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El rumbo del País Valenciano: ¿hacia dónde vamos?

Carla Monleón

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El 24 de mayo de 2015 todo el país vio a Rita Barberá pronunciar su famoso “qué hostia” ante la pérdida del ayuntamiento de València, la Generalitat y de la mayoría de alcaldías del País Valenciano. La reacción de la exalcaldesa es un símbolo de una época que empezó a llegar a su fin. Comenzaba el derrumbe de lo que había sido uno de los gobiernos más indecentes de toda España. Los valencianos y valencianas le habíamos puesto fin a una época de saqueo, mentiras, corrupción y destrucción de nuestra identidad. El 11 de junio se firmó el Pacte del Botànic y el 16 de junio Ximo Puig fue investido President de la Generalitat gracias a un acuerdo de Gobierno que pretendía “acabar con la situación de emergencia social y poner los cimientos de un nuevo País Valenciano”. Así se inauguraba una nueva época en una Comunitat Valenciana que aparecía como brújula del cambio que podía alcanzar a toda España.

El País Valenciano ha sido vanguardia de España en distintos momentos de la historia, ensayando proyectos que más tarde se podrían ampliar a todo el estado. Ha sido vanguardia en la construcción del peor modelo de ladrillazo, sol y playa: un modelo basado en la corrupción, el clientelismo y las políticas excluyentes. Y hoy, de nuevo, es vanguardia en la construcción de un gobierno progresista, sólido y plural. El Gobierno Valenciano, con el impulso de Podem, ha sido el primer gobierno en luchar por la sanidad pública universal; ha sido pionero en el Pacte Valencià contra la Violència Masclista; a propuesta de Podem se ha liderado la lucha contra la pobreza energética y por el derecho a la vivienda digna, incluso teniendo en contra a un gobierno central que no reconocía las leyes valencianas como leyes legítimas. Hoy, el nuevo gobierno de Pedro Sánchez sigue los pasos del gobierno a la valenciana del que Podemos hablaba en 2016.

A pesar del orgullo que sentimos por todas las ventajas que tiene el Botànic y todos los logros que Podem ha impulsado, debemos reconocer que queda mucho por hacer. Hemos conseguido echar el freno a las políticas depredadoras del Partido Popular pero no hemos conseguido consolidar las políticas de progreso hasta convertirlas en irreversibles.

Nos encontramos en un momento de transición entre dos modelos: un modelo tirano con la mayoría y solidario con una minoría; frente a un modelo de modernización democrática y expansión de derechos. Y como en todos los momentos de transición, no valen los viejos manuales, ya no tenemos certezas ni espejos donde mirarnos. El gobierno valenciano debe ser ese espejo que vaya reflejando a otras administraciones el cambio que se necesita.

En esta coyuntura es peligrosa la tendencia a repetir viejas recetas ante los nuevos retos valencianos: mostrándose favorable a la construcción del macro-centro comercial Puerto Mediterráneo frente a un modelo sostenible y de respaldo a las PYMES, sin convicción a la hora de impulsar políticas de vivienda que garanticen el derecho básico ante la burbuja del alquiler, acelerando viejos PAIs como el del Grau, conformándose con una reforma sutil del modelo de suelo con una LOTUP poco ambiciosa, o perpetuando un modelo insostenible de turismo al peso que solo reparte temporalidad y precariedad.

Por eso desde Podem debemos seguir marcando el rumbo al Consell para avanzar hacia un futuro valenciano alternativo, que amplíe los horizontes del cambio y consolide derechos para las próximas generaciones. La firma del acuerdo presupuestario es un avance, Podem ha logrado incorporar partidas para la ampliación del parque público de viviendas, también para acabar con el copago farmacéutico en rentas inferiores al SMI, la inversión en gestión de dependencia eliminando las listas de espera y el apoyo a las PYMES y el comercio local. Mediante el cumplimiento de estas propuestas estamos más cerca de demostrarle a la ciudadanía que cumplimos con el mandato que nos dieron en 2015 y de sentar las bases para un futuro de prosperidad para el pueblo valenciano.

La tarea de Podem es seguir impulsando esas políticas de cambio, porque el referente no puede ser el desastre en el que el PP hundió a nuestro territorio, no puede bastar con sacar pecho porque ya no estamos ahí: la ciudadanía votó al Botànic porque demandaba no sólo salir de la etapa anterior, sino avanzar. El referente es y solo pueden ser las necesidades reales de la gente. Es el momento de ser ambiciosos y medirnos, por fin, con el país que podemos llegar a ser.

*Carla Monleón es secretaria de Comunicación de Podem

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