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Vitoria empieza a recibir derivaciones de las UCI de Gipuzkoa por la subida de la COVID-19

Camas preparadas para ampliar espacios en el hospital de Txagorritxu en otro momento de la pandemia

Iker Rioja Andueza

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La UCI del hospital de Txagorritxu de Vitoria, una de las dos sedes del denominado Hospital Universitario de Álava, ha empezado a acoger derivaciones de pacientes críticos con COVID-19 de Gipuzkoa, el territorio vasco con mayor incidencia de contagios (el doble que la de Bizkaia y de Álava) y mayor presión asistencial. Fuentes sanitarias internas explican que en las últimas jornadas al menos dos pacientes infectados han sido trasladados ya a Vitoria. Preguntado por ello, el Departamento de Salud, oficialmente, se limita a remarcar que “derivaciones hay en muchas ocasiones”.

La ocupación de la UCI está subiendo ante el incremento exponencial de la incidencia en Euskadi, cuya tasa de incidencia es ya de 400 casos por cada 100.000 en 14 días. Aunque las casos más graves no suben ni al mismo ritmo que los ingresos menos graves -que están siendo más que en la ola de verano- ni desde luego a los niveles de otras olas de la pandemia en Euskadi, el goteo diario parece claro. En el caso de Txagorritxu, en un corto período de tiempo se ha pasado de un ingreso a seis.

Este viernes Osakidetza tenía como referencia la cifra de 35 personas en estado crítico en toda su red, aunque el Ministerio de Sanidad elevaba ese dato a 37 en su informe comparativo de todas las comunidades autónomas. Tanto el lehendakari, Iñigo Urkullu, como la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, han asegurado que si esa ocupación llega a las 50 se volverá a decretar la emergencia sanitaria por tercera vez en la pandemia, lo que abre la puerta a adoptar nuevas restricciones. El siguiente recuento llegará el lunes y es habitual que suba tras los fines de semana, ya que se dan menos en altas en festivos.

Hasta el momento, oficialmente no se ha activado el escenario 2 sobre 5 del plan de contingencia de la UCI. Esto implica que Osakidetza todavía gestiona el incremento de casos en un contexto de cierta normalidad hospitalaria. Sin embargo, la presión en el hospital de referencia de Gipuzkoa, el Donostia, es mucho mayor que la media, aunque hace meses que públicamente no se desglosan los datos por comarcas sanitarias. Sagardui recalcó este jueves que el Servicio Vasco de Salud trabaja “en red” y que unos centros con más capacidad apoyan a los más saturados para evitar colapsos.

Las fuentes internas consultadas indican que se están ya reorganizando equipos de atención de UCI. En toda la crisis ya ha quedado constatado que el problema de las unidades de críticos no es precisamente la existencia de camas, que se pueden habilitar con relativa facilidad en variados espacios. En algunas fases, Txagorritxu llegó a utilizar incluso la capilla para dar servicio al incremento de la demanda. Tampoco son ya un problema los respiradores que faltaron al inicio de la pandemia. La clave está en conformar equipos y turnos que cubran 24 horas y que al margen de la COVID-19 hay otros casos graves que requieren cuidados intensivos. De hecho, en otoño es la época de más afección de enfermedades respiratorias como la gripe. En abril de 2021, en el marco de la subida de casos tras la Semana Santa, Euskadi tuvo que parar toda la actividad quirúrgica no ordinaria para tener disponibilidad de recursos humanos y materiales para atender un incremento de la presión asistencial.

“Los equipos se refuerzan en función de las necesidades. No hemos parado de contratar”, indican desde Salud. También se ha informado ya de refuerzos en los equipos que realizan las pruebas diagnósticas -Euskadi vuelve a estar por encima de la media española después de semanas en que no fue así- y en la red de rastreo. Urkullu, en el Parlamento, aseguró que se había “duplicado” el equipo de rastreadores, si bien nunca se explicó tras el final de la segunda emergencia sanitaria en octubre en cuánto se había recortado. El último informe de Osakidetza mostraba que apenas un 33% de los positivos totales salían de estas investigaciones cuando el ideal fijado por portavoces de la Sanidad vasca en otros momentos de la pandemia era de llegar a un mínimo del 50%.

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