Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

40 ANIVERSARIO
Sevilla, cierre de campaña 1982: “Perdemos a Felipe. Ya transciende las fronteras del PSOE y de Andalucía”

Felipe González, candidato del PSOE a la presidencia del gobierno, hace el signo de la victoria tras su discurso en la fiesta-mitin de cierre de la campaña electoral socialista, que se celebró en la gran explanada de la Ciudad Universitaria ante medio millón de ciudadanos.- EFE /

Daniel Cela

29 de octubre de 2022 06:00 h

0

El 26 de octubre de 1982, hace 40 años, el mitin de cierre de campaña del PSOE en las terceras elecciones legislativas tras la muerte de Franco empezó en Sevilla sin la presencia de Felipe González ni Alfonso Guerra, que estaban anunciados en el cartel. “Perdemos a Felipe, que ya no será nuestro, porque ha transcendido las fronteras del partido y de Andalucía en favor de todos los españoles”, había dicho el presidente del PSOE andaluz, Luis Yáñez, ante los 120.000 simpatizantes congregados en el Prado de San Sebastián. 

Sevilla iba a “perder” a Felipe González porque 48 horas después de aquel mitin, las urnas arrojarían la mayor victoria del socialismo en la historia de España -202 diputados-, de la que hoy se conmemoran los 40 años en un acto en el Palacio de Congresos de la capital andaluza, con el ex presidente y el actual líder de la nación, Pedro Sánchez, compartiendo escenario. Seis de cada diez andaluces votaron al PSOE aquel año, 12 puntos por encima de su marca en el conjunto del país (48,1%).

Los socialistas andaluces habían programado el acto final de campaña en el Casino de la Exposición de Sevilla, pero no lograron los permisos necesarios, y finalmente se ubicaron en la explanada del Prado justo enfrente (más ajustada al aforo que finalmente tuvieron). Felipe González no estaba en aquel mitin cuando Yáñez intervenía, pero aparecería minutos después, acompañado por su “amigo” Alfonso Guerra, al borde de la medianoche, justo a tiempo para pedir el voto antes del cierre de la campaña.

Habían abandonado con prisas el mitin final de Madrid, dejando en el escenario al rockero granadino Miguel Ríos ante medio millón de simpatizantes, para coger un avión a la capital andaluza, su ciudad natal.

Euforia y triunfalismo

elDiario.es ha reconstruido aquel mítico “mitin-fiesta” de los socialistas, la noche del 26 de octubre del 82, a partir de las crónicas de los diarios locales y de algunos de sus protagonistas y espectadores. “Había un cielo despejado y poco nuboso, no sé si hacía frío porque estábamos todos apretujados y porque el clima era de entusiasmo total. Se sabía y se sentía que íbamos a ganar”, recuerda Daniel, un maestro septuagenario que seis meses antes había tenido un hijo, pero se escapó “para ver a Felipe y Alfonso”.

En octubre del 82, el pichichi de la Liga de fútbol era el bético Poli Rincón, con siete goles; su equipo venía de empatar con la Real Sociedad en el Benito Villamarín, y el Sevilla de Manolo Cardo había goleado al Valladolid 1-4. En televisión emitían la serie Arriba y abajo, luego se cortaba la emisión unas horas, por las tardes ponían El libro gordo de Petete, y por las noches el programa de música en directo 300 millones.

En el centro de Sevilla, en la Campana y en la calle Martín Villa, abundaban los carteles electorales de Felipe González; los de Manuel Fraga, en la Plaza de la Encarnación; Adolfo Suárez, a lo largo de la Avenida República Argentina, mientras que Santiago Carrillo (PCE) y el andalucista Diego de los Santos compartían farolas en la Puerta de Jerez.

Sobre las 23.30 horas, bien entrada la noche, el entonces secretario general del PSOE apareció sobre el escenario, con traje gris y corbata roja, acompañado del que luego sería su vicepresidente durante muchos años. “¡Felipe, Felipe! ¡Se nota, se siente, Felipe presidente!”, gritaba la multitud. “Tenía la cara cansada y la voz enronquecida, pidió bajar el ruido para no forzarla más”. 

Del bolsillo de la chaqueta le asomaban unas gafas Porsche design, regalo de la cantante Massiel, que luego marcarían tendencia como los trajes de pana, recuerda José Luis Gutiérrez en su crónica para Diario 16. “Costaban 5.000 pesetas y varios periodistas que acompañaban a Felipe se las terminaron comprando”, como la mítica corresponsal de The New York Times, Barbara Probst Solomon, confesó al redactor español.

