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La Dénia inacabada: dos tercios del suelo edificado carece de infraestructuras básicas

Las faldas del Montgó están pobladas de chalés, como en la zona de la Pedrera

Sergi García

Dénia —

Dos terceras partes del suelo residencial del término municipal de Dénia está en la actualidad ocupado por viviendas diseminadas. Es una de las peculiaridades del urbanismo desarrollado en las últimas décadas en la ciudad, y una de las cuestiones que se quiere resolver en parte con el nuevo Plan General que está en proceso de elaboración por parte del ayuntamiento.

Cuando se piensa en un Plan General, suele hacerse a futuro, pero lo cierto es que los instrumentos de planeamiento tienen también, por misión, corregir en el presente los errores del pasado. Y en ese sentido, en el caso de Dénia hay mucho que enmendar.

Por ello, como parte del proceso de elaboración del Plan General Estructural que el gobierno local (PSPV-Compromís) quiere aprobar el próximo año, la Oficina Municipal de Planificación ha realizado un detallado estudio del suelo urbano consolidado. Todavía no se ha hecho público, pero la concejala de Territorio y Calidad Urbana, Maria Josep Ripoll, apuntaba esta semana alguna de sus conclusiones.

Por ejemplo, que de ese trabajo se concluye que si el suelo antropizado del término municipal representa el 30% del total, apenas entre un 9 y un 10% tiene la tipología de ciudad. En concreto, los tres núcleos urbanos: Dénia, La Xara y Jesús Pobre. Dicho de otro modo, que dos terceras partes del total de suelo “artificializado” -esa es la expresión que empleó Ripoll-, está ocupado por edificación dispersa -por chalés y bloques de apartamentos principalmente, según la zona- que no tiene “tipología de ciudad”.

En este sentido, no hay más que dar una vuelta por el Montgó, les Rotes o les Marines, donde se concentra la mayor parte de esa tipología de edificación para constatar que no tienen las características de ciudad fundamentalmente porque carecen de los servicios básicos. Véase equipamientos escolares, deportivos, sanitarios… Los hay comerciales, pero en pequeño número y enfocados casi exclusivamente a atender la demanda turística en temporada alta. El litoral se convierte, en invierno, en una ciudad fantasma.

Lo que apunta el estudio es solo una muestra más del desorden urbanístico al que vive sometida Dénia. La ciudad es rehén del modo en que se ha venido planificando el urbanismo desde décadas atrás. Los diferentes instrumentos de planeamiento que se fueron aprobando desde 1972 primaron la construcción por encima de la planificación. El resultado está ahí: miles de viviendas escalando por el Montgó u ocupando el privilegiado litoral de les Rotes sin contar con infraestructuras básicas como el alcantarillado. Es decir, vertiendo al subsuelo las aguas residuales -directa o indirectamente- en un espacio flanqueado por un parque natural y una reserva marina. Y con miles de apartamentos en bloque en les Marines, muchos de los cuales también se construyeron sin alcantarillado. Y quien dice alcantarillado, dice aceras, farolas, viales… en Dénia, durante muchos años, se construyó sin urbanizar.

Más viviendas que personas

Consecuencia de ese modelo urbanístico-turístico de la ciudad, cimentado sobre un planeamiento enfocado en buena medida hacia la construcción de segunda residencia, Dénia tiene otra particularidad: hay más casas que personas. La documentación del Plan General Estructural nonato que se expuso al público en 2015 situaba en 43.340 el número de viviendas existentes en todo el término municipal. El padrón oficial de la ciudad es en estos momentos de 41.672 habitantes.

Eso hace que las dos Dénias (la de tipología de ciudad y la dispersa) se transformen radicalmente cuando llega la temporada alta. Sobre todo la segunda. Los cerca de 42.000 habitantes del invierno llegan a ser más de 200.000 en verano, cuando las infraestructuras están dimensionadas más en relación a la primera cifra que a la segunda. Los cortes de agua o los fallos en el suministro eléctrico se multiplican en la temporada estival.

El efecto dominó de los planes ilegales

Si ya con estas peculiaridades resulta más complicado de lo habitual planificar, hay que añadirle que todos los planes generales posteriores al de 1972 han ido cayendo en los tribunales en efecto dominó. Algunos por cuestiones formales, otros, como el de 1990 homologado en 2000, por no cumplir con los estándares mínimos de zonas verdes. Calificaba como tal el castillo de Dénia y la Punta de Benimàquia (en el parque natural del Montgó) y, como era de esperar, eso solo coló hasta que el asunto llegó a los tribunales.

El último planeamiento tumbado por los tribunales fue el Plan General Transitorio (PGT), aprobado en 2007 como solución temporal y de urgencia por la anulación del anterior PGOU. Pero También el PGT acabó cayó por sentencia del Tribunal Supremo en 2012. Desde entonces, el urbanismo dianense se rige por otro documento: también de mínimos y provisional: el Régimen Urbanístico Transitorio, aprobado a principios de 2013 por la entonces Conselleria de Territorio. No había más salida por cuanto la anulación del planeamiento suponía regresar al Plan General de 1972, y eso, 41 años después, implicaba dejar fuera de ordenación a media Dénia, si no más.

Los orígenes en el boom turístico

La concejala de Territorio se remonta incluso más atrás para explicar el deficiente urbanismo dianense. Al denominado boom turístico de las últimas décadas del franquismo. En concreto, a raíz de la Ley del Suelo de 1956, que “era muy permisiva y dio luz verde a muchos proyectos con aquella figura del suelo rústico de interés turístico”.

Esa, señala Ripoll, “ha sido la gran perdición” de Dénia y todos los municipios turísticos del litoral. “Se permitía ir haciendo pequeños programas urbanísticos porque la ley lo consentía y los ayuntamientos, entonces aún en pañales, también”. Y así, “tenemos una situación de indisciplina idealizada, cuya consecuencia es lo que tenemos ahora: una ciudad dispersa e inacabada”.

Corregir toda esa falta de infraestructuras acumulada es tarea complicada. En la actualidad está prohibido construir sin urbanizar previamente, y por eso “si vas por les Rotes o por el Montgó, ves trozos nuevos que se han retranqueado, que han puesto alumbrado, aceras,… son las excepciones modernas”, pero en general esas zonas “no tienen ese aspecto en absoluto”, explica Ripoll. El proceso es lento.

Mientras, Dénia sigue arrastrando graves problemas a escala estructural, que se quieren solucionar con el Plan General en elaboración. Ripoll cita algunos: los restos de la antigua fábrica y caldera del gas, que taponan una calle (Carlos Sentí) en su salida a la avenida de Joan Fuster; l’Hort de Morand, donde se encuentran los restos de la ciudad romana de Dianiu; la necesidad de la Ronda Nord… “son temas que están enquistados desde hace mucho tiempo” y que, señala, hay que solucionar desde el interés general . “No tienes que planificar para provecho de un promotor, sino en interés público y buscando solventar los problemas”. Ahí está el reto.

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