Pedagogía versus Filosofía: La competencia de “aprender a aprender”
Con un pedantesco alarde de ignorancia, ciertos profesores de Filosofía consideran la competencia didáctica de “aprender a aprender”, un infinitivo reduplicativo y redundante inventado por los pedagogos para incluir su aprendizaje en el reciente “Master de Formación del Profesorado”. Ahora que se propondrá una nueva ley de Educación –ante el fracaso de la delirante LOMCE que impuso el ministro del PP Wert- cabría explicar a esos ‘filósofos’ por qué es pertinente la competencia de “aprender a aprender”, que la propia Unión Europea seleccionó entre otras siete que atienden a materias ‘clásicas’. Tan incomprendida es dicha competencia que la llegan a calificar de “insensatez” y “despropósito”. En defensa de esta consideración argumentan que a aprender se aprende aprendiendo, igual que a nadar se aprende tirándose a la piscina, dado que no se puede aprender en el vacío. Esto es una simpleza: pura perogrullada de quien ni sabe de epistemología del aprendizaje, ni de psicología y pedagogía, ni de neurociencias.
Este tipo de razonamientos provienen de quienes defienden el paradigma tradicional y están, escaldados, contra toda “innovación educativa”, señalando a los pedagogos como chivo expiatorio de lo que a partir de la LOGSE -siendo ministro el socialista Javier Solana- vienen repitiendo que se ha perpetrado: el derrumbe a todos los niveles del sistema educativo. Sus argumentos son endebles y por citar algunas paradojas cabría destacar que fueron precisamente los actuales críticos de las innovaciones pedagógicas los profesores que impartieron e imparten las distintas asignaturas: ¿a qué viene pues el tramposo argumento? ¿No se dan cuenta de que tiene, por pura lógica, efecto boomerang“?
Por otro lado se viene repitiendo desde hace al menos dos décadas que tenemos en la democracia a la generación mejor formada de la historia: sin embargo estos defensores del modelo tradicionalista y franquista de la educación obsesivamente cargan contra la LOGSE y las leyes socialistas posteriores con falsos argumentos: está científica y estadísticamente comprobado que ni han bajado los niveles de exigencia, ni se implementó y financió como se pretendía la LOGSE, ni en la escuela española dejó de predominar un modelo de enseñanza diferente al tradicional. A estos críticos de la Pedagogía les han apoyado, con el oportunismo del demagogo que mete cuchara con tal de ser ‘todólogos’ redichos y cargantes, ‘intelectuales’ como Arcadi Espada o Muñoz Molina. Atentos pues porque a la ministra Celaá, con su nueva ley de Educación, le va a caer la del pulpo por proponer un “aprendizaje por competencias” puesto en marcha ya hace más de una década por países punteros en Educación –empezando por Finlandia-.
Un futbolista, por poner un ejemplo, “aprende a aprender”, (concepto y praxis psicopedagógica que científicamente comprobaron en EEUU numerosos investigadores del aprendizaje). No sale a un partido de futbol a jugar sin más, aprendiendo solo jugando, como pretenden estos ‘filósofos’ retrógrados. Previamente, ha necesitado aprender el fortalecimiento y agilidad de los músculos convenientes para su posición en el campo, que el entrenador le explique en la pizarra cuáles y con quienes realizará los movimientos idóneos para dominar al contrario, que en la pantalla vea varias veces las tácticas que emplea con quien se va a enfrentar, que la ilusión y el compañerismo exista en el equipo, que aunque sea zurdo refuerce su dominio de la pelota con la derecha, y que haga oídos sordos –o no- ante el alboroto y griterío de los espectadores, etc. A esto se le llama metacognición, es decir, el conocimiento e interiorización de las operaciones que intervienen en una actividad cognitiva. Adquirir el funcionamiento cognitivo precisa de la experiencia y se construye poco a poco. Un alumno sabe que experimenta dificultades para memorizar un tema, o sabe cómo actuar para activar su memoria. En el conjunto de momentos de un aprendizaje es posible hacer un listado de lo que se conoce y el modo de apropiación: saber qué se sabe, saber cómo se sabe, saber lo que no se conoce, saber lo que conduce a tener lagunas, identificar qué se comprende y qué no. Ésta vuelta reflexiva sobre sí mismo acelera y potencia el aprendizaje autónomo. Metacognición es pensar cómo pensamos. Pensar sobre el acto de pensar está comprobado que es una parte integral del pensamiento eficaz. Esta forma de pensar emplea estrategias y procedimientos reforzándolos para poder ejecutar eficazmente una tarea de pensamiento como tomar una decisión bien fundamentada o determinar la viabilidad de una idea.
