Los últimos restos de La Pepita, a la vista
Ocho años después de su cierre, La Pepita vuelve estos días a mostrar parte de cómo era a los caminantes que asomen su cabeza por los huecos de Corredera de San Pablo 20. Las obras de remodelación de una de las casas más antiguas de Malasaña (data del siglo XVII) han dejado a la vista sus divertidos carteles de iconos del imaginario madrileño colocados a lo largo de la entrada de esta antigua taberna.
La Cibeles, la Puerta de Alcalá, el Oso y el Madroño y otros dibujos aguantan todavía en sus paredes, donde desaparecieron hace tiempo los pósters de Miguel Indurain, tan míticos para algunos de sus clientes como los que aún perviven. Confiamos en que algún tipo de protección haya salvado estos dibujos, que se convirtieron con el paso de los años en parte de la historia del barrio.
A su alrededor, las obras continúan. La empresa que compró el inmueble al Ayuntamiento -después de una intensa polémica- proyecta convertir la casa más antigua de Malasaña en apartamentos de lujo. Los trabajos motivaron hace unos meses las quejas de las asociaciones de vecinos.
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