Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Miguel Castillejo

Fernando Vicente

Magdalena Álvarez empezó con mal pie en la Junta de Andalucía. Nombrada en 1994 consejera de Economía, una de sus primeras decisiones fue la fusión, en 1995, de la Caja Provincial de Ahorros fundada por la Diputación de Córdoba, con el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, fundado por la Iglesia.

Fue toda una sorpresa, especialmente desagradable para el PSOE cordobés, que por aquel entonces controlaba la Diputación de Córdoba y ya se relamía el bigote pensando en el poder económico que supondría el control de la que iba a ser a partir de entonces la única entidad financiera cordobesa.

Pero la recién llegada, y entonces todavía independiente, Magdalena Álvarez sorprendió a propios y extraños al dejar plantado a los socialistas cordobeses y darle el control de la nueva Cajasur al canónigo de la Mezquita Catedral, Miguel Castillejo Gorraiz , que desde 1977 presidía el Monte de Piedad.

Empiezan entonces los años de gloria del “cura Castillejo”, convertido en el amo de Córdoba merced a los, aparentemente, ilimitados fondos de la que él consideraba 'su' caja de ahorros. A partir de entonces, nada se movía en Córdoba y su provincia sin su aprobación. Con una cuota de mercado que superaba con creces el 60%, incluídos cajas y bancos, particulares, empresas e instituciones dependían de su financiación, de la que era un maestro en manejar con palo y zanahoria. Tanto desde la caja como desde su obra social.

La guerra con el obispo

Eso sí, su presidencia de Cajasur nunca fue un camino de rosas. En 1978, prácticamente a la vez que él accedía a la presidencia del Monte de Piedad, José Antonio Infantes Florido fue nombrado obispo de la Diócesis. Era un hombre de Pablo VI, concentrado en el bien espiritual de sus feligreses y nada interesado en la vida mundana, así que dejó la gestión política y económica del obispado en manos de Miguel Castillejo.

Pero en 1996, apenas un año después de la fusión que crea Cajasur, Infantes Florido se retira para marcharse a las misiones, y el Papa Wojtyla, totalmente opuesto al Papa Montini, nombra obispo a un representante de esas iglesias integristas de las que tan amigo era: al seguidor de los llamados Legionarios de Cristo, Francisco Javier Martínez Fernández, que con 49 años era por entonces uno de los más jóvenes prelados de España.

Tras tomar posesión, el orgulloso y joven dignatario eclesiástico comprueba que en su diócesis el poder no es del obispo, sino que todo, y en especial el dinero, lo controla Castillejo, y con mano férrea. Empieza entonces un duro enfrentamiento de siete años entre ambos que, sorprendentemente para el obispo, que creía tener por valedor nada menos que a Juan Pablo II, gana Castillejo y por goleada.

Miguel Castillejo manejaba también desde hacía décadas la mayor parte de los intereses económicos, y de los fondos, de la Iglesia romana en España, lo que supo aprovechar con habilidad para ganarse el favor incondicional de Roma. Cuando el enfrentamiento entre ambos llevó al obispo a pensar que lo mejor sería jubilar a Castillejo, éste viajó a Roma, de donde regresó, en cambio, con la destitución del obispo en el bolsillo, que eso sí, fue 'compensado con el ascenso' a arzobispo de Granada, donde sigue escandalizando con sus duras posturas sobre el aborto, su defensa del uso del cilicio, o su falta de firmeza en la denuncia de la pederastia.

La guerra política

Mucho más dura, sin embargo, fue para él la guerra política a la que lo arrastró el entonces ministro del primer Gobierno de Aznar Javier Arenas, que quiso utilizarlo como un ariete contra el Gobierno de Manuel Chaves, con la excusa de su propuesta de fusionar todas las entidades de ahorro andaluzas para crear una “caja única” en la región. Manuel Chaves, presidente de la Junta de Andalucía, siempre manifestó que la caja de la iglesia quedaría excluida de esa fusión, algo a lo que, por otra parte, estaba obligado por la ley que entonces regulaba las cajas de ahorros.

Aun así, Javier Arenas presionó a Miguel Castillejo para que diera la espalda al Gobierno Chaves de Andalucía, y se aliara con el Gobierno Aznar de Madrid. Castillejo cedió, y se inició así una larga y cruenta guerra, con multitudinarias manifestaciones de forzada adhesión por las calles de Córdoba y “misas de desagravio” en sus iglesias, supuestamente organizadas por su sindicato amarillo.

Una guerra, en la que, al final, Chaves perdería su sueño de una caja única, y Castillejo el prestigio que llegó a tener como benefactor de Córdoba, para pasar a la historia como un hombre obsesionado por el poder y corrompido por las riquezas del mundo (cuando se jubiló en 2005 cobraba 250.000 euros anuales más dietas e incentivos variables).

Castillejo, que viajaba en un BMW serie 7 blindado, pero eso sí, nunca sentado detrás sino al lado del chófer, intentaba esconder con la imagen de un cura austero y bonachón la realidad de una vida de lujo que le llevó a ganarse el mote de Fray Langostino (cada año se llevaba a su Consejo de Administración a exuberantes viajes de tres semanas a los más caros destinos, y siempre acompañado de sus dos hermanas. A costa de sus impositores, claro).

Especialmente escandaloso fue el descubrimiento de su póliza de jubilación cuando por fin se retiró en 2005, tras cumplir los 75 años y con el Banco de España ya pisándole los talones. Y no sólo por su cuantía, casi 4,5 millones de euros, sino porque el contrato suscrito por la entidad obligaba no sólo a pagarle a él hasta que muriese, sino también a sus dos hermanas de por vida si él las adelantaba en el camino del cementerio.

Nacido en Fuente Obejuna en 1930, murió aeste miércoles 13 de abril en Córdoba cumplidos los 86 años. Hoy su querida Cajasur ya no existe, tras ser absorbida por Kutxabank después de ser rescatada con fondos públicos. Un desastre que, en su mayor parte, se debió a la gestión personalista y dictatorial de Miguel Castillejo.

Como tampoco existen buena parte de las empresas, y sobre todo negocios basados en pelotazos inmobiliarios, que él financió. No hay que olvidar que la economía cordobesa, que él se jactaba de controlar y poco menos que diseñar, ha sido considerada siempre como una de las mayores mecas del dinero negro de España. Y la economía española se caracteriza por el excesivo peso de su economía sumergida.

Una década después de su retiro, las 'hazañas' de Castillejo quedan ya muy atrás. Pero no así sus consecuencias para miles de cordobeses, que todavía esperan que alguien les explique por qué perdieron sus trabajos, y sus negocios, levantados, en muchos casos, con toda una vida de esfuerzo, y el yugo financiero, eso también, de la Cajasur de “don Miguel”.

En la solapa de la hagiografía (ver foto) publicada poco después de su jubilación, el político andaluz, y su contemporáneo, Manuel Clavero Arévalo, concluye su corto texto de alabanza con un “si don Miguel no hubiera resistido sin desmayo, Cajasur hoy no sería de la Iglesia”. Y ya no lo es. Su poderosa Cajasur apenas sí sobrevivió diez años. Miguel Castillejo se va, se ha ido, sin dejar más legado que el de una economía cordobesa arrasada por esa misma burbuja inmobiliaria que el tanto contribuyó a hinchar con su vieja política de favores cobrados y por cobrar.

Etiquetas
stats