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La fiebre de las mascarillas llega a Euskadi en puertas de la jornada de regreso para la industria

Urkullu y Murga, con mascarilla y otras protecciones, en una visita a la empresa Maier, este lunes

Iker Rioja Andueza / Maialen Ferreira

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El plan del Gobierno de Pedro Sánchez de acompañar la vuelta al trabajo de la mayoría de sectores tras dos semanas de parón para frenar los contagios con la recomendación de uso de mascarillas ha desatado en Euskadi una auténtica fiebre por unas protecciones que no garantizan una inmunidad total frente al enemigo Sars-Cov-2. La DYA, la Cruz Roja y personal de Protección Civil repartirán este martes de forma gratuita casi 500.000 unidades en trenes, tranvías, metros, autobuses y otros medios de transporte colectivo y, a la vez, la demanda de estos productos se ha disparado en las farmacias, que en su mayoría no disponen de 'stock' o, si tienen a la venta, lo comercializan a precio de oro.

El delegado del Gobierno en Euskadi, el socialista Denis Itxaso, se ha reunido este lunes con el 'número dos' de Seguridad del Ejecutivo autonómico, Josu Zubiaga, para concretar el sistema de reparto de las protecciones, que se extenderá también al miércoles. Zubiaga ha manifestado que es más una medida de “concienciación” que completa otras más importantes como el cuidado con las superficies de contacto común, el resto de las distancias o el lavado regular de manos. “Hay que rebajar las expectativas”, ha apostillado Itxaso.

Los Gobiernos central y vasco recuerdan, además, que el suministro facilitado por el Ministerio de Sanidad es de mascarillas higiénicas, ni quirúrgicas ni desde luego las FFP2 o FFP3. “No podrían ser utilizadas por los sanitarios”, explican a modo de ejemplo. Las autoridades sanitarias vascas -que siempre se han opuesto al uso generalizado de mascarillas protectoras por parte de la población- remarcan que su empleo es una “recomendación” y no una obligación y que se dirige especialmente a los usuarios de transporte colectivo. Zubiaga ha pedido “evitar” esas posibles aglomeraciones. No son necesarias para quienes acuden a trabajar o a hacer sus compras andando, en bicicleta, en moto o en automóvil.

Sin embargo, en puertas este lunes se ha visto por vez primera al lehendakari, Iñigo Urkullu, y a la consejera de Salud, Nekane Murga, con mascarilla, además de con guantes. Visitaban la empresa Maier, que ahora exporta “viseras 'made in Euskadi' a todo el Estado”. Era una “obligación” vestir de esa manera para acceder al taller. De hecho, también han superado un control para comprobar que no tenían fiebre.

Intermediarios aparecen en las farmacias

En Euskadi ha habido quienes se han querido anticipar al reparto y adquirir sus propias mascarillas. De hecho, es corriente que las personas que tienen que salir a la calle las usen de manera más o menos habitual desde hace semanas, aunque en ocasiones reutilizando material de un solo uso o colocando mal la protección. No son pocos los que se fijan unas mascarilla para prevenir una enfermedad respiratoria la que genera el coronavirus y se la retiran para fumar un cigarro antes de volverla a subir. Y la mayor demanda y la escasa oferta han disparado los precios.

Una farmacia de Vitoria vendía antes de la crisis una caja de 50 mascarillas quirúrgicas a 3 euros y ahora el paquete sale a 100 euros. “Pedimos todos los días pero luego no nos las sirven”, lamenta la farmacéutica, que este lunes ha agotado un pocas horas las escasas unidades del último suministro. En Eibar, una compañera deja claro al principio de la entrevista que no tiene material: “Ahora mismo nada. Cero”. Su último pedido lo vendió “en una hora” y eso que salía a 3,50 euros la unidad. ¿A cuánto estaba antes? “No lo sé. Antes de empezar esto no vendíamos mascarillas. Nunca hemos tenido demanda”, se sincera. “Hace tiempo que no tenemos”, explican en Areitio de Donostia. Las últimas las consiguieron de proveedores chinos y las venideron con lista de espera Por no tener, no tienen ni para los propios trabajadores: “En el colegio de farmacéuticos nos consta que no hay. Nos mandaron una por persona, una FFP2. Pero no hemos conseguido más”.

Una de las farmacias más frecuentadas de Bilbao es la que se encuentra en la Plaza Nueva. “Comenzaron a agotarse a mediados de marzo”, apunta la farmacéutica detrás de una mampara de protección para reducir los contactos. Cerca de la céntrica plaza Moyua, una farmacia con el mismo nombre recibió este domingo paquetes de cajas de 50 mascarillas de un solo uso. Las venden por 1,20 euros cada una. A primera hora de este lunes ya estaban agotadas. “Primero se gastaron las ‘buenas’, de las que son para más usos y son más duras. Ahora cada vez que traemos de las desechables se gastan en unas horas y tenemos que volver a colgar el cartel de ‘no tenemos mascarillas’”, informa.

“Tenemos millones de llamadas para conseguir mascarillas. Es todo un poco caótico. Hay mucha desinformación y confusión”, protesta Ane, de una oficina de Llodio sin suministros. En realidad, sí podía haberlos tenido, pero desecharon colaborar con intermediarios que están apareciendo para hacer negocio en medio de la pandemia. “Han aparecido de repente. Te llaman y te dicen, 'Mira, soy Alejandro, de tal laboratorio. Te ofrezco mascarillas”, narra. En su caso, eran FFP2 a siete euros la unidad, con lo que la venta al público, con el IVA al menos, se iba a disparar de precio. Además, les obligaba a pagar todo el pedido al contado y a hacer un pedido mínimo de 700 unidades, 4.900 euros. En Eibar también han aparecido esos comisionistas de la nada. “Ni le pregunté nada”, apunta la fuente consultada.

¿Y qué ha pasado con los proveedores industriales? Una empresa del metal de Vitoria afirma tener material para “40 días de trabajo”, prácticamente dos meses. Han recibido suministros de un proveedor habitual tanto en la primera semana del estado de alarma como ahora para la reapertura tras el parón. El precio, eso sí, ha sido bastante más caro: máscaras FFP2 que antes valían 1,80 euros ahora cuestan 4,50. Con EPI para toda la plantilla y un plan de entradas escalonadas y separación en el autobús para los trabajadores, esta empresa retomará con normalidad su producción. Pero, ¿podrán hacerlo esas pequeñas empresas que donaron EPI a los hospitales y ahora no encuentran material en el mercado para reabrir?

A preguntas de los periodistas, el portavoz del Departamento de Salud, Mikel Sánchez, ha indicado que el Gobierno vasco “no tiene potestad” para controlar esta situación en las farmacias y entre los proveedores. Sánchez ha añadido que “la recomendación es que se vendan a precio de coste”.

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