Lo que el coronavirus también nos dejó: las redes de apoyo locales salen reforzadas y demuestran la importancia “de ayudar al vecino”
“Lo que hemos vivido ha sido como una guerra, y las guerras sacan lo mejor y lo peor de la gente”, expresa el presidente de la Federación Cántabra de Vecinos (FECAV), Ricardo Sáinz Obregón, en una entrevista con eldiario.es. Él, como otras muchas personas durante esta crisis, ha preferido mantenerse en el lado bueno de la historia dedicando su tiempo y su energía a ayudar, ayudar y ayudar. Y es que ante una situación tan imprevista y a la que la Administración no ha sabido dar respuesta, o al menos no con toda la rapidez que requería, parece que los vecinos han recobrado la importancia que llevaban años perdiendo.
Porque puede ser que antes del coronavirus ni supieses cómo se llamaba la persona que vivía a un par de metros de ti, y puede que sigas sin saberlo, pero es muy probable que ellos intenten ayudarte si lo necesitas. O al menos eso han demostrado los vecinos de Torrelavega y Santander, dos de la ciudades más pobladas de Cantabria y a las que esta crisis sanitaria les ha pillado más de lleno. Ahora los habitantes de ambas ciudades pueden respirar un poco más aliviados gracias a sus vecinos. Y quién lo iba a decir.
La Asociación Ciudadana por Torrelavega (ACPT) fue una de las primeras redes de apoyo que se crearon en la comunidad para dar respuesta a las necesidades de las personas vulnerables durante el confinamiento. “Nació para tareas básicas de acompañamiento como compra de alimentos o medicinas, para ir al centro de salud a por recetas... Pero al final fueron surgiendo otras necesidades que inicialmente ni conocíamos”, cuenta el político Alejandro Pérez.
Estas necesidades a las que se refiere Pérez primero fueron dirigidas a garantizar la seguridad para aquellos que no podían permanecer confinados pero que tampoco tenían acceso a los equipos de protección individual. Posteriormente, y a medida que la crisis avanzaba, tuvieron que comenzar a pedir y distribuir alimentos. “Hemos colaborado con el Banco Obreros de Alimentos para hacer llegar a la ciudad lo que se necesitase, y hemos recogido alrededor de 4.000 kilos, unas cifras que no nos podíamos ni imaginar”, relata emocionado.
Algo parecido a lo que le ocurre a Ricardo Sáinz Obregón, de la FECAV, que a pesar de llevar 14 años repartiendo comida, nunca ha visto un crecimiento tan exponencial en el número de personas que requieren de algo tan básico como los alimentos. “Antes de la crisis sanitaria atendíamos a 380 familias, que suponían unas 1.000 personas. Ahora tenemos a 1.085 familias, lo que son más de 4.000 personas”, cuenta el presidente de la federación.
En el caso de ACPT, y a pesar de continuar al tanto de algunos casos que así lo requieren, decidieron parar el proyecto una vez finalizó el confinamiento. “Pensamos que nuestra tarea tenía que terminar porque tampoco queremos cubrir espacios que le corresponden a quien le corresponden (la Administración)”, incide Alejandro Pérez. Aunque el concejal tampoco descarta volver a realizar alguna recogida de alimentos si fuese necesario porque al final, y como dicta el lema de su red de apoyo, “solo el pueblo salva al pueblo”.
Por el contrario, la Federación de Vecinos continúa con su función, y aunque en estos momentos confiesan estar “entrando en chasis” debido a que la comida “se está acabando”, el presidente cuenta que los alimentos que reparten provienen principalmente del Banco de Alimentos “aunque también recibimos donaciones particulares”, señala. “Lo que ocurre es que ahora hay mucha gente y no damos a basto”, asevera.
Asimismo, Sáinz Obregón está convencido de que “la segunda parte de la historia del coronavirus”, en referencia a la crisis económica, “acaba de comenzar”, por lo que reclama a los políticos “que no dejen a la gente pasar hambre”. Un pensamiento que comparte Pérez, que revela que, en situaciones extremas como la del confinamiento “se demuestra que solo nos queda ayudarnos entre nosotros porque la Administración no está ni se la espera”, explica.
La empatía tras la COVID-19
Con 80 personas involucradas en la red de apoyo de Torrelavega y tras haber atendido 103 casos concretos -más aquellos que acudieron a recoger alimentos o material de seguridad-, la perspectiva de Alejandro Pérez sobre si habrá aumentado o no la empatía tras la COVID-19 es más bien optimista.“Te enseña una cara muy chula de la gente que es la de haber querido ayudar”, expresa para después añadir que esta situación les ha servido para darse cuenta de que “en lo colectivo ganamos todos y se ha demostrado que somos capaces de organizarnos incluso mejor que la Administración, o al menos con más rapidez”, revela el político.
Ricardo Sáinz Obregón, por su parte, considera -y tal como relata al inicio de este reportaje- que, como en las guerras, “esto ha sacado lo mejor y lo peor de la gente”. Sin embargo, resalta el trabajo de las 13 personas que le acompañan diariamente para repartir alimentos y realizar el registro pertinente, pero recuerda: “Nos da lo mismo de dónde sean y del barrio que vengan. Nosotros estamos aquí para ayudar al vecino”, concluye.
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