La desinformación amenaza la democracia, por supuesto
El Telediario de TVE ha contado, transcurridos 10 minutos desde su inicio, que el PP ha sido encausado por la destrucción de los ordenadores de Bárcenas, aunque no contenían información relevante. La dirección daba prioridad a otro tema: las noticias falsas son desde ahora una amenaza a la seguridad de España y del mundo entero. Las Fake news que, según ellos, se distribuyen a través de las redes sociales en ciberataques. Cualquiera podría aceptar, si se trata de evitar un atentado terrorista o daños similares, un programa de actuación gubernamental. Pero no es bondad todo lo que reluce.
El PP avanza en la extensión de las mordazas con la colaboración de su prensa empotrada, sin que opongan obstáculos sus socios. La iniciativa, no por casualidad, la lleva el ministerio de Defensa. La nueva Ley de Seguridad Nacional, consensuada con PSOE y Ciudadanos, incluye por primera vez la desinformación como amenaza. Si se mira bien, la desinformación daña gravemente no solo las estructuras del Estado sino a la sociedad y a la propia democracia, pero me temo que no entendemos lo mismo por desinformación. Ni mucho menos. Ellos piensan en las redes sociales. Algún indicio les ha debido llegar del Capitalismo 3.0, el auténtico motor de las campañas, mercenario más que político, pero todo es susceptible de ser aprovechado.
“El Gobierno ha sido extremadamente cauto al evitar atribuir a Moscú la autoría de las noticias falsas que inundaron las redes sociales en los últimos días de septiembre y principios de octubre”, nos dice una de las reseñas más activas. El agente Cipollino y la invasión masiva de rusos que le colaron a la ministra Cospedal unos humoristas del país en cuestión, ha debido aconsejar no tentar más la suerte. El campo de batalla es aquí, en España, con la información libre en momentos muy críticos. Hay noticias realmente sensibles.
El Partido Popular va a hacer historia sentándose en el banquillo acusado por la jueza Rosa María Freire de destruir los ordenadores de Bárcenas dado que, según atestigua la magistrada, el borrado torpedeó “una causa criminal de indudable transcendencia”. Por corrupción. Y están unas elecciones en Catalunya que deben ganar “los buenos” para no tener que repetir las votaciones como anuncian algunos cargos del PP. En este momento no sabemos de riesgos añadidos de terrorismo, salvo la poca tranquilidad que da enterarse –aunque no se le ha dado gran difusión mediática tampoco- que el CNI mantuvo contactos a lo largo de 4 años con el imán de Ripoll, considerado el cerebro de los atentados en Catalunya este verano.
El PP tiene un concepto muy peculiar de lo que es desinformación e información veraz. No hay más que ver -si el cuerpo aguanta- TVE a diario para saberlo. Desde Los Desayunos a cada telediario -con excepción de la minoritaria, por la hora, La 2 noticias- y darse el festín monumental de manipulación en el programa que mantiene el nombre de Informe Semanal los sábados. Más aún, el presidente de la Corporación RTVE se mofa a diario de las críticas.
Cospedal lo explicó con toda claridad cuando criticó a la periodista Ana Pastor quien, a continuación, fue expulsada de Los Desayunos precisamente. Su modelo de televisión autonómica en Castilla-La Mancha no deja lugar a dudas. Se llevó de director a uno de los tertulianos de la Caverna Mediática más tendenciosos: Nacho Villa. Tanto él como su jefa de informativos fueron condenados por hitos de su gestión. Sobre todo de maltrato al personal. Dejaron una deuda de 13,5 millones de euros. Olvidaron ser “extremadamente cautos”.
Es alarmante que clamen por la veracidad de las noticias cuando han sido acusados, en diversas tramas de corrupción, de montar campañas para dañar la imagen de sus adversarios o para lavar y promocionar las suyas. Con perfiles falsos evidentemente. Y, ni siquiera mediando amor al partido, sino pagados con dinero público. Los dirigentes del PP saben cuánta Púnica les ha ayudado. Botella o González para mejorar su imagen, según la acusación. Aguirre para, además, desprestigiar a la Marea Verde por la sanidad pública. Sí, la desinformación es perniciosa.
La pasión por la transparencia informativa del PP se aprecia en su afán de evitar se sepa cómo distribuye la publicidad institucional -ese gran eufemismo-. Saber, sabemos, de vez en cuando se publica el desproporcionado y nada inocente reparto. Este medio, eldiario.es, ha logrado una primera sentencia favorable, de los 8 recursos interpuestos por el PP para mantener el secreto de su propaganda (institucional) con dinero público.
