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14 de abril, aplaudiendo a la ciencia

Iñaki Pérez Rico

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Atravesamos tiempos difíciles. Hace ya un mes que la mayoría de la población está confinada en sus casas para frenar los contagios del COVID-19. Las jornadas pasan lentas y rápidas a la vez, pero todos los días a las 8 de la tarde, gran parte de la ciudadanía continúa saliendo a sus balcones, terrazas y ventanas para aplaudir el esfuerzo incesante del personal de centros de salud, de tiendas de alimentación, de seguridad y de transporte de mercancías. Ovacionan a aquellas personas que trabajan por el bien de la sociedad en su conjunto, por lo común y por acabar con esta pandemia lo antes posible. Hoy nuestra sociedad mira hacia el pueblo y lo aplaude.

Es complicado hoy mirar hacia otro punto en el tiempo que no sea este presente. Pero déjenme que hoy recuerde también otros aplausos. Los de hace justo 89 años, un 14 de abril de 1931, cuando se proclamó la IIª República entre el entusiasmo, los aplausos, y gracias a los votos del pueblo. La alegría general se abría paso ante el atraso histórico que sufría nuestro país que condenaba a la mayoría de la ciudadanía a la pobreza. Un periodo de esperanza en el que el Estado, por fin, se ocuparía de mejorar la vida de las personas.

La República, también supo ver la importancia de la ciencia. Potenció y fue el culmen de la “Edad de plata de las letras y las ciencias españolas”, que se había inaugurado unos años antes con el premio Nobel a Ramón y Cajal en 1906, y que continuaría con el progreso de instituciones como, por ejemplo, la Escuela Libre de Enseñanza o la Residencia de Señoritas y la de Estudiantes. La República llevó siempre impregnado un espíritu positivista (que desde Europa se estaba desechando a partir de la 1ª Guerra Mundial), y que consideraba que el conocimiento científico llevaría al anhelado desarrollo que necesitaba el país. Así pues, una de las máximas prioridades republicanas fue la Educación y la Ciencia, con la construcción de miles de escuelas para tener un pueblo más formado, impulsando y nutriendo así los equipos de investigación universitarios.

Desgraciadamente, es conocido el cierre abrupto de este periodo. El desgarro social que supuso el golpe de Estado fascista y la posterior guerra fracturó definitivamente el espíritu de progreso. Hoy es un buen día para recordar algunos de aquellos nombres que marcaron el progreso científico en nuestro país y que acabaron sufriendo el duro golpe del franquismo. El régimen nacional-católico llevó al ostracismo a figuras tan insignes como el Doctor Juan Negrín, alumno y profesor de los dos únicos premios Nobel científicos de este país. Negrín canalizó todas sus habilidades hacia la política, contribuyendo así al esfuerzo militar republicano, primero como Diputado, luego como Ministro y finalmente como Presidente del Gobierno, acabando sus días en el exilio. O como la química Dorotea Barnés que fue inhabilitada para la docencia dentro de las depuraciones académicas del franquismo. Y no nos podemos olvidar del Doctor Juan Bautista Peset Aleixandre, que con sus investigaciones contribuyó decisivamente a acabar con otra pandemia, la Gripe Española. Peset Aleixandre fue Rector de la Universidad de Valencia y fue asesinado en el Paredón de España de Paterna por la dictadura. La lista es larga, entre los miles de hombres y mujeres que fueron represaliados o que se tuvieron que exiliar, había gran cantidad de investigadores que vieron truncada su carrera o que continuaron sus trabajos en otros países.

Desde algunos ámbitos interesados de la sociedad, se cuestiona la Memoria Democrática, se dice que sólo abre heridas, que constituye una perdida de recursos. Sin embargo, lo cierto es que cada aprendizaje de la vida tiene que ver con nuestra experiencia previa, con los recursos con los que hemos vivido, con los valores que nos han transmitido, con aquello que hemos visto, escuchado o leído. Como sociedad nos ocurre lo mismo, por eso es tan necesario poner en valor a todas aquellas personas que lucharon por un país más justo, democrático, mejor formado, a la vanguardia de las ciencias y las artes y que buscaba soluciones comunes a los problemas existentes. El sacrificio vital de aquella gente por el sueño republicano, por acabar con el fascismo, por la ilusión de un nuevo país, es un esfuerzo que no puede ser olvidado en un día como hoy.

Esta lección nos tiene que servir cuando todo acabe y salgamos de nuestros hogares. Nuestra sociedad tendrá que reconstruir el país, buscar soluciones que defiendan lo público como garante de igualdad, para que no se deje a nadie atrás, tal y como ocurrió en la crisis de 2008 y que pagamos la mayoría. La crisis sanitaria que vivimos en la actualidad tiene que animarnos a analizar los errores y aciertos del pasado para construir un futuro mejor, en el que podamos tener un proyecto de vida digno y viable. Como dijo Ortega y Gaset de la IIª República “[...] pensar en grande, sacudirse de lo pequeño y proyectar hacia lo porvenir.”

Un aplauso por la gente luchadora de ayer, de hoy y del futuro.

*Iñaki Pérez Rico, director general de Calidad Democrática, Responsabilidad Social y Fomento del Autogobierno

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