La cohabitación se acaba
“I l’home, aquest valencià, aquest tu,
farà el balanç d’aquest magre menjar
i s’omplirà de febre, de coratge i de seny
... per l’única possible,
perseguida vida nostra“.
Lluís Alpera. València. “L'home del teu país”, 1967
El trauma de los valencianos es la indefinición. Afrontamos el ecuador de las legislaturas que rigen en el País Valenciano y en España. Estamos ante el final de la cohabitación - entre facciones y sensibilidades distintas– en la política valenciana que ha fracasado. Con partidos de concepción centralista, ajenos a la pluralidad social valenciana. Con partidos centrípetos que tienen sus sedes, dependencias y sus órganos de gobierno en Madrid.
Nadie arregla la financiación
Este redondo 2025 nos sitúa en la equidistancia entre 2023 y 2027. La alternativa electoral no puede quedar en simple relevo entre derechas o izquierdas, entre periféricos o centralistas, entre buenos y malos, entre corruptos y honestos o entre eficientes e incompetentes. De todo hay y de todo tenemos. Nuevamente nos enfrentamos a la alternancia bipartidista entre Partido Popular y PSOE. Ninguno de los dos se caracteriza por la defensa de los intereses del País Valenciano ni de sus moradores. Sabemos que el nudo gordiano de la financiación autonómica se habría resuelto hace tiempo si PP y PSOE hubieran querido. No quieren arreglar lo de los valencianos y mientras se confabulan con vascos y catalanes en encuentros bilaterales. ¿Debilidad política o fragilidad dialéctica? Los próximos desafíos electorales serán decisivos para afrontar las tres cuartas partes restantes del siglo XXI. Los valencianos han de decidir entre el ‘meninfotisme’ en la continuista tendencia de abdicar de los valores valencianos o anteponer la majestad de los principios. Exigencia número uno en la urdimbre de identidad que sobrepasa generaciones y rezuma la autenticidad de un pueblo con voluntad de ser.
Creatividad
En estos tiempos de apagones, virus asesinos, guerras regionales con trascendencia universal, corrupción a mansalva y banalización de la vida política que nos ha correspondido vivir, sorprende y entusiasma la vitalidad cultural. Por tanto, del pensamiento. Nunca jamás se han editado tantos libros de enjundia en las diversas ramas de la literatura y del intelecto. Primer desencanto a nivel doméstico: los valencianos seguimos ajenos – salvo justas excepciones– a ese esplendor de las letras y de las ideas. Se editan más libros que nunca. Se publican libros a un ritmo difícil de leer. Constancia de que las ideas no se acaban y el espíritu propagador de los ‘señores de la imprenta’, goza de mejor salud a pesar de la torpeza y de la bajeza que ensucia la actualidad y la vida cotidiana de los mortales. La política sucursalista tiene mucho que ver con la marginación de los valencianos. En los síntomas esperanzadores de una sociedad que supera la visión pacata de corto vuelo que exhiben los líderes: políticos, empresariales, universitarios –de universidades públicas y más de las privadas–, periodistas y maquinadores del mundo de la comunicación. No son capaces de sobrepasar la visión de poder y negocio. El universo editorial valenciano, en otros tiempos espléndido y prometedor, está reducido a lo que queda de un gremio que se resiste a morir y a dos editoriales que trascienden los límites autonómicos y suenan en los círculos de influencia. También en los encuentros feriales– Frankfurt (Alemania), Guadalajara (México) y otros especializados– del ramo. Lo más importante es que los libros se compran y se leen con demanda creciente en papel y en soportes electrónicos. Los libros impresos sobreviven, con salud sorprendente, a pesar de todos los maleficios, inspirados en la ignorancia y la maldad. Los periódicos en soporte papel siguen siendo fiables e influyentes y lo seguirán siendo si las empresas editoras de los medios de comunicación y las instituciones ponen por encima la defensa de los valores de la vieja libertad y de la integridad de las personas a las que han de servir. El papel para la prensa es la aristocracia de la comunicación de masas. Lejos de supeditarse al vasallaje genuflexo ante los señores del dinero y de la política, que desconocen el rol de la prensa e ignoran el mundo de las ideas y de la verdad. Los periódicos de partido fracasan siempre.
Regeneración
El desierto cultural, artístico, museístico, teatral, literario e institucional que caracteriza al País Valenciano –en las primeras décadas del siglo XXI– es el síntoma de las estrecheces por las que atraviesa el erario público y de la escasa priorización en el auxilio a los ámbitos estructurales en la sociedad actual. Con repercusión inmediata y a largo plazo en la configuración de resortes culturales que si no se cuidan pierden su capacidad de recuperación en el futuro. Si se esgrimen razones económicas y de financiación se deben a la miopía de los cuadros políticos dirigentes y a los sanedrines de las fuerzas de presión que rigen los destinos del País Valenciano. Desde la Transición a la democracia. Especialmente desde que se inició el siglo actual: Partido Popular, Partido Socialista Obrero Español y Compromís con todas sus variantes. Que tenía el compromiso con sus votantes de enderezar los vicios políticos del pasado y de aproximarse a las necesidades y las exigencias de un pueblo digno de mayor respeto. Con las consideraciones posibles, además de ocuparse de los inmigrantes, refugiados, colectivos marginados o de la economía del bien común, los partidos que ondean la bandera de los intereses domésticos no han de estar a las órdenes de intereses espurios. Sumar es una coalición de izquierdas y mayoritariamