“Es incomprensible que Catalunya se resistiera a devolver las obras de arte aragonesas”
A la historiadora Marisancho Menjón (Tauste, Zaragoza, 1965) no le da tiempo estos días de responder a todos los comentarios erróneos que circulan por los medios de comunicación y las redes sociales. No será por falta de ganas, pero el tiempo no da más de sí y su móvil echa humo. Menjón es la autora del libro Salvamento y expolio. Las pinturas murales del Monasterio de Sijena en el siglo XX.
¿Por qué piensa que hemos tardado tanto en llegar hasta aquí?
No ha sido por no estar encima del tema. Las piezas estaban en Sijena hasta 1970, que es cuando las monjas se van y el obispo de Lleida envía un camión a recoger las más grandes, como retablos, urnas funerarias... En el 73, el Museo de Barcelona todavía envía a dos funcionarios para recoger algunas obras. No sabemos cuáles porque no se hace inventario o, por lo menos, esa documentación no es accesible. Desde entonces, las piezas reposan pacíficamente en Barcelona y Lleida, sin que tengamos nada que decir en ese momento porque las monjas están vivas. Esto, a pesar de que, por el tono con el que escribe la última priora, ellas estaban convencidas de que era un traslado temporal y que las piezas volverían a Sijena cuando terminasen las obras en el Monasterio. En los años 83, 92 y 94, se producen varias ventas sin dar notificación a la administración pública: ni al Ministerio en el 83 ni a Aragón en los 90, a pesar de que el Monasterio había sido declarado Monumento Nacional en 1923. De hecho, Aragón no tiene notificación de que se han producido esas ventas hasta el año 97. Entonces, el Gobierno intenta ejercer su derecho de retracto, es decir, intentar recomprar las piezas por el precio que se había pagado por ellas por entender que tenía un derecho preferente en esa venta.
Ahí comienza la batalla judicial...
Sí, la Generalitat se opone al derecho de retracto que solicita Aragón y recurre al Constitucional, presentando un conflicto de competencias. El Constitucional se tira 14 años sin responder: desde el 98 hasta el 2012. Es el pleito que más tiempo ha estado sin resolver en el Constitucional en toda su historia. Finalmente, emite una sentencia en la que niega a Aragón el derecho de retracto, pero dice expresamente que no entra a valorar la legalidad de la venta porque no es de su competencia. Para analizar esa legalidad, el Constitucional dice que el Gobierno de Aragón tiene que acudir a los tribunales ordinarios y eso es lo que hace el Ecutivo aragonés con un pleito en el juzgado civil. Es decir, Aragón no se ha dormido, no ha habido un retraso injustificado; ha habido una espera en vacío de 14 años.
¿Tenemos dificultades los aragoneses para explicar este conflicto al resto de España?
No es que sea difícil de explicar; las cosas están muy claras. Lo que pasa es que no tenemos voz. Todos estos años, desde que llevo leyendo artículos en prensa sobre esto, la versión que han dado los grandes diarios siempre ha sido la catalana. Todos los comentarios en las webs suelen ser quejas de aragoneses pidiendo que alguna vez este conflicto se cuente desde la visión aragonesa. Yo entiendo que haya gente indignada en Catalunya porque, por ejemplo, cuando el Tribunal Constitucional publicó la sentencia que comentábamos de 2012, hubo titulares diciendo que había quedado avalada la legalidad de las ventas. La historia tiene muchos entresijos, pero no es difícil de contar. Lo que pasa es que Aragón no tiene presencia mediática en ningún lado.
¿Cree que ahora, con la vuelta de algunos bienes a Aragón, está cundiendo la idea de que Aragón se ha aprovechado de la aplicación del artículo 155?
La batalla mediática no la hemos ganado nunca. Podemos tener la razón, pero si la opinión pública no recibe tus palabras, la pierdes. Gana el otro discurso, aunque se base en datos inexactos, en verdades a medias y en ocultaciones.
¿Cuáles son las incorrecciones que corren en los medios y en las redes sociales que más le molestan?
Una es que Aragón ha abandonado su patrimonio y ahora quiere aprovecharse. Se decía incluso antes de la aplicación del artículo 155: que nosotros queremos recuperar por la jeta unas obras que teníamos abandonadas y ahora están compradas, cuidadas y conservadas. Eso no es cierto, para empezar porque Aragón las quiso recomprar. La Generalitat se negó, pese a que las tenía metidas en un almacén. De las 97 piezas que estamos hablando, en Catalunya solamente se han expuesto siete, que son las que se desmontaron esta semana del Museo de Lleida. Si la voluntad de Catalunya solo hubiera sido conservarlas, tuvieron la ocasión de revenderlas en ese momento. Ahora, después de que están ganadas las sentencias es cuando se acuerdan de que les interesa recuperar el dinero. Ahora se hará lo que digan los tribunales.
¿Por qué cree, entonces, que Catalunya se ha resistido tanto a devolver estas piezas?
No lo sé. Es incomprensible, no cabe en ninguna cabeza, no lo entiende nadie. Si son unas piezas que no consideran interesantes para ser expuestas, incluso cuando devolvieron las que estaban en Barcelona las calificaron como “quincalla”, ¿me pueden explicar por qué no las devolvían? Eso sí habría sido un gesto de buena voluntad, una posibilidad de negociación para pedir algo a cambio. No es comprensible que tengas las piezas sin exponer, las llamen “quincalla” y no quieran que retornen a su lugar de origen.
Algunos también han cuestionado las reclamaciones de Sijena con el argumento de la unidad museística de la exposición de Lleida, ¿qué opina?
La unidad museística no se entiende si hay obras que están en un almacén; con eso, el sentido de esa norma ya sería cuestionable. Por otra parte, la unidad museística y la unión de una colección no se pueden defender con bienes adquiridos ilegalmente. Eso no lo avala ni la UNESCO ni ninguna de las grandes organizaciones internacionales a las que se suele aludir. Por supuesto, esas normas protegen que no se desmiembren los museos: se trata de que quien tiene responsabilidades en un museo no pueda deshacerse de obras, que no pueda vender un Zurbarán o trasladar sin más un retablo o una virgen gótica. Es una garantía de que las colecciones de los museos sean estables y no estén sujetas a decisiones arbitrarias que las puedan perjudicar, pero nunca, jamás, se avala que la unidad museística tenga prioridad sobre la ley si hay alguna pieza que ha entrado de forma ilegal o irregular.
Aragón defiende la vuelta de los bienes por una cuestión de justicia y de dignidad, ¿cree que esos bienes podrían reportar también beneficios económicos a la zona?
Por supuesto hay un componente de posible motor de desarrollo de la zona, pero sobre todo es una pelea de recuperación del patrimonio por lo que es, porque a Sijena no se le puede dejar abandonada.