Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

PP y Ciudadanos impulsan una investigación que vincula la llegada de pateras y el coronavirus en Murcia: “Es un atentado contra la convivencia”

Imagen de archivo de un grupo de migrantes esperando a ser llevados a viviendas de acogida

Elisa M. Almagro

0

Durante la semana de control que la Asamblea Regional realizará al Gobierno regional durante entre los días 16 y 20 de noviembre se pondrá el foco en los migrantes llegados a la Región. El próximo martes 17 de noviembre la Asamblea llevará a cabo una comisión de investigación sobre las consecuencias sociosanitarias y de seguridad de la llegada de migrantes irregulares durante la pandemia en la comunidad autónoma.

Una comisión en un año en el la llegada de migrantes a costas españolas no ha dejado de bajar. De acuerdo con la Fundación Cepaim, han desembarcado en España un 27% menos de migrantes que en el año 2019.

Sin embargo, la percepción en la Región de Murcia, donde un total de 106 migrantes llegaron el pasado fin de semana, es que esta cifra ha aumentado: “La ciudadanía tiene sensaciones sobre este tema. Y las sensaciones van evolucionando en función de lo que van percibiendo por parte de los medios de comunicación. Si sacamos un micrófono a la calle lo que nos respondería la ciudadanía es que estamos teniendo una oleada de llegadas”, lamenta Juan Antonio Segura, director de la fundación Cepaim.

Desde Argelia hasta Almería, Murcia y Alicante

“Los flujos son cambiantes, también lo son las rutas. Estamos viendo una reducción de las salidas desde Marruecos y un incremento de las salidas de Argelia. Con la activación de la ruta argelina se desembarca más en las costas almerienses, murcianas y alicantinas”, explica Segura.

Uno de los jóvenes que llegaron desde la ruta argelina es Mohamed. En su embarcación había otras 15 personas que como él buscaban una vida mejor. “La patera fue rescatada por la guardia civil y desde allí lo llevaron a dependencias del puerto de Cartagena”, relata Fátima Asimi, técnica de acogida y mediadora de Cepaim, que hace las veces de traductora.

“Cuando les recogió la policía le tomaron las huellas. Después, el trato con ellos fue casi nulo. El campamento solo tenía colchonetas para dormir. Había muchísima gente, dormir era imposible. Estuvieron allí durante 72 horas”, explica Asimi.

“Al llegar una patera a costas españolas lo primero que nos vamos a encontrar es una intervención de los cuerpos de seguridad del estado y de Cruz Roja”, expone Pedro López, coordinador de Cepaim. “En esas 72 horas se trata de recibir a estas personas, verificar y hacerles las PCR por parte del sistema público de salud, y garantizar si tienen COVID-19 o no”. 

Contagios minoratorios

“Los contagios son minoritarios”, interviene Segura. “Lo que ocurre es que si toda una patera convive con un solo chico con coronavirus durante la travesía son contactos estrechos, por lo que debemos ponerlos en cuarentena”.

La llegada de pateras a menudo se vincula erróneamente con la segunda ola del brote de coronavirus y el aumento del número de casos, que el pasado viernes alcanzaron por primera vez los mil positivos diarios en la Región.

“Esa sensación de personas que vienen contagiadas y por lo tanto son un flujo de transmisión del virus es una percepción de la ciudadanía en un momento en el que todo el mundo tiene mucho miedo”, asegura el director de la fundación de acogida humanitaria.

Un baño para 600 personas

El trayecto de Soufiane hacia la península duró 3 años. “Se desplazó de Argelia hasta Marruecos para atravesar Ceuta a través de una ciudad fronteriza. Cuando llegó a Ceuta le amenazaban por la noche, le golpeaban y le robaban. En el CETI la comida no era buena y no le daban dinero, por lo que tenía que buscarse la vida como aparcacoches. Estuvo allí dos años y un mes. Lo pasó muy mal”, relata la técnica de acogida.

“Lo más duro fue cuando el Ministerio lo trasladó a Sevilla y le separaron de su mujer. Ella estaba embarazada de gemelas y se quedó en Ceuta sola”, cuenta Fátima.

Soufiane experimentó en sus carnes el hacinamiento de los CETI: “En Cepaim solo compartía habitación con una persona. El trato y la comida eran diferentes. En el CETI había 600 personas, en ocasiones era imposible entrar al baño”, denuncia Asimi.

Trabajo y papeles

“Los migrantes son jóvenes y quieren trabajar. No han venido a vivir de la limosna. El día de mañana quieren ser independientes. Lo que más les preocupa son los papeles. Se preguntan cómo van a trabajar sin permiso de trabajo. En el caso de Soufiane también se pregunta con qué va a comprar la leche de sus hijas. Él pretende ayudar a España, quiere dar un buen ejemplo de su país, aportar algo. Pero para eso necesita papeles para trabajar. No quiere que se aprovechen de él y le den un trabajo donde no le paguen”, insiste la técnica de acogida.

“El sistema de acogida está funcionando y está garantizando la salud comunitaria. Relacionar el aumento de la COVID con la llegada de migrantes atenta contra la convivencia”, concluye Segura.

Etiquetas
stats