“Alfonso, mi amigo del alma”

Los periódicos de Sevilla del 26 de octubre del 82 anunciaban “los 40 últimos pisos en venta” del conjunto residencial Macarena 3 Huertas: “Llave en mano, viviendas ultramodernas”; en San Pablo acababan de instalar “un control alternativo de radar de velocidad”. Había 32 cines en la ciudad: en el Alameda proyectaban Poltergeist, en el Avenida, Rocky III, en el Cervantes La Colmena, en el Florida, El Cazador, y en el Azul, Las perversiones de Wanda, una película porno “clasificada S”.

González, que había cumplido 40 años en marzo, habló sólo unos minutos en aquel último mitin, justo después de Guerra. Confesó que le hubiera gustado “ver en primera fila” a su madre, fallecida siete meses atrás, y saludó por su nombre a algunos vecinos “mayores” del barrio de Bellavista, donde él se crió de pequeño: “Estoy con mi familia, ni siquiera quiero hacer un mitin, sólo estar con vosotros y subrayar las palabras de Alfonso [Guerra], mi amigo del alma, mi amigo de siempre. Porque frente a quienes dicen que Guerra y yo somos las dos caras de la moneda, yo digo que somos la misma cara del socialismo: la de la mano tendida, la justicia, la verdad y la libertad”, dijo.

El ex presidente del Gobierno ha regresado este sábado a Sevilla, pero esta vez no le acompaña Alfonso Guerra. El ex vicepresidente, residente en la capital andaluza, no fue invitado a sumarse a la celebración de un hito histórico del que formó parte fundamental. La dirección federal, regional y provincial del PSOE intentaron convencerle para que acudiera al acto cuando él ya había confirmado en Canal Sur radio que se quedaba fuera. Pero ya era tarde. 

Todos los socialistas saben que la amistad entre González y Guerra se enfrió hace años, y que la relación del ex vicepresidente con Sánchez nunca fue buena (sobre todo, desde que el secretario general del PSOE le apartó de la Fundación Pablo Iglesias, de la que fue patrono desde 1977 y presidente hasta 2017).

Andalucía, 1982: 21% de paro

Aquella Andalucía del 82, todavía sin desarrollo autonómico, y en la que el recién el presidente de la Junta, Rafael Escuredo (elegido unos meses antes), pedía el voto para el PSOE como “la mejor garantía para obtener más transferencias del Estado”, sufría ya el mismo problema estructural de desempleo que ahora. Entonces, un 21% de parados sobre la población activa, de los que menos de la tercera parte recibían prestaciones sociales [hoy la tasa de paro ronda el 18%]. El índice de analfabetismo en esta comunidad -por encima del 15%- duplicaba la media nacional, con las ocho provincias andaluzas entre las 12 primeras de España más atrasadas en niveles de lectura y escritura.

El día del cierre de campaña en las elecciones del 82, la selección española se enfrentaba a Islandia en un partido de la Eurocopa, que se jugaba en el estadio de la Rosaleda de Málaga, y que televisaban a las 20.25 horas, coincidiendo con el mitin del PSOE en el Prado de San Sebastián. Entre 80.000 y 120.000 asistentes, según la Policía y los organizadores, decidieron perderse el partido y la película posterior que aquella noche emitía Televisión Española: La sombra de una duda, de Alfred Hitchcock.

El mitin de Sevilla tuvo muchos teloneros para que el candidato llegara a tiempo desde Madrid. Intervinieron José Rodríguez de la Borbolla, líder del PSOE-A; Luis Yáñez, presidente del partido en Andalucía y Rafael Escuredo, presidente de la Junta, antes de que Guerra y González tomaran la palabra. El ambiente era de “triunfalismo absoluto y euforia”, la gente fue “a pasárselo bien”, contó el periodista Francisco Rossell en su crónica para Diario 16. 

En el mitin de Madrid, González había compartido silla con el secretario general de los socialistas italianos, Bettino Craxi, aunque se había pasado la campaña explicando a los corresponsales extranjeros que su referencia era “el cambio tranquilo” del presidente de la República Francesa, François Mitterand, ganador de las elecciones en su país un año antes. También iba a copiar su modelo de Gobierno, rodeando a sus ministros de una nube de expertos “incubando dossiers” en sus oficinas. “En la Moncloa no había ni un papel cuando llegamos”, se quejaría más tarde Fernando Morán, ministro de Asuntos Exteriores de aquel primer Ejecutivo socialista, y número uno por Jaén.

