de que estés a favor o en contra de la muerte asistida, este caso ha fomentado que se hable abiertamente de la muerte y cómo morir y de las decisiones que tomamos al final de nuestros días”.

Un grupo de expertos está estudiando la legislación vigente y publicará un informe completo con las conclusiones en diciembre. Sin embargo, no hará ninguna recomendación y el Gobierno no estará obligado a modificar la ley.

Al día siguiente de la muerte de Parker, la ministra de Justicia, Jody Wilson-Raybould, no hizo referencia a ningún plan para modificar la ley. En declaraciones ante los medios afirmó que el Gobierno confía en la ley vigente y no está sopesando la posibilidad de cambiarla.

Aunque King y a otros amigos de Parker se han sentido decepcionados con esta reacción, creen que se debe seguir abogando por una reforma legal y proseguir la batalla que Parker libró hasta el final.

“En ningún momento se rindió, luchó hasta el final”, recuerda King. “Fue hermoso”.

Traducido por Emma Reverter

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