Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Puigdemont estira la cuerda pero no rompe con Sánchez
El impacto del cambio de régimen en Siria respaldado por EEUU, Israel y Turquía
OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

Dos activistas afrontan posibles penas de cárcel por la protesta en Arraijanal

Imagen de la detención de Leticia González, el 24 de mayo

Néstor Cenizo

Dos activistas contra la construcción de una academia de fútbol en Arraijanal, un paraje en el que se encuentra la última playa virgen de la ciudad de Málaga, se exponen a una condena de dos años y seis meses de prisión por un supuesto atentado contra la autoridad y lesiones leves. El fiscal les acusa de haber agredido a los policías que los detuvieron cuando se negaron a retirar unas pancartas. Los activistas también se querellaron contra los agentes, acusándoles de agresión. El juicio contra los activistas se celebrará el próximo 8 de enero.

Según el escrito de acusación del fiscal, basado en el relato de la Policía, Leticia González y Rafael Doblas insultaron y lanzaron puñetazos y patadas a los agentes, después de negarse a retirar unas pancartas que habían apoyado contra una valla. Según esa versión, ambos habrían seguido pegando patadas mientras los llevaban a comisaría, por lo que el coche policial paró. Con el vehículo detenido, un agente abrió la puerta y recibió varias patadas e intentos de mordiscos, lo que se habría repetido en comisaría. Cuatro agentes declararon haber sufrido algún dolor o contusiones en dedos, aunque inicialmente ninguno necesitó tratamiento médico.

Leticia González y Rafael Doblas son Leti y Fali, dos activistas muy conocidos en Málaga. Están presentes en muchas de las reivindicaciones sociales en la ciudad, y desde el principio se involucraron a fondo en la lucha contra la obra de Arraijanal. La versión que dan es muy distinta, hasta el punto de que en su día interpusieron una querella contra los policías.

“Nosotros no le pegamos ni amenazamos absolutamente a nadie”, asegura Doblas, a quien la policía también acusa de haber proferido insultos y amenazas. “Me atribuyen una forma de hablar que yo no uso. No hablo así a nadie, nunca, y menos a la policía armada que me lleva detenido. El problema es que ellos tienen presunción de veracidad…”, explica Doblas. González también lo niega: “Yo estaba nerviosa pero no se me ocurre tocar a un policía. Nunca me he peleado físicamente con nadie, en mi vida”.

Los insultos no encajan en la forma habitual de protestar de estos dos activistas, casi siempre presentes en manifestaciones o desalojos. Del momento de la detención quedaron varios vídeos, donde no se escuchan insultos ni se ven agresiones. En uno de ellos se observa a los activistas junto a la valla, en silencio y con pancartas, y dos agentes se dirigen a Doblas, que no se resiste, para llevarlo al coche.

En el otro, grabado inmediatamente después, se escucha al activista gritar reiteradamente “no violencia”, mientras lo esposan y otros increpan a los policías. Ella intenta colocarse en la puerta del coche mientras grita “¡A él no se lo llevan!”, hasta que un policía la tira al suelo y la inmoviliza con su rodilla.

Detenidos toda la noche

Los dos fueron llevados a comisaría, y el relato que hacen del trayecto es muy distinto al de los agentes. “Yo les estuve hablando, hablando, hablando, hablando sin parar. Dándoles el mitin, pero con argumentos, denunciando las actuaciones policiales, cómo nos tratan a quienes defendemos la naturaleza...”, recuerda Leticia González. “Sólo les dije que me daría vergüenza, y que allá ellos con su moral”.

Al llegar a comisaría, el copiloto estaba muy cansado de la charla de la activista. “Cuando llegamos al parking, me sacó de los pelos y me tiró al suelo. Caí de rodillas y me mantuvo con la frente en el suelo. Cuando fui a incorporarme me estranguló. Fue un gesto buscado. De repente no podía gritar ni respirar. Supongo que fueron segundos, pero para mí fue muy largo”, asegura Leticia.

Los dos estuvieron detenidos desde las seis de la tarde del 24 de mayo hasta pasadas las tres de la tarde del día siguiente. No se les tomó declaración hasta la mañana del 25. En una fotografía tomada a su salida de comisaría se aprecia un intenso moratón en el cuello de ella. La misma semana en que fueron detenidos, Rafael y Leticia interpusieron una querella contra los policías. Este procedimiento está aún en fase de instrucción. Su abogado pidió las grabaciones del aparcamiento, pero cuando el juez las requirió, pasados varios meses, ya habían sido borradas. También han pedido el bruto de las grabaciones de Canal Sur en el momento de la detención.

Una eventual condena podría suponer que Doblas entrara en prisión, porque tiene actualmente suspendida una condena por desórdenes causados cuando trataba de impedir, en agosto de 2011, la deportación de Sid Hamed Bouzian, un argelino que había solicitado asilo. Los activistas acamparon durante quince días frente al CIE de Capuchinos, que acumulaba un sórdido historial y que ya fue cerrado. Bouzian, que se casó en el CIE, logró quedarse en España, pero cuatro activistas fueron condenados siete años más tarde, después de un acuerdo en el que la Fiscalía rebajó la pena que pedía inicialmente y eliminó de sus conclusiones las supuestas patadas, puñetazos y lesiones.

“¿Me vas a detener estando Canal Sur?”

Desde el día siguiente a que comenzara la obra de Arraijanal, el 12 de marzo, grupos ecologistas y otros activistas complementaron la vía administrativa y judicial con la protesta in situ. El juicio contra los dos activistas llega con la obra parada y el campamento desmantelado desde mediados de septiembre.

La mañana de los hechos varias patrullas de la Policía Local y los servicios de limpieza se habían personado en el campamento (el número seis) para desalojar a los activistas. No era la primera vez que ocurría. Desde un par de meses antes, un grupo de unas veinte personas acampaba por turnos y realizaban acciones de sabotaje para dificultar el avance de las obras. La acción más recurrente era encaramarse a los árboles para evitar su tala, y varios activistas pasaron varias noches durmiendo sobre las ramas. Varias veces les desalojó la Policía, y las mismas veces ellos volvieron a acampar, a veces resituando su campamento y dándole nuevo nombre.

La mañana del 24 de mayo, a las 7:35 de la mañana, los activistas se avisaron por Whatsapp de la llegada de varias patrullas de la Policía Local, agentes de paisano y Policía Nacional, y llamaron a algunos periodistas, asociaciones ecologistas y concejales de la oposición. Según denunciaron de inmediato, los agentes confiscaron los móviles a los acampados. Resignados, pero determinados a volver a instalarse, apenas les dio tiempo de guardar algunas cosas antes de que los servicios de limpieza arrojaran el resto a un camión. En aquel momento no se produjeron incidentes.

El panorama cambió por la tarde. Los activistas convocaron una asamblea y una concentración en Arraijanal. La Policía Local se presentó nuevamente y algunos agentes les requirieron para que retirasen los carteles apoyados en la valla de la obra. Doblas se negó. “”¿Me vas a detener de Canal Sur?“ Es lo único que dije. Eso le molestó”, asegura él. Lo que ocurrió después deberán determinarlo los jueces que se pronuncien. Primero, en el juicio a los dos activistas; después, en el juicio a los policías.

Etiquetas
stats