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La pandemia de la Covid-19 agrava los problemas de los profesores sordos de Andalucía para poder dar clase

Los docentes reclaman medidas de apoyo a las administraciones

Álvaro López

Granada —

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El coronavirus ha desbaratado la mayor parte de lo que conocíamos. Su presencia en nuestro día a día ha desajustado desde las tareas más cotidianas hasta los plenos en el Congreso de los Diputados. La sociedad se esfuerza por identificar los problemas que hay que superar para tratar de seguir comunicándonos mientras la pandemia de la Covid-19 siga entre nosotros Personas que tienen que realizar sus labores y que han visto cómo todo lo ocurrido no ha hecho más que empeorar su forma de poder trabajar. Los docentes sordos sienten que tienen que escalar una montaña de dificultades aún mayor de la que ya transitaban y, por eso, hace ya meses que reclaman soluciones.

Quienes no tienen problemas auditivos no tienden a pensar en las dificultades que padecen a diario quienes sí los sufren. Desde la actividad más banal hasta el ejercicio de una profesión, todo se vuelve más complejo. En Andalucía hay alrededor de medio centenar de docentes sordos que imparten clases en una treintena de centros educativos. Aunque su labor es tan profesional y dedicada como la de cualquier maestro oyente, el entorno no siempre colabora para que puedan ser los profesores que quieren ser. La falta de medios y el hecho de sentirse de espaldas a la Administración son dos cuestiones que se han agravado con la crisis del coronavirus.

Un informe de la plataforma 'La Ciudad Accesible' le ha dado cifras y les ha puesto nombre a los problemas diarios contras los que luchan los docentes sordos. El activista Antonio Tejada ha dirigido una investigación que deja claro que la Administración “está demostrando no tener ni idea de lo que es la accesibilidad y la discapacidad”. Para el creador del informe existe un consenso equivocado de que “parece que con los intérpretes de lenguas de signos (ILSE) se solucionan las barreras que se encuentra la población con discapacidad auditiva, cuando es solo una pata más”. Explica que hace falta ahondar en otras cuestiones y que la más urgente a día de hoy pasa por el uso de mascarillas transparentes que permitan la lectura labial.

Un día a día de barreras

Carolina, Fernando, José, Arabia o Francisco son solo cinco ejemplos de las decenas que hay en Andalucía de profesores que se encuentran con la barrera auditiva para dar sus clases como desean. Aunque los problemas no se quedan dentro del aula, porque en el entorno de la comunidad educativa hay barreras en casi todo. El simple hecho de participar en una reunión de profesores o de charlas formativas sin que haya intérpretes o los vídeos estén subtitulados ya convierten su labor en más difícil que la del resto. Por eso, su reivindicación principal engloba a todas las demás: que la Administración les facilite los medios para poder hacer su trabajo.

José, que es profesor en Granada de niños que tienen también discapacidad auditiva, lleva más de 15 años desarrollando su labor y sabe bien cuál ha sido la realidad desde hace tiempo. Explica que “el problema es que un docente sordo tendrá más facilidades para dar sus clases si el centro está predispuesto a cumplir con lo que dice la ley, pero no siempre sucede”. El maestro entiende que la falta de un consenso nacional sobre la educación con discapacidad auditiva hace que la mayoría de colegios “no estén preparados para el verdadero bilingüismo”. Entendiendo este como el que permite dar clase en castellano y en lengua de signos.

Una cuestión que se agravó con la pandemia de la Covid-19 y el confinamiento de primavera. Francisco, profesor de Educación Física también en Granada desde hace casi una década, recuerda que para gente como él era “imposible poder seguir los claustros online o los grupos de WhatsApp de profesores si alguien se comunicaba a través de audios”. La barrera del sonido aplicada al teletrabajo ha empeorado notablemente la capacidad de poder entender qué sucede en sus propios centros de trabajo. “En muchas ocasiones no nos hemos enterado de nada y hemos tenido que pedir a nuestros compañeros que nos lo expliquen después, con lo que eso supone”, dice el profesor. A través de Internet se produce un desfase entre la imagen y el audio que hace imposible la lectura labial en esas circunstancias.

Lo más urgente: intérpretes

Por eso, una de las cuestiones que más reclaman, ahora que los claustros y las formaciones se realizan en muchas ocasiones online, es que siempre haya una persona que intérprete en lengua de signos ya sea en clases, claustros o reuniones con padres. Por supuesto, sus peticiones pasan también porque estos profesionales de la interpretación sean la norma y no la excepción en el día a día de los centros educativos. Como explica José, “no puede ser que desde Educación les digan a los colegios que, si quieren tener uno, que lo paguen ellos, porque la mayoría no puede”.

