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Hablan los autónomos: “Es fácil alabar el autoempleo, pero hay un problema de cultura y educación”

La ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez / EFE

Javier Ramajo

Hizo Empresariales y ahora tiene una compañía de puericultura. Le va muy bien, dice. Es autónoma desde 1992, “gracias al trabajo diario”. La felicidad laboral de Ana contrasta con su visión negativa de la administración respecto al trabajador autónomo. “Hay que educar y apoyar más el autoempleo”, señala mientras recuerda que, durante la carrera, “nadie” le contó “las verdades del barquero”. El Gobierno ha aprobado recientemente medidas para fomentar la afiliación de trabajadores autónomos. “Creo que ahora hay más ayudas”, indica Ana, que opina que, principalmente, “existe un problema de cultura y educación”. En el Día del Trabajo, recogemos algunos testimonios sobre el emprendimiento y el autoempleo.

La cuota de la Seguridad Social, unos 300 euros en el caso de Ana o de Santiago, es “la paga al Estado” que sustenta su trabajo por cuenta propia, aparte de “darse de alta en Hacienda, en la Seguridad Social y en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos”, recuerda sin grato recuerdo Juan Antonio, un autónomo más reciente. “Te marean bastante y facilidades, las mínimas”, sentencia, añadiendo que no se topó con funcionarios “que hicieran más amable el paso previo a ese arriesgado paso de intentar buscarte la vida por tu cuenta”. “Estás en paro y parece que les estás haciendo un favor, cuando lo que necesitas es ayuda para intentar hacer las cosas bien”, comenta.

Santiago se mueve entre su empresa de mantenimiento y los pocos trabajos audiovisuales que le salen. Lleva 15 años de autónomo y afirma no haber recibido “ayuda de nadie” pero “esto es lo que hay”, resume con cierta resignación. Coincide con Ana en una de las frases recurrentes para los autónomos: “no te puedes poner enfermo”. Ella recuerda que tuvo un embarazo de alto riesgo y la Seguridad Social le daba el alta. “No me puedo permitir ir a la sanidad pública porque tarda mucho tiempo”, comenta ahora, lamentando que “no he recibido ayuda en mi vida”.

Marisa colabora con distintos medios de comunicación, donde “las cosas están muy complicadas como para encontrar uno o dos trabajos que te garanticen un sueldo medianamente digno”. “Cuando pregunté por hacerme autónoma me llegaron a preguntar una cosa que me bajó a la realidad: si te sale un trabajo en Aracena y la gasolina que gastas para llegar a tu trabajo te cuesta más que lo que cobras, ¿lo cogerías?”, le comentó una funcionaria sobre la conveniencia de hacerse autónoma.

A Juan Antonio le ayudó, explica, poder compatibilizar su prestación por el paro con su actividad de autoempleo. Un “colchón” para nuevos autónomos que se puede hacer durante un máximo de nueve meses, según las recientes medidas del Ejecutivo central, que se ha ampliado a todo el colectivo cuando antes se aplicaba sólo a jóvenes. “El paro se fue y ahora la cuota a la Seguridad Social me parece un canon excesivo”, señala.

“Es muy fácil alabar el autoempleo, pero creo que hay que educar en ello y apoyarlo más. En la facultad no se buscaba la colaboración del mundo empresarial. Ahora entiendo porqué”, recuerda Ana, que lamenta que le enseñaron “lo que no hacía falta aprender”. “El autoempleo está avocado al fracaso por un problema de cultura y educación”, sentencia pesimista. A pesar de ello, asegura que repetiría como autónoma si volviera a nacer.

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