Estos procesos no ocurren así, sin más. Nosotros mismos nos servimos de guía cuando los estamos llevando a cabo, igual que hace un nadador en un curso de natación o un buen ingeniero cuando determina cuándo y cómo proceder a la construcción de un nuevo edificio, o un buen cocinero cuando prepara una comida. Tu vida es el resultado de todas tus elecciones, las que se toman conscientemente y las que se toman de forma inconsciente. Si puedes controlar el proceso de elegir, puedes controlar todos los aspectos de tu vida. Puedes encontrar la libertad que resulta de ser dueño de ti mismo.
La falacia de esos profesores de filosofía de que a aprender se aprende aprendiendo sin más la asignatura, olvida que aprender es un proceso mediante el cual el sujeto representa la estructura y el significado del conocimiento. “Aprender a aprender” no es una reiteración inútil ni un pleonasmo: es una necesidad de enseñanza para el profesorado y el alumnado que pretende el aprendizaje de estrategias, y procesos cognitivos, que facilitan el desarrollo de la inteligencia y aumentan su rendimiento. No se trata de obviar la importancia suprema de los contenidos, sino de reforzarlos y optmizarlos. Está demostrado científicamente que la inteligencia es una capacidad que se potencia o se mejora modificando adecuadamente el ambiente y las herramientas para favorecer el desarrollo y aprendizaje de las operaciones y conductas que la actualizan. El aprendizaje de operaciones y estrategias cognitivas modifica la inteligencia. Pero conocer e interiorizar los procesos subyacentes al aprendizaje facilita también su mejora y desarrollo. Existen etapas para comprender la competencia de “aprender a aprender”, y son numerosas las posibilidades que según materias se han desarrollado para cada una de ellas: 1-aprender técnicas de estudio; 2- aprender a razonar; 3- múltiples estrategias de aprendizaje según múltiples inteligencias; 4- aprendizaje metacognitivo, siendo este el que proporciona las habilidades cognitivas necesarias y útiles para la adquisición, el empleo y el control del conocimiento, incluyendo la capacidad de planificar y regular el empleo eficaz de los propios recursos.
Me llama poderosamente la atención que, precisamente, sean los profesores de filosofía, que tienen la jerga más confusa, arrogante, engolada, pretenciosa y - sobre una misma palabra, múltiples significados según filósofos- critiquen a los pedagogos por tener una jerga pseudocientífica: ¡Es que los pedagogos reconocemos que nuestra materia no es una ciencia ni lo pretende! Por otro lado, yo mismo reconozco la estupidez de ciertos neologismos absurdos que algunos pedagogos, sin un dedo de frente, intentaron introducir. Pero que me expliquen esos profesores de filosofía por qué se necesitan en el libro Ser y tiempo 500 páginas inundadas de neologismos, como hizo el nazi Heidegger –que nunca se arrepintió-: y le consideran todavía el máximo filósofo del siglo XX por embarazar la lengua alemana de un vocabulario incomprensible e intraducible para decir cuatro obviedades. Y Leibniz, y Husserl, y Zubiri… y el “Dasein”, y el ontologismo escatológico y el transontológico, y el epiquerema, y el categorema, y el ente, y el noumeno, y la esencia del Ser sentiente del tiempo a la Dios… Sin tanta verborragia, yo, modestamente, ya elucubré, en mi adolescencia- sin la pomposidad vacua de Heidegger y demás charlatanes- que soy un ser para la muerte y vivo entre dos nadas. Contra su propia intención todas las escuelas metafísicas están plagadas de aporías. Decía Joan Fuster que la Metafísica es “l’art d’agafar la vaca pels collons”. Y más decía el ensayista valenciano, enfermando de urticaria a los metafísicos durante el franquismo: que era “Una asignatura falsa”. La Psicología y la Pedagogía siempre han sido humildes y falsables. Y la Teología, al menos, es divertida.
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