Cuando se encuentran con ese tipo de cuestiones, se sienten al margen de la Administración. De hecho, entre sus reclamaciones denuncian que no quieren que la Consejería de Educación solvente los problemas dándoles bajas temporales o relegándoles a otros puestos administrativos. Como se señala en el informe de ‘La Ciudad Accesible’ esa propuesta es “una mala solución, un sobrecoste para el sistema y una discriminación a todo el profesorado sordo”. Para ellos es más viable y justo apostar por la homologación de mascarillas transparentes y la adopción del intérprete como norma y no como opción.

Carolina, que trabaja como docente desde hace cuatro años, es un buen ejemplo de que las mascarillas pueden ser transparentes. Ella porta una que le ha hecho su madre, y aunque no está homologada, sí quiere que sirva para que se entienda que es una solución. Ella se cuestiona cómo es posible que “las mascarillas que llevan muchos de nuestros alumnos no están homologadas, pero a nosotros nos lo exigen cuando las necesitamos para trabajar”. Ante esa situación, a veces sucede que tienen que pedir a los estudiantes que se las quiten para poder leerles los labios, un tema para el que piden instalar mamparas de seguridad que faciliten la lectura labial.

Superar la incomprensión

Todos los docentes entrevistados para este artículo reconocen que lo más difícil es enfrentarse a la sensación de que carecen de apoyo de las instituciones. El informe elaborado por ‘La Ciudad Accesible’ ha sido remitido incluso al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Según cuentan, “tenemos un grupo de WhatsApp a nivel nacional donde hablamos sobre los problemas que tenemos a nivel educativo en nuestra comunidad de docentes sordos”. Así han podido comprobar cómo los problemas no están únicamente en Andalucía, “aunque en algunos sitios les va mejor que a nosotros”, señala Francisco, el profesor de Educación Física.

Él mismo ilustra lo que a veces ocurre con algunos alumnos que ni entienden ni hacen por entender a sus maestros sordos: “A veces no puedes hacer nada si un alumno es rebelde y no cuentas con un intérprete que te pueda decir qué está diciendo”. Pero en su batalla diaria también hay hueco para las buenas noticias. “Una vez tuve un alumno sordo, con el que me podía comunicar por lengua de signos y él le decía a su madre que yo era la mejor profesora del mundo”, explica Carolina. Porque ahí está el origen de todo: entender y poder entenderse con una comunicación fluida.

Arabia, que da clases en un colegio público de Córdoba, reconoce que la pandemia ha hecho más difícil que la comunicación pueda ser todo lo eficaz que estaba siendo. Aunque antes no era perfecta, ella podía leerle los labios a alumnos y profesores, pero la mascarilla lo ha hecho imposible. “Algunos de mis compañeros se bajan las mascarillas para poder leerles los labios, otros no se lo bajan por miedo a contagiarse, como es obvio”, dice. La profesora lamenta que al ser “maestra de Pedagogía Terapéutica, imparto cada clase a un alumno o dos y me es imposible entenderles porque la mayoría hablan muy bajo y tengo que repetirles que hablen en voz alta”. Porque en su caso cuenta con un audífono que le permite escuchar ligeramente.

Queda tanto por hacer a nivel administrativo como lo demuestran los testimonios recogidos y como lo ilustra Francisco, un profesor malagueño que denuncia que se están ignorando informes de Riesgos Laborales que señalan precisamente los problemas que docentes como él viven. “No me han concedido ninguna de las adaptaciones solicitadas”, lamenta. “Soy un docente cualificado con muchos años de experiencia a mis espaldas y siento como todos los días se pone a prueba mi valía profesional. Me siento impotente ante un sistema que hace alarde de inclusividad pero que me excluye de muchas situaciones educativas en las que, con las adaptaciones oportunas, yo podría participar como uno más”.

Un decreto en tramitación

Desde la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía no explican por qué no hay intérpretes de lengua de signos en todas las aulas que lo precisan, ni si tienen previsto desarrollar algún plan para mejorar la enseñanza online de cara a derribar las barreras que se encuentran los docentes sordos. En declaraciones a eldiario.es Andalucía, fuentes consultadas se limitan a señalar que se desconoce el número de profesores que tienen esta discapacidad a nivel andaluz.

Educación avanza que “se ha solicitado a las Unidades de Prevención de Riesgos Laborales de las Delegaciones Territoriales un estudio sobre la casuística que se está presentando en relación con el personal docente con discapacidad auditiva y el uso obligatorio de las mascarillas en los centros educativos”. Otras fuentes consultadas de la Consejería confirman que han recibido el informe de ‘La Ciudad Accesible’ e indican que “se está tramitando un Decreto sobre profesional técnico de integración social e intérpretes de lengua de signos”. Medidas que a los docentes le parecen parches que intentan vender como éxitos rotundos y que no solucionan sus problemas diarios. “Hay más problemas allá de la necesidad de tener intérpretes”, sentencian.

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