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España entra en la fase de máximo riesgo de incendios forestales con la amenaza de un verano más caluroso de lo normal

Agentes del Brifor trabajando en la extinción del fuego en Arico en mayo de 2021.

Raúl Rejón

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Este martes ha comenzado oficialmente la temporada de riesgo máximo de incendios forestales en España, que se extiende hasta el 15 de octubre. Y las condiciones climatológicas no son halagüeñas: temperaturas mas elevadas de lo normal y precipitaciones habituales, es decir, escasas, según ha previsto la Agencia Estatal de Meteorología.

Hasta ahora, se han abrasado 18.200 hectáreas (ha) en 2.800 incendios por toda el país, según la estadística del Ministerio de Transición Ecológica. Ambos datos están por debajo de la media de la década a estas alturas, aunque faltan los datos del Principado de Asturias, cuya época más incendiaria es, precisamente, el invierno. Sin embargo, los seis grandes incendios de más de 500 hectáreas entre enero y mayo doblan la media decenal.

“Nos preocupa especialmente el aumento de estos grandes incendios en los que venimos insistiendo desde hace mucho tiempo, ya que son los que más afectan al entorno y, siendo una proporción muy pequeña de los siniestros, suponen el 40% de todo lo quemado”, reflexiona la coordinadora de restauración de WWF, Diana Colomina.

Uno de esos grandes incendios en esta primera mitad del año destruyó más de 2.800 hectáreas en la isla de Tenerife, donde alcanzó terrenos del Parque Nacional del Teide. La cuestión es que, a pesar de que se registran menos incendios –la media de esta década ha caído un 37% respecto de la anterior– los grandes fuegos han multiplicado su devastación: son apenas el 0,18% y queman muy poco menos que todos los demás juntos.

La realidad que muestran estos datos se alinea con los estudios de impactos atribuibles al calentamiento global tanto planetarios como los previstos para España. El estudio de impactos y riesgos derivados del cambio climático 2021 del Ministerio de Transición Ecológica explica que “facilitará la predisposición del combustible a arder”, lo que deriva en “un mayor riesgo de ignición a igualdad de negligencias y accidentes provocados por la mano del ser humano”. Y concluye que, a pesar de las incertidumbres, “está claro que el peligro de incendios forestales provocados por el clima aumenta con el cambio climático en todo el Mediterráneo”.

Los montes españoles son más vulnerables ante estos incendios de grandes dimensiones. Las condiciones meteorológicas derivadas de la crisis climática, el abandono rural y la proliferación de viviendas en las zonas de transición entre el bosque y los núcleos urbanos favorecen la propagación de llamas casi incontrolables.

Para junio, julio y agosto de 2021, la Agencia Estatal de Meteorología ha calculado que “lo más probable” es que las temperaturas estén por encima de la media de referencia (el promedio del periodo 1980-2010) y que esta situación se produzca en toda la península y los archipiélagos excepto la esquina noroccidental. En cuanto a las lluvias, la mayor probabilidad es que sean unos meses normales y, por lo tanto, secos.

“El estado de vulnerabilidad del campo y las condiciones meteorológicas pueden crear un cóctel muy peligroso”, remata Colomina. Esta ingeniera de montes añade el previsible boom de actividades al aire libre que se espera este verano: “Después de la parada por la COVID-19 se prevé una vuelta fuerte de actividades humanas en el campo que también van a multiplicar el peligro. Hay que insistir en que no se realicen actividades de riesgo como son barbacoas, usar maquinaria, tirar colillas…”. Esta recomendación puede parecer una obviedad, pero hay normativa que admite barbacoas en áreas recreativas a la puerta de un parque nacional en época de máximo riesgo.

En este sentido, Theo Oberhuber, de Ecologistas en Acción, considera que las administraciones responsables de los espacios naturales deberían llevar a cabo estudios de capacidad de cada entorno: “Hay que saber cuánta gente puede soportar un espacio concreto, porque se está viendo ya que hay muchas ganas de volver al campo y eso supone cierto riesgo. En el caso de los incendios puede ser un agravante, desde luego”.

Al fin y al cabo, más del 90% de todos los incendios forestales en España son causados por las actividades humanas. “En la mayoría de los casos son negligentes”, explica la última Memoria de la Fiscalía de Medio Ambiente. Aunque también añade que en “el norte de España se hace referencia a un aumento de los incendios, generalmente provocados”. Y menciona, como hace recurrentemente desde hace años, las comunidades autónomas de Cantabria y Asturias debido a la quema de monte intencionada para generar pastos.

El Ministerio de Transición Ecológica ha presentado este martes su dispositivo contra el fuego, que “complementa la acción que corresponde a las Comunidades Autónomas en virtud de sus competencias en Protección Civil y gestión forestal”. El plan incluye medios aéreos, unidades móviles y miles de efectivos, entre ellos la Unidad Militar de Emergencias. Oberhuber pone el acento, precisamente, en este aspecto: “Echamos en falta más coordinación en medidas que vayan a la causa del fuego como ofrecer alternativas –y ayudas– para las prácticas de riesgo de determinados colectivos que luego derivan en un accidente y de ahí un incendio”. Se refiere al uso de máquinas, la quema de rastrojos, la basura… “Pero, al final, parece que cada administración hace un poco la guerra por su cuenta y se acaba dependiendo mucho de los medios de extinción”, remata el ecologista.

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