Castellón pierde más de 1.800 habitantes de media por año desde 2010 y está en niveles poblaciones de 2006
Castellón está sufriendo más que ninguna otra capital de provincia de la Comunidad Valenciana los efectos de la crisis. Más allá de consideraciones económicas, un fenómeno se viene repitiendo año tras año desde 2010 y que inquieta al ayuntamiento: la pérdida de población. Desde que la ciudad tocara su techo con 180.690 habitantes, la caída parece no tener límites. Tanto es así que actualmente el número de empadronados sugiere un retroceso de prácticamente una década. Dicho de otra manera, la cifra muestra mucha similitud con la contabilizada en 2006. Si entonces el registro del padrón municipal presentaba 172.110 inscripciones, ahora un total de 171.669 personas tiene fijada su residencia en la capital de La Plana, de acuerdo al último dato oficial del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Los números no son nada alentadores. La ciudad cede más de 1.800 habitantes de media por anualidad desde que comenzara el retroceso. Tampoco las previsiones invitan al optimismo, como así se desprende del informe poblacional elaborado por el Instituto Valenciano de Estadística (IVE). Su estimación a corto plazo apunta a que la tendencia negativa se mantendrá, al menos, hasta 2018. Pero no sólo en Castellón ciudad, también en el conjunto de la provincia.
La principal causa de la despoblación está directamente relacionada con el descenso de extranjeros. En el caso de la capital de La Plana, el censo habla por sí solo: 39.321 inmigrantes vivían en Castellón en 2010, en estos momentos suman 28.123, cantidad corroborada por la Conselleria de Economía Sostenible, Sectores Productivos, Comercio y Turismo. Y entrando más en detalle, es la comunidad rumana la que ha registrado la mayor bajada. De los 24.807 empadronados se ha pasado a 17.700 en un periodo de cinco años.
Otro indicador de la pérdida de habitantes hace referencia al número de personas en edad de trabajar, y que resulta especialmente significativo en la provincia. Así, hay 25.700 individuos menos entre 16 y 54 años, según el INE, si bien es cierto que el colectivo de mayores de 55 años crece en 7.000 sujetos. Es decir, al éxodo se añade un envejecimiento de la población.