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O gobierno progresista o triple derecha

Pedro Sánchez ante su investidura. EFE

Rosa María Artal

Habrá que decirlo sin sutilezas porque sin sutilezas se maniobra. Pendientes de la investidura de Pedro Sánchez y de la formación de su gobierno, se multiplican los gestos para condicionarlo. Mientras, la triple derecha  llegada en pactos a las instituciones, da aplastantes muestras de lo que es y piensa hacer. Hay que elegir el bando, no hay otra. Pero en la mesa de negociación, o en la silla, o en el diván, se sientan más de los que se ven, siendo muchos los que se ven.

La cúpula y los barones del PSOE no quieren a Pablo Iglesias en el gobierno. Textualmente. Como mucho tolerarían,  desde su minoría insuficiente, a otros miembros de Unidas Podemos en algún ministerio, o en puestos administrativos de segundo nivel. Es lo que ofrece Pedro Sánchez a Pablo Iglesias. La cuarta reunión este martes entre ambos ha concluido sin acuerdo y con posiciones alejadas.

    Puestos a elegir, preferirían mejor a nadie de UP en ningún puesto. Así se deduce de la apasionada lucha por sumar a Ciudadanos al proyecto como siempre quisieron los que quieren estas cosas para sus fines. Lo que vienen a ser los mercados con piernas, o los poderes en general con manos largas. O la alta autoestima de quienes no quieren sombras. Inciso, Joan Baldoví de Compromís lanza la genial propuesta de incluir en ese bloque a Errejón y Carmena como ministros de Sánchez.  Nada podría hacer más feliz al aliado preferente, a Pablo Iglesias.

A los barones del PSOE con inclinaciones naranjas e incluso azules ya los conocemos en vida y obra. En la cúpula, reinando aún, tenemos a Felipe González que se queja de no haber recibido ni una llamada de Sánchez. Y se teme lo peor.  El que se sienta con Vargas Llosa y Bertín Osborne, proclamado periodista, como moderador. Este Felipe González que dice: “¡Hay que plantarse!” ante Isabel Preysler con “unas grandes gafas de sol a las nueve de la mañana en un local con no demasiada luz”, como cuenta Íñigo Sáenz de Ugarte. Porque lo más dramático de España hoy es el patetismo de algunas élites y de sus voceadores. Y este cuadro de ex presidente al que se le cayeron las tres primeras letras de las siglas del PSOE, Premio Nobel ultra enfurecido y cantante de derechas que entrevista es insuperable.  

Y ese alborozo porque unos cuantos miembros destacados de Ciudadanos han descubierto que su partido es de derechas y se van incapaces de soportarlo. No les dio una pista ni la foto ultra de Colon. Ni los pactos suscritos con la ultraderecha. Toni Roldán, precisamente, el primer dimitido, aplaudió  el primer gran acuerdo PP-Cs-Vox: “Existe una ventana de oportunidad para un cambio de rumbo histórico en Andalucía”. El eurodiputado Javier Nart  tiene en su haber unas declaraciones sobre los nacidos con Síndrome de Down por las que tuvo que pedir disculpas su partido.  Francisco Igea, otro crítico,  ha mantenido al PP al frente de  Castilla y León tras 32 años tiznados de corrupción.  Y sigan sumando en otras comunidades.

¿A quién ha engañado Ciudadanos, por favor?  Proclives a abaratar el despido, no subir el salario mínimo, retrasar la edad de jubilación o bajar impuestos a los ricos. Añadan la promoción de los vientres de alquiler, suprimir el agravante por violencia de género o vetar a migrantes de la sanidad pública. Con un Albert Rivera al frente, fuera de sí, que ha perdido el favor de los medios que le alzaron al infinito. Si cae, tienen a Inés Arrimadas, que es idéntica con voz de mujer.

Pues el PSOE lo tiene claro. Aprovecha la crisis de Ciudadanos para presionar a Rivera: “Escuche a su alrededor y recapacite”.  Ábalos le insiste a Albert Rivera: “Salga de su laberinto, la realidad es tozuda”.   

La realidad es muy tozuda en efecto, y el clamor que no parece escuchar el PSOE es el de sus propios votantes, de los que acudieron a Ferraz a gritar “Con Rivera no” o de los progresistas asustados de todo el país porque la triple derecha puede sentarse también en la Moncloa.

No se ocultan. Almeida y Villacís, con Vox en trino y uno, han emprendido una feroz política de ultraderecha que ataca los derechos de la mujer y de los colectivos LGTB. Suspende actos culturales, los Foros Locales y comienza una batalla contra los movimientos vecinales de Madrid. El de Córdoba lo primero que ha hecho ha sido reponer los nombres franquistas suprimidos de sus calles. 

PP, Ciudadanos y Vox  tampoco incomodan a quienes ven un resquicio para volver al bipartidismo imposible. Se hunde en toda Europa y aquí no lo resucitarán ni las maniobras mediáticas. Un bipartidismo en el que se ha vuelto a salvar al PP de Casado con los peores resultados de su historia. Y que llega –en el caso de que no se trunque por la ruptura de los acuerdos trileros de PP y  Vox– con las sombras de trapicheos o corrupción que le son  propias. Antes de ser Presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso ya viene con padre y pufo incluido

Todo antes que Unidas Podemos, todo antes que Pablo Iglesias. Cómo se va a sentar en el Consejo de Ministros. Algunos tertulianos y periodistas de fuerte poder bajo mano anuncian cólicos misereres para sus intestinos si tal cosa sucediera. Uno, afín al PSOE, se desparrama en Twitter contra él de forma obsesiva: Veo que Pablo Iglesias vuelve a exigir sillones ministeriales. No aprenderán nunca. Pablo Iglesias, por un ministerio, MA-TA. Llevo 10 días viendo más a Pablo Iglesias que a mi marido. Pero está perseguidísimo por los medios. @Pablo_Iglesias_ ha hecho presidenta a Díaz Ayuso y alcalde a Almeida. @Pablo_Iglesias es el cáncer de la izquierda española. No me puede dar más asco.

Hemos vuelto ya a la fase en el que los sondeos sustituyen a las urnas. El 60% no quieren un pacto PSOE con Iglesias. ¿Entre qué muestra? Con todos los votantes de la triple derecha incluidos es un gran resultado que distrae el titular.

Todo empezó el día que se dejó impune al franquismo como no ha ocurrido en ningún país vuelto a la democracia tras una dictadura. Ni siquiera tan larga como padeció España. El franquismo, sus negocios, sus prebendas, sus lacras. Por eso siguen ahí pudriendo la legalidad y la convivencia.

Pedro Sánchez no tiene los escaños suficientes para gobernar. Es mucho más fuerte con Unidas Podemos. Y los nacionalistas son partidos democráticos y más presentables en general que Vox y hasta Ciudadanos y, desde luego, PP. Es cierto que “Por cada dos personas que han votado al PSOE, una ha votado a Unidas Podemos” como recalcó Pablo Iglesias en La Cafetera de @radiocable.

Dos y dos son cuatro por más vueltas que le den estrujando las cifras a derecha e izquierda. Visto lo que ya hace la tripe derecha, sería intolerable no formar un gobierno progresista, repetir elecciones y sentar a la involución declarada en La Moncloa. ¿Se entiende ya claro?

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