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Activismo ciudadano en la era de la emergencia climática

Manifestación contra la ampliación del puerto de València.

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Confluyeron vecinos, ecologistas y jóvenes contra el cambio climático. Una manifestación recorrió este viernes las calles de València para expresar la oposición a la ampliación del puerto. “Pensemos en global, actuemos en local” era uno de los lemas. Veteranos activistas ciudadanos desde la Comissió Ciutat-Port y Jóvenes por el Clima compartieron una movilización a la que se sumaron asociaciones vecinales y organizaciones ecologistas de largo recorrido. En la era de la emergencia climática se vivirán más protestas de este tipo.

La ampliación del puerto de València divide a las fuerzas políticas del Pacto del Botánico, en el Gobierno de la Generalitat Valenciana, y al equipo del Ayuntamiento de València, ya que los socialistas apoyan el proyecto, mientras Compromís y Unides Podem lo rechazan. Se trata de un fenómeno que también se producirá a menudo en estos tiempos de crisis climática. Las grandes obras polarizarán debates en los que se pondrán a prueba las proclamas verdes de las formaciones mayoritarias. Ha ocurrido con la polémica por la ampliación del aeropuerto de El Prat en Barcelona y ocurre en València con la ampliación del puerto.

Esa ampliación consiste en la construcción de un gigantesco muelle de 134 hectáreas destinado a grandes buques de carga que duplicará la capacidad actual de unas instalaciones que mueven cinco millones de contenedores al año y que será gestionado por MSC, una de las navieras más potentes del transporte marítimo en el mundo. La enorme dársena se abrigará en unos diques ya construidos en la época del PP al frente del Gobierno autonómico que adentraron más hacia el interior del mar un puerto tan poco natural como es el de València. Los efectos destructivos de aquella obra en forma de erosión sobre las playas del sur de la ciudad, en el parque natural de L’Albufera, están más que constatados e incluso hay previstas inversiones millonarias para devolver de forma artificial toneladas de arena a un litoral en permanente retroceso.

Todo el proyecto, que ha sido sensiblemente modificado en su configuración inicial (la terminal de cruceros se ha trasladado más cerca del barrio de Natzaret, por ejemplo), se ampara bajo una declaración de impacto ambiental de 2007, documento desfasado que ponen en cuestión sus críticos al exigir otra evaluación acorde con la lucha contra el cambio climático y la transición ecológica que ahora se proclama defender con énfasis. Es importante tener en cuenta que, según un informe de la Unión Europea, el transporte marítimo, cuyo incremento de actividad es incesante, amenaza con frustrar el objetivo de reducir en un 90% las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector logístico para el año 2050. Por eso sería necesario evaluar, a efectos de la neutralidad climática prevista en el Green Deal, qué representará en cifras de emisiones el aumento de tráfico marítimo en el puerto de València.

Greta Thunberg expresaba las contradicciones de la situación actual en un artículo reciente: “La negación de la crisis climática y ecológica es tan profunda que ya casi nadie se da por enterado. En una crisis que no se está tratando como tal, las sucesivas advertencias existenciales siguen ahogándose en el flujo diario de noticias y la constante marea de acciones que se hacen pasar por ecológicas para lavar la imagen”.

Hasta dónde llega el compromiso real de los gobiernos y los partidos, de la sociedad en general, con los planteamientos de un mundo más sostenible ya no es una cuestión teórica, de ubicación ideológica y oportunidad política. Se está convirtiendo ante nuestros ojos en un problema planetario de supervivencia que va mucho más allá de la próxima cumbre del clima en Glasgow. La emergencia climática, precisamente porque es global, exige cambios drásticos en el ámbito local y lleva inevitablemente a choques con las dinámicas globalizadoras y con los planteamientos de tipo meramente económico o productivo. Reducción de emisiones, economía circular, descarbonización, hidrógeno verde, energías renovables, fondos europeos… La política mundial se adentra en una época marcada por un nuevo libro de estilo que espera líderes capaces de llevarlo a la práctica. Mientras tanto, las corrientes de fondo empujarán cada vez más al activismo ciudadano a vivir jornadas como el particular Friday for future del otro día en València.

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