Otro verano seco en Aragón: calor extremo y sequía persistente
La escasez de precipitaciones provocó que el verano de 2023 fuese uno de los más duros de las últimas décadas en Aragón. El que se abre ahora aparece como menos dramático, aunque también se perfila como una temporada de calor extremo y sequía persistente, siguiendo un patrón alarmante que ha sido evidente en los últimos años. Los cambios climáticos globales, junto con factores locales, están contribuyendo a un panorama preocupante para la región. Esta situación no solo afecta al medio ambiente, sino que también tiene implicaciones significativas para la agricultura, la economía y la vida diaria de los aragoneses.
Este 2024 se está manteniendo la situación de sequía, aunque de mucha menor intensidad que la del año pasado, según refleja la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), y está afectando a algunas cuencas como las del Huerva, Guadalope o Ciurana y obligando a adoptar medidas específicas. Esta situación refleja la realidad de la cuenca del Ebro, donde es habitual que siempre haya alguna subcuenca en situación de dificultad para atender las necesidades de agua por problemas de escasez, apuntan desde la CHE.
La sequía de 2023 fue la más intensa desde los años 90. El 85% de la cuenca del Ebro sufrió una sequía prolongada y el 45% se situó en situación de emergencia por escasez, puso a prueba el sistema de gestión del agua y los planes de sequía vigentes desde 2007 y afectó especialmente a sistemas de riego como el de Bardenas y las cuencas del Segre, Iregua y el río Ebro. En el caso de la aportación en Tortosa (Tarragona) fue la menor de la serie histórica, que parte de los años 80, y solo sirvió para cubrir el caudal ecológico.
En el informe en que la CHE realiza un balance y reflexiona sobre estas condiciones, subraya la necesidad de mejorar la transmisión de información desde los representantes de los usuarios a sus comunidades y la coordinación entre distintos tipos de usuarios y la importancia de revisar las ordenanzas y protocolos de actuación ante sequías.
“La planificación hidrológica futura debe alinearse con la disponibilidad de recursos y el cambio climático, por lo que se recomienda limitar nuevos regadíos y regular más estrictamente los derechos de agua y la ubicación de pozos”, indican.
Para mejorar la gestión del agua, se propone “reforzar el suministro de agua a las poblaciones, mejorando la eficiencia, adaptando las redes de distribución y explorando nuevos puntos de toma y sistemas de suministro más fiables, revisar las concesiones antiguas y caducar aquellas no ejecutadas, así como fomentar la agricultura de precisión y el uso de nuevas tecnologías”.
Para los meses de julio y agosto se espera un clima cálido, con temperaturas de hasta 37 grados en Zaragoza y algo más frescas en Huesca y Teruel. En julio, se prevé una precipitación promedio de unos 38 mm en Zaragoza distribuidos en pocos días lluviosos. Agosto suele ser más seco, con precipitaciones aún menores. En el Pirineo serán de 45 mm en julio y un poco más en agosto debido a las perturbaciones atlánticas y posibles tormentas vespertinas. Aguarda así un verano cálido y seco.
El cambio climático global está alterando patrones meteorológicos en todo el mundo, y Aragón ya ha experimentado veranos extremadamente calurosos en los últimos años. También, en el verano de 2022, las temperaturas alcanzaron niveles récord, y 2023 no fue muy diferente, con prolongadas olas de calor. Ahora, las agencias meteorológicas advierten de que las olas de calor serán más frecuentes y duraderas, aumentando el riesgo de incendios forestales y afectando a la salud pública.
El pasado año, varios pueblos aragoneses padecieron cortes en el suministro de agua debido a la sequía persistente. Algunos de los municipios afectados incluyeron aquellos en la comarca del Maestrazgo y en los Monegros. En estas zonas, la falta de lluvia y el agotamiento de los manantiales y pozos llevaron a situaciones críticas donde fue necesario recurrir a camiones cisterna para el abastecimiento,
En la comarca de Maestrazgo, la sequía afectó gravemente el pasto para el ganado, obligando a los ganaderos a comprar forraje y pienso adicional, ya que el pasto natural estaba demasiado seco para alimentar a los animales. En los Monegros, la situación era igualmente grave, con varios años consecutivos de sequía que han comprometido tanto el suministro de agua como la producción agrícola.
Estos problemas reflejan una situación más amplia de sequía en varias regiones de España, donde la falta de agua ha obligado a muchas localidades a aplicar medidas de emergencia para asegurar el suministro básico de agua a sus habitantes y sus actividades agrícolas.
La agricultura es uno de los sectores más vulnerables a las condiciones extremas de calor y sequía. Aragón, conocida por su producción de cereales, frutas y hortalizas, podría enfrentar graves dificultades este verano. Los cultivos dependen en gran medida del riego, y la disminución de los recursos hídricos plantea un desafío significativo para los agricultores.
El estrés hídrico puede reducir la productividad de los cultivos y aumentar los costos de producción, ya que los agricultores deberán invertir más en sistemas de riego eficientes o en tecnologías para conservar el agua. Además, las altas temperaturas pueden afectar la calidad de los productos agrícolas, lo que podría tener un impacto negativo en los ingresos de los agricultores y en la economía regional en general.
Asimismo, las autoridades sanitarias de Aragón deberán estar preparadas para enfrentar un aumento en las emergencias médicas relacionadas con el calor y promover medidas preventivas para proteger a la población.
Además, la calidad del aire puede deteriorarse durante los periodos de calor extremo, especialmente en áreas urbanas. El aumento en la concentración de ozono y otros contaminantes puede agravar problemas respiratorios y cardiovasculares, lo que subraya la necesidad de políticas de salud pública adecuadas para mitigar estos efectos.
Las previsiones meteorológicas y los modelos hidrológicos indican que el caudal de los ríos en Aragón se reducirá considerablemente durante el verano de 2024. Los principales ríos de la región, incluyendo el Ebro, el Gállego, el Cinca y el Aragón, experimentarán niveles de agua por debajo de los promedios históricos.
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