“El apropiacionismo no es más que ese derecho que todos parecemos haber adquirido a indignarnos por todo”
Ginés Sánchez (Murcia, 1967) no tiene miedo de internarse en los márgenes de la sociedad con historias escritas con un estilo de orfebre. Su último libro es `Mujeres en la oscuridad´, publicado por Tusquets. Por primera vez en su literatura hay tres protagonistas mujeres -Julia, Tiff y Miranda- que se embarcan en un viaje a Ámsterdam, en el que tratan de escapar de la soledad y la violencia.
Sánchez ganó el Premio Tusquets Editores de Novela por `Los gatos pardos´y ha publicado en esa editorial desde su debut `Lobisón´hasta `Dos mil noventa y seis´y `Entre los vivos´. Esta última novela es la más ambiciosa construida con flashbacks y el viaje presente.
Las tres protagonistas de la novela son mujeres que tratan de sobreponerse a la soledad y algunas injusticias. Mientras tanto, casi todos los personajes secundarios masculinos resultan ser bastante malignos. ¿Se trata de un ajuste de cuentas con tu propio género?
En cierto sentido, sí. Digamos que la idea que subyace en la novela es que el mundo lleva miles de años en manos de los hombres y que el mundo está hecho un desastre. Que los poderosos, los que deberían andar cuidando del todo, no están, en general, más que cuidando de sus propios bolsillos y de sus propios culos. Es lo que yo llamo la teoría del “puente de mando y el timón sujeto a un botijo mientras dos tipos cuentan billetes”.
¿Temías que en esta época marcada por el cuestionamiento del apropiacionismo cultural se te dijera que cómo armabas una novela protagonizada por tres mujeres? ¿Peligra la libertad del creador con cuestiones como ésta?
El apropiacionismo me aburre bastante, la verdad. Porque, ¿dónde está el límite? Yo soy varón, de unos cincuenta, blanco y heterosexual. Sentada esa base no podría hacer novelas en las que los protagonistas fueran ni mujeres, ni negros o chinos o gitanos o indios, ni homosexuales ni adolescentes. O sea, solo podría escribir sobre mí. Pues vaya aburrimiento.
El apropiacionismo, en el fondo, no es más que ese derecho que todos parecemos haber adquirido -y que tan bien amplifican las redes- a indignarnos por todo. ¿Peligra la libertad del creador? La mía, no. La de los demás, no lo sé. Yo ejerzo mi libertad de crear. Y los demás podrán ejercer su libertad de no leerme.
Julia, Tiff y Miranda son tres personajes, además, marcados por una sexualidad no especialmente convencional: una catedrática que paga por tener sexo con jóvenes, una chica joven bisexual y poliamorosa y una prostituta latinoamericana. ¿Consideras que los hombres y las mujeres experimentan el sexo por igual?
Esa pregunta es imposible de responder. Porque nunca he sido mujer. Así que al respecto de esa perspectiva solo cuento con testimonios que uno nunca sabe hasta qué punto están mediatizados. El problema, creo yo, no es la experiencia del sexo, sino lo que va antes y todo lo que lo rodea. Porque la mujer crece y vive bajo amenaza. Amenaza de humillación. Amenaza de muerte. En ese sentido sí que es muy diferente la experiencia del hombre de la de la mujer. Y tiene que ver con el sexo, pero también con todo lo demás.
Tu mirada hacia Miranda, la prostituta, refleja la situación de una mujer víctima de la pobreza, pero también empoderada por su belleza y personalidad. Ahora mismo hay un debate muy enconado en el femenismo entre el abolicionismo y el regulacionismo. ¿Cómo ves esta cuestión?
Yo soy regulacionista, desde luego. No creo que las prohibiciones, en general, resuelvan ningún problema. La cuestión aquí es la función del estado. Y es, según yo, que si una mujer (o un hombre) ha decidido libremente dedicarse a eso tiene derecho a hacerlo porque es su cuerpo y ahí cada cual es soberano (cómo lo es de inyectarse veinte gramos de heroína o de tirarse por un balcón). Y no solo eso, tiene derecho a tener derechos. Y el estado está para eso y no para imponer fobias, filias y cuestiones morales.
¿Fomenta la trata? Tal vez. Pero para que haya ingeniería fiscal y lavado de dinero y blanqueo de capitales hacen falta asesores fiscales listos y abogados muy competentes. Y nadie, que yo sepa, ha dicho de prohibir los abogados ni los asesores. Si hay trata el estado tiene que luchar contra ella. Para eso tiene la función de policía.
Tu estilo de una novela a otra es muy camaleónico: ¿se trata un ejercicio de voluntad calculada o bien se te ocurren las historias y cada una de ellas te pide un estilo diferente?
Bueno, cada historia tiene una voz distinta. En realidad no es que la tenga, es que la pide. Digamos que la mayor parte de mi trabajo como escritor es ser capaz de encontrar la voz que la novela está pidiendo. Es a partir de ahí cuando realmente la cosa empieza a fluir. Y ojalá pudiera calcular eso.
Haces una apuesta muy fuerte por el estilo que resulta al mismo tiempo poético, oral y muy detallado. ¿Crees que esa inmersión hiperrealista de los personajes puede hacer perder la dimensión de la trama?
Espero que no, sinceramente. En esta novela en concreto lo que sucede es que la trama anda como difuminada por detrás de los personajes, algo así como un telón de fondo que asiste a la vida de las protagonistas. En este caso sí que se podría decir que los personajes son más importantes que la trama. Pero esto es algo que fue buscado exprofeso.
En la propia faja del libro se compara la novela con `Amores perros´y `Thelma y Louise´. Por otro lado, resulta muy fácil visualizar `Mujeres en la oscuridad´ como si se tratara de un filme. ¿Cuáles son sus películas favoritas? ¿Las usa como inspiración para tus obras?
Vivimos en la época que vivimos, muy visual. Y, si te fijas, mi manera de escribir y de describir es muy evocadora. Para mí las películas más que de inspiración, que siempre cualquier historia puede influirte, aunque yo me baso más en la vida cotidiana, me sirven de banco de imágenes y de impresiones. Como un lugar al que de pronto puedes acudir en busca de. ¿Y favoritas?, no lo sé. Me da la impresión de que cada vez que me preguntan esto digo una cosa distinta. Así que hoy voy a decir que soy muy fan de los Coen. Y que acabo de ver la última de Cuarón y que es impresionante.
Ejerciste la abogacía durante una década para luego dedicarte a viajar por Europa y América Latina y realizaste trabajos de lo más variopintos. ¿Por qué abandonaste el ejercicio de esa profesión?
Por pura falta de perspectiva vital. Digamos que me pregunté: “¿Tú quieres estar dentro de veinte años haciendo esto?”. La respuesta fue tan obvia que no tuve más remedio.
¿Tienes miedo a la muerte?
No sabría decírtelo. Tengo miedo a la muerte inesperada. Porque nadie de los que mueren cada día en accidentes se levantó aquella mañana pensando en morir. Lo que sí procuro, al respecto de la muerte, es no olvidarla. Me acuerdo de ella todos los días.