Ahora que Alberto Núñez Feijóo se dispone, parece que por fin, a ascender a los altares de la política nacional, es más que previsible que se reactive la artillería y la munición contra su pasado. Y que reverdezcan aquellas fotos con Marcial Dorado, a mitad de la década de los noventa del siglo pasado, cuando ambos compartieron días de vino y rosas en Canarias, Ibiza, los Picos de Europa y Cascais, en Portugal.
Por aquellas fechas, Feijóo era el segundo en el escalafón de la consellería de Sanidad de la Xunta de Galicia, en calidad de secretario general. Ahí comenzó su carrerón, de la mano de Romay Beccaría, quien llegaría a ser ministro del ramo, dirigiendo el INSALUD y luego, cambiando de tercio, la sociedad estatal de Correos y Telégrafos. Volvió a su Galicia natal, presidió el PP y ganó con mayoría absoluta las autonómicas de 2009. Y así hasta cuatro veces en total, igualando la marca del incombustible patrón Manuel Fraga.
Volviendo a las amistades peligrosas de Feijóo y a aquellas fotos que tantos quebraderos de cabeza le produjeron, lo cierto es que Marcial Dorado sería condenado tiempo después a cumplir varios años de cárcel por delitos de narcotráfico. Cuando en una entrevista televisiva, al hoy aspirante a liderar el PP, le preguntaron por aquella camaradería, tan solo acertó a decir que entonces desconocía el oficio de su acompañante. Dorado, por su parte, sí reconocería la estrecha relación que ambos mantuvieron en el pasado, por lo que es de suponer que alguna vez, entre mariscada y albariño, hablaran sobre qué hacían cuando no estaban de vacaciones.
En marzo de 2013, el diario El País publicó ese material gráfico, una auténtica bomba a la línea de flotación del emergente líder popular; la oposición gallega pidió su cabeza de inmediato, un trofeo que en esa ocasión no pudo obtener. Política y narcotráfico han generado siempre una singular simbiosis en la Galicia contemporánea, tal y como el periodista Nacho Carretero describe minuciosamente en su imprescindible Fariña y años antes hizo Perfecto Conde en su pionera La conexión gallega, una obra publicada en 1991 y en donde ya aparecía el nombre de Marcial Dorado.
Ahora que Alberto Núñez Feijóo se va a convertir en objeto de culto y admiración para los políticos murcianos del PP, conviene resetear todo esto. Más que nada por si, como Pablo Casado y Teodoro García Egea, fuese descabalgado en algún momento de la poltrona y para que algunos estén preparados de cara a girar el rumbo. Al actual presidente de la Comunidad Autónoma y del partido, Fernando López Miras, se le vió en la larga madrugada del jueves charlando con él, en un aparte, fotografiado a través de las cristaleras, en el interior de la sede de Génova,13. Nada más llegar a Madrid, López Miras ya había apostado abiertamente por el gallego, lo que ratificó cuando le aproximaron los micrófonos.
También la alcaldesa de Archena, Patricia Fernández, eterna aspirante a liderar el PP regional, publicó un tuit esta semana elogiando al político de Orense y con foto de ambos incluida. Y, ahí puede estar la tercera en discordia, la exconsejera Adela Martínez-Cachá, apartada por la actual dirección, también hizo lo propio en sus redes sociales cuando saltó la noticia de que Feijóo podría ser el elegido. A ello cabe añadir el extenso artículo que este jueves publicó su padre, Andrés Martínez-Cachá, buen amigo personal de Feijóo, en el diario La Verdad, elogiando la gestión de este cuando dirigía el INSALUD y él era su director territorial en Murcia. El baile puede haber comenzado. Vayan buscando parejas. Como alguien dijo con más razón que un santo, la política siempre será el arte de sacar de una situación determinada el mejor partido posible.
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