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El Júcar es el río más 'hormonado' de todo el país

Imagen del río Júcar.

Lourdes Cifuentes

El uso de plaguicidas y herbicidas, productos químicos en general, en la agricultura deja una huella medioambiental que trasciende a la propia tierra en la que se usa. Así lo demuestra el informe ‘Ríos hormonados’, elaborado por Ecologistas en Acción, donde se recoge la presencia de plaguicidas en todos ríos españoles. El documento se sustenta en los datos oficiales de los Progra­mas de Vigilancia de la Calidad de las Aguas de diez Confederaciones y en las que se evidencia que existe presencia de plaguicidas tóxicos en todas las cuencas.

Es el río Júcar el que sale peor parado en el informe ya que muestra que es, con diferencia, la cuenca más contaminada. Según los datos recabados por Ecologistas en Acción, en 2016 se detectaron 34 de los 57 plaguicidas analizados en las aguas de este río, y 22 están a día de hoy prohibidas en España. El motivo: la agricultura intensiva. Esto se traduce, tal y como ha explicado a esta redacción Dolores Romano, autora del informe y responsable de políticas de sustancias químicas de Ecologistas en Acción, en problemas para el ecosistema del río. “La fauna silvestre está expuesta a una mezcla de sustancias muy tóxicas. Son plaguicidas que están relacionados con problemas de reproducción y con el declive de poblaciones de anfibios, aves, e insectos”. Todos ellos, efectos “muy graves”, advierte.

Preocupa a Ecologistas en Acción la aparición de glifosato (un herbicida que ha sido clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”) en todas las muestras analizadas del río Júcar, pero también la presencia de hasta 21 posibles disruptores endocrinos que actúan sobre las hormonas en el organismo de los animales y también de las personas. De hecho, ciertas dosis de disruptres endocrinos pueden producir defectos en el desarrollo fetal, malformaciones congénitas o alteraciones sexuales en las especies que conforman el ecosistema. Según la OMS, estas sustancias pueden estar detrás del aumento del número de cánceres testiculares y de mama en todo el mundo en los últimos 50 años.

Junto a ellos se ha detacato la presencia, en esta demarcación, de plaguicidas que están prohibidos por la normativa española que puede deberse, dice Romano, a que algunos de ellos son sustancias “muy persistentes que no se degradan”. Es decir, que el uso histórico que se ha hecho de estos plaguicidas en la agricultura años atrás hace que permanezcan décadas en el medioambiente.

El Segura también está hormonado

Los datos muestran que hay 9 de las 57 sustancias analizadas en el río Segura. Una cifra muy baja, si se compara con la que arrojan los informes sobre el río Júcar, pero que, desde Ecologistas en Acción toman con “cautela porque muestra un descenso de sustancias muy significativo desde el año 2012”, añade Dolores Romano. Pese a que la cifra es baja en el informe se plasma la sospecha de que 6 de las 9 sustancias detectadas en la cuenca del Segura en 2016 son disruptores endocrinos y además, no está autorizado el uso de 6 de las 9 sustancias detectadas. Aparecen 3 isómeros del HCH, esto es, el insecticida prohibido lindano.

Por su parte, en el Tajo se hallaron 15 de las 17 sustancias analizadas y de estas, está prohibido el uso de 12 y 13 de ellas son posibles disruptores endocrinos. En el Guadiana se detectaron siete de las 27 sustancias analizadas, y se encontró seis no autorizadas y otras seis disruptoras endocrinas.

“Urge una tranformación del sistema agrario”

En 2014 España consumió 78.818 toneladas de plaguicidas convirtiéndolo en el país europeo que más los utliza. Este uso masivo repercute en la creciente presencia de residuos de plaguicidas en los alimentos y en el medio ambiente. El informe 'Rios hormonados' es el primer documento que muestra el estado actual de las aguas. Con esta información sobre la mesa Ecologistas en Acción pide “un Plan de Choque para reducir el uso de plaguicidas siguiendo la estela de países como Francia y Dinamarca”, dice la autora del informe.

Y es que los citados países tiene un plan para reducir el uso agrario de plaguicidas a 10 años. Un programa que se centra “en la formación de agricultores” porque “el problema es que, en nuestro país, el agricultor cuando se tiene que asesorar va al almacén, al vendedor de plaguicidas, para que le dé la información sobre lo que tiene que utilizar”. El objetivo sería, dice la responsable de políticas de sustancias químicas de Ecologistas en Acción, que los agricultores se poyen en los técnicos de las diferentes Comunidades Autónomas, algo que a día de hoy “es difícil porque no hay personal suficiente”.

El siguiente paso es iniciar un debate a nivel estatal en el que se establezca los mecanismos para “acelerar la transformación del insostenible sistema agrario industrializado a un sistema agroecológico respetuoso con la vida”, sentencia Dolores Romano.

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