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La Generalitat Valenciana impulsa un programa de 'Big data' para cuantificar y reducir el desperdicio alimentario

Campaña del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación contra el desperdicio alimentario.

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“Malcriar” a un animal, matarlo, venderlo y no comerlo y tirarlo a la basura es “un insulto a la vida”. Que Europa tire a la basura el 20% de los alimentos mientras 828 millones de personas pasan hambre, un problema moral. Estas citas abrieron las jornadas de desperdicio alimentario del Centro Mundial de València para la Alimentación Urbana Sostenible (CEMAS), una iniciativa conjunta del Ayuntamiento de València y Naciones Unidas, donde decenas de expertos abordaron el impacto del desperdicio. Las implicaciones son diversas: sociales, económicas, ambientales, y requieren de una respuesta colectiva, un cambio de paradigma.

Cuantificar el desperdicio y lo que genera es una cuestión compleja. Desde 2020, el Ejecutivo autonómico trabaja en un proyecto que aplica tecnologías derivadas del Bigdata para saber cómo, cuánto, dónde y por qué se tira la comida. El programa 'Bon profit', a cargo de la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica, busca cerrar esos cálculos, encontrar las brechas por las que se genera el desperdicio en la Comunidad Valenciana, en qué fases del proceso productivo, qué tipo de alimentos y por qué.

Según el documento del programa, cerca del 42% de las frutas y hortalizas en España no llegan a consumirse, dos categorías que además resultan fundamentales en la estructura agraria valenciana. Según el análisis previo, se ha determinado que en todo el territorio valenciano existen más de 32.300 empresas con potencial de generación de desperdicio alimentario, de las que un 61% pertenecen al sector de la restauración y consumo fuera del hogar, un 27% al sector de la distribución, el 6% al de la producción y el 5,4% al de la manufactura. Por actividades económicas en la cadena agroalimentaria, es el comercio al por mayor de frutas y verduras el que mayor desperdicio concentra, con un 42% del total, seguido del de la carne y derivados, con un 25%, según el informe de cuantificación del desperdicio que acompaña al proyecto, fechado en marzo de 2022.

El proyecto busca mecanismos de coordinación con las administraciones públicas y los agentes de la cadena para minimizar esas pérdidas, aboga por la autorregulación y los planes voluntarios y las redes de colaboración. La administración trabaja con restaurantes, centros escolares y las entidades encargadas de la gestión de los residuos para dar salida a los alimentos, además de impulsar campañas de concienciación. “Cualquier desperdicio alimentario es síntoma de un funcionamiento ineficiente de la cadena productiva y comercial”, recalca el programa. La clave, apuntan los expertos, es relativamente sencilla de memorizar: producir menos, consumir lo justo, actuar racionalmente.

El 20% de los alimentos del menú escolar se desperdician

En 2020 se realizó una experiencia piloto en 7 centros educativos para cuantificar el desperdicio en los comedores escolares. Durante el curso se estimó que cerca de un 20% de los alimentos, unos 100 gramos diarios por comensal de media, acababan en el contenedor.

El estudio incorporó la perspectiva de la cosecha para evaluar el desperdicio en origen y encontró que, a nivel autonómico, el cultivo de caqui fue el más perjudicado. Se media, 5.980 kilos de caqui por hectárea quedan en el terreno en un año agroclimático normal; un 11% de del volumen de cosecha potencial, según los datos de la conselleria.

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