El primer ecobarrio creado por los vecinos tiene ADN valenciano
Nos encontramos en algunas urbes en una contradicción similar a la del despotismo ilustrado: todo para el pueblo, pero sin el pueblo. La autoproclamada nueva política trajo entre sus premisas y reintrodujo en el discurso municipalista el impulso a la participación ciudadana. Desde las últimas elecciones, se han multiplicado las concejalías de transparencia y participación.
Si las ciudades son espacios para las personas, ¿por qué las personas no deberían participar en su diseño? Estos proyectos, aún experimentales, están comenzando a proliferar en Europa. El ejemplo patrio lo encontramos en La Pinada, un barrio en el área metropolitana de Valencia, a caballo entre la capital y Paterna, donde los vecinos diseñan su barrio bajo los parámetros del ecologismo.
El proceso de co-creación comenzó el pasado mayo y ha ido adquiriendo relevancia. No solo por ser el primer eco barrio de creación colectiva, sino por la iniciativa que lleva pareja, de construcción de distritos sostenibles inteligentes, en línea con las 'smart cities'. El proyecto se constituye en torno a la creación de un colegio de currículo académico británico, que busca “potenciar el talento con el que nace cada niño”, también obra de la misma start up que impulsa La Pinada. La superficie incluye 25 hectáreas entre pinadas, que dan nombre al barrio, donde se instalarán aproximadamente las mil familias que participan. Para concluir la primera fase, habrá que esperar a 2021, aunque la iniciativa hizo el suficiente ruido como para acudir al principal encuentro de la Unión Europea sobre innovación contra el cambio climático, EIT - Climate KIC, con distritos de Berlín, Londres, París, Utrecht...
Detrás de la iniciativa está Zubi Labs, firma con la que el empresario valenciano Iker Marcaide invierte en start up, integrada en el patronato de la Cátedra de Cultura Empresarial en Valencia. El empresario volvió de Estados Unidos, donde fundó su primera organización y en la capital valenciana fue copresidente del Iberian Tech Tour 2014, un foro de empresas de capital riesgo. Sus iniciativas se enfocan a obtener rentabilidad medioambiental, a parte de la financiera. “Zubi Labs co-crea empresas que buscan generar un impacto positivo en nuestro entorno más cercano utilizando la empresa como instrumento para conseguir una rentabilidad económica, social y ambiental”, dicen en su web. Tras la marca 'La Pinada', como se ve en su dominio, está la sociedad Sustainable Towns SL, con sede en Moncada, y cuyo administrador es Zubi Labs, que compró el terreno donde se ubicará el barrio a la inmobiliaria Solvia.
La construcción del barrio se hace taller a taller, en unos encuentros en los que los futuros vecinos aportan nuevas perspectivas. También mediante jornadas en las que participan empresas con proyección social y asociaciones como Avasen, que participó en mesas sobre movilidad, la energía, los residuos, el agua, el comercio y la innovación social, principales discusiones del modelo urbanístico.
La investigadora y pionera en este modelo de gestión Nadine Kuhla reflexiona en una entrevista sobre la importancia para las ciudades de replantearse la forma en que enfrentarán el futuro, objetivando un crecimiento más sostenible. En una entrevista del observatorio de empresas de Vodafone, la alemana, que enseña Desarrollo Urbano Sostenible en la Universidad Técnica de Berlín, analiza el proyecto valenciano: “tenemos la ambición de convertir la Pinada en el primer ecobarrio de España. Estamos trabajando en varios frentes como conseguir una gestión sostenible del agua, modelos de movilidad del futuro, modelos compartidos... el frente más ambicioso se centra en la participación ciudadana. Hay un proceso paralelo al de las soluciones técnicas que está basado en un grupo que han creado y se basa con el diálogo con los futuros vecinos”.
Kuhla insiste también en la digitalización como mecanismo de desarrollo e impulso de la comunicación entre administración y ciudadano, aunque señala que a menudo los vecinos y los ayuntamientos son reticentes a pesar de que el modelo de que persiguen muchos países del norte de Europa tiene cada vez más seguidores. “Esta idea ha ido creciendo cada vez más y se va convirtiendo en un debate sobre cómo quiero vivir, donde quiero aparcar el coche o si quiero dejar a mis hijos a 20 metros de donde vivo y convertir esto en un sitio donde mis hijos puedan jugar Es interesante ver cómo la gente está trazando acuerdo porque es un proceso real de cocreación: creo que seremos un gran ejemplo para otras zonas” remata la alemana.