Cospedal, desde una tribuna tan solvente como La Razón, el diario que dirige Francisco Marhuenda, ha planteado crear un comité que reunirá a diputados y editores de medios para acabar con el riesgo de la desinformación. Muchos de ellos son de los que ven un ordenador y les entran palpitaciones. Las redes les quitan el sueño, han destruido la placidez en la que vivían. No pueden con la información horizontal que se les escapa.
Porque los medios concertados son los mismos que hurtan noticias, al punto de no contar ni media palabra de exclusivas que sacan los periódicos de Internet. Los que manipulan portadas y titulares a diario. Muestran una realidad paralela y tan uniforme en sus mensajes como aquel histórico día en el que todos llevaban la misma portada: un anuncio del banco de Santander.
Se comieron los papeles de Blesa cuanto pudieron y la presencia que se le atribuyó en los paraísos fiscales de Panamá. Nada se supo tampoco de la referencia a la segunda mujer de un conocido político en esa misma revelación. Ni de las vacaciones caribeñas de José Manuel Soria que acabaría dimitiendo por los negocios offshore. Opaco silencio acerca de las maniobras del juez Alba contra su colega Victoria Rosell. A remolque en informar de los muertos de El Tarajal o los mensajes de los reyes al compi yogui López Madrid. En general la manga ancha que funciona en un sector de la justicia (cuando se trata de hacer cumplir la sentencia a Urdangarin, por ejemplo) tiene su equivalente en los medios adosados -prensa, radio y televisión-. Guante de seda para Rato y otros imputados de postín. El PP incluido, primer partido juzgado en el contexto de um caso por corrupción. Rajoy incluido, pieza fundamental de ese partido a través de los años.
Un rápido vistazo de los últimos días. No llevaron a portada las amenazas vertidas en el chat de la policía municipal de Madrid. Al día siguiente, ninguno; el resto del tiempo, casi ninguno. La condena por corrupción a ex miembros de la Xunta de Galicia no la incluyeron en primera página ni los diarios gallegos. Vean el día que Eduardo Inda soltó sus cosas en el Senado, qué titular, y qué foto. Y la diferencia con el día en el que jefe de la UDEF dijo en el Congreso que Rajoy cobró sobres en negro de la caja B del PP que es “corrupción en estado puro”.
El bochorno es diario. Juicios de valor continuos en los titulares de noticias. Todos con su hilo y su puntada bien precisa. Un sobresalto cada noche en las portadas. Les invito a seguir este perfil que las enlaza a diario. Claro que hay una batalla contra la información, enormemente dañina, pero no la llevan a cabo las redes y los medios de Internet. Por el contrario, es el poder quien los quiere controlados. El asunto es tan grave que daría para varias tesis doctorales como mínimo. Y les quedan pendientes las normas que avanzan para controlar Internet e “impedir el anonimato”. Teórico, detrás de cada usuario hay como mínimo un ID. Una medida así solo se entiende para coaccionar a los usuarios. Mal los insultos y amenazas, A todas y todos, no solo si se dirigen a dirigentes de PP y Ciudadanos, porque el resto de políticas y periodistas no les ocupa en absoluto. La Turquía de Erdogan, cada vez más cerca como modelo. Peor aún, más cerca.... de China. La dictadura asiática ha endurecido su acreditada censura con la obligación desde octubre de registrarse con los datos personales verdaderos para publicar un comentario. Era el último reducto de la crítica.
De buena fe o por pereza, muchas personas solo se informan por los medios concertados. Los Telediarios de TVE que desdeñan displicentes en las Redes, congregan a cerca de 2 millones de personas. Más o menos las mismas que Antena 3 y Telecinco que tampoco se quedan mancos en su servicio a la causa. Con meritorias excepciones, en las radios es un bombardeo constante. Para una generación anclada en los felices 80´, El País aún sigue siendo un referente. Y el resto de esta prensa desgarradora tiene su público, que en bien suyo y los demás debería agudizar su sentido crítico.
La desinformación es acumulativa y letal. La sociedad no llega a calibrar cuánto. Es como si alguien padeciese un cáncer y le dijeran que tiene un resfriado y se limitara a tomar analgésicos. Es la guerra. Habrán de ser los propios ciudadanos quienes pongan los medios de selección para evitar sus daños colaterales.