En la caravana de González, “por carreteras de baches y guijarros”, iban varios periodistas extranjeros, entre ellos Probst Solomon y la corresponsal del magacín neoyorkino Newsday, Lucy Komisar. Había tres temas fundamentales que el socialista eludía en sus mítines por los que estas dos redactoras preguntaban insistentemente: la entrada de España en la OTAN -“No es un asunto prioritario”-; la velada invitación de los portavoces de ETA militar al diálogo para silenciar las armas en base a la alternativa KAS -“Yo soy un hombre de razón y diálogo, siempre estaré a favor del diálogo y en contra de las bombas”-; y el ruido de sables de militares nostálgicos de la Dictadura -“Esos pocos, docenas, están fomentando la división en nuestras Fuerzas Armadas”.

Serrat contra Isabel Pantoja

En Sevilla, el acto empezó con los chistes del humorista Paco Gandía, que ya había colaborado con Escuredo meses antes en la campaña a favor del referéndum por la autonomía plena andaluza del 28 de febrero. También tocaron Los Camboríos, Juan Peña Lebrijano, el grupo de rock andaluz Alameda y el cantautor catalán Joan Manuel Serrat.

Estos eran los acordes de la convocatoria socialista, que casi se mezclaban con el mitin de cierre de campaña que Alianza Popular estaba ofreciendo, a la misma hora, a pocos metros, en la Plaza de España. Allí intervenían Javier Arenas, entonces en el partido democristiano (PDP) integrado en AP, y Jorge Verstrynge, y sonaba la música de Los del Río, Los Rocieros, Chiquetete e Isabel Pantoja. Los conservadores lograron reunir a unos 10.000 asistentes.

Aquel día en Sevilla, Verstrynge acusaba al socialismo de ser “un comunismo en fascículos” y que el programa de González “llevaría a España a la miseria y al empobrecimiento”. Alfonso Guerra vestía con el traje de pana que marcó aquella época en la izquierda española y en su breve intervención calificó a Verstrynge de “joven neonazi”, a Manuel Fraga, líder de AP, de “representante de la dictadura” y se refirió a “las ratas que abandonan el barco de la UCD y que ahora están distribuidas en AP y CDS”. Aquel día, una viñeta en las páginas de Abc recogía la “evolución” del entonces partido del Gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo con tres lápidas consecutivas, sus cruces y sus respectivos epitafios: RIP-DEP-UCD.

“Mujeres que lloran como si estuvieran ante una Virgen le dan besos infinitos”, se leyó en la crónica de aquel día de El Correo de Andalucía, decano de la prensa sevillana. “Una de ellas enarbola una bandera roja del PCE”, quizá como un coletazo de aquel eslogan de los comunistas en Andalucía: Juntos podemos; un llamamiento a hacer estrategias de frentes populares en el arco de la izquierda, que hoy suena tremendamente actual y premonitorio.

En aquel mitin, como en toda la campaña, Felipe González fue duro con la derecha y condescendiente con la UCD. El líder socialista se mostraba “preocupado” por la irreversible crisis centrista de los liberales, a quienes colmaba de “alabanzas”, y esto a los aludidos les fastidiaba por su “cinismo”.

El entusiasmo que aquel año generaba el político sevillano en la población y en las encuestas de intención de voto era palpable. Soledad Becerril, ex ministra de Cultura y ex presidenta de la UCD andaluza, se refirió a él con un indisimulado tono irónico en las páginas de El Correo de Andalucía. “Felipe González debió nacer en el campo del Betis, porque ahora resulta que son miles las personas que asistieron a su nacimiento, que lo conocieron en la escuela, en el barrio o en la Universidad”, advirtió.

El centro de recogida de datos del PSOE en la noche electoral del 28 de octubre se organizó en el hotel Macarena, pero los militantes y simpatizantes socialistas pudieron seguir el larguísimo recuento -hasta bien entrada la madrugada- desde el cine de verano Andalucía.

Javier Arenas, que terminaría optando cuatro veces sin éxito a la presidencia de la Junta de Andalucía, cerró su intervención aquella noche con una premonición: “Antes de 20 meses, a los socialistas los sacarán del poder los empresarios, los funcionarios y los trabajadores”. El PSOE de Felipe González encadenó 13 años consecutivos en el Gobierno de España.

Etiquetas
stats