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Neonazis rusos y peperos españoles

Ruth Toledano

¿Alguien cree de veras que no hay relación entre la proliferación de jóvenes neonazis en Rusia, que siembran su terror homófobo y transfóbico, y la remesa de jóvenes de Nuevas Generaciones del PP que se hacen fotos con el saludo fascista y con símbolos nazis? O miente o es muy corto de miras, quien niegue esa relación. Porque el brazo en alto significa homofobia y transfobia, y las cruces gamadas, también. Exactamente lo mismo. Si lo hacen pandilleros rusos, lo son. Si lo hacen pandilleros del PP, también.

La única diferencia entre unos y otros es que en la España de Rajoy hay leyes que prohíben la discriminación y los ataques a homosexuales y transexuales, mientras que en la Rusia de Putin los alientan las leyes, algunas de nuevo cuño. Es una diferencia esencial, que nos demuestra la importancia que tienen las leyes al respecto en una sociedad democrática. Leyes como la de Zapatero y el matrimonio gay, que, no lo olvidemos, recurrió el PP.

Es insuficiente, como ha hecho el partido en el Gobierno, reprobar o expedientar a quienes, de entre los suyos, se expresan con saludos fascistas y simbología nazi: deben ser expulsados del partido y deben ser perseguidos por la Justicia. Y es intolerable, como ha hecho Rafael Maluenda, vicepresidente del PP en las Cortes valencianas, considerar estos actos como “un exceso propio de la edad”. ¿Son excesos propios de la edad las palizas a transexuales y asesinatos de homosexuales de los jóvenes neonazis rusos? Jóvenes rusos que levantan el brazo como los jóvenes de Nuevas Generaciones, jóvenes rusos que exhiben símbolos semejantes a los que exhiben esos jóvenes peperos españoles.

Europa es este continente irredento en el que, de tanto en tanto, asistimos al eterno retorno de lo peor. Que sean ahora los rusos quienes aprueben leyes contra la homosexualidad, y sea en Rusia donde los neonazis desatan con mayor ferocidad su homofobia, no deja de ser un atroz ironía: en la historia reciente europea, había sido la Alemania nazi, su principal enemiga, quien había alcanzado el paroxismo en la discriminación y la violencia homófobas. Los oficiales nazis marcaban a los homosexuales con un triángulo rosa y los cámaras de televisión rusos boicotean a una atleta sueca porque, en señal de protesta por las leyes de Putin contra los homosexuales, se pintó las unas con los colores del arco iris gay.

Pero, ¿por qué están proliferando en España actitudes como las de los jóvenes de Nuevas Generaciones del PP? Sencillamente, porque no son castigadas con la ley. ¿Y por qué no son castigadas? Sencillamente, porque el PP es el único partido de la España democrática que no ha condenado el golpe de Estado militar de Franco y los crímenes del franquismo, muchos de ellos contra homosexuales y transexuales. Es decir, porque quien calla, otorga. Es decir, porque en las filas del PP campa la homofobia y la transfobia propia de una ultraderecha que siempre estuvo ahí, en sus filas, disfrazada de constitucional y democrática.

Que los del PP comparen la bandera republicana, que representa a la España que asesinó el fascismo, con los símbolos nazis no hace más que delatarlos: les parece lo mismo. Que le apliquen calificativos light, como “rancia y trasnochada”, es un insulto: a la bandera republicana y a las víctimas del nazismo y del franquismo. Porque lo que hay detrás de los saludos fascistas y de los símbolos nzis no son cuestiones “rancias”, peperos trasnochados, sino crímenes de lesa humanidad. El problema es que, así como el nazismo está condenado en todo el mundo, los crímenes franquistas no han sido condenados en España, principalmente porque un proceso de memoria histórica española condenaría a muchos de los que están en el PP.

Es extremadamente grave lo que tiene el PP en las filas de Nuevas Generaciones. Tiene neonazis entre sus jóvenes, todos hemos podido ver sus fotos. Tiene fascistas. Y los neonazis y fascistas son homófobos y transfóbicos, aquí y en Rusia. Así que la Justicia debe caer sobre ellos con dureza, como la mano de una Madre Coraje que protege con firmeza a esta hija suya que debe ser nuestra débil sociedad democrática. La Justicia ha de pararles los pies y los brazos en alto. De lo contrario, estaremos corriendo un peligro cada vez mayor. Todos lo corremos, seamos o no homosexuales y transexuales. Es el peligro del que alertó el poeta Martin Niemöller: “Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. / Luego vinieron a por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. / Luego vinieron a por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. / Luego vinieron a por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. / Luego vinieron a por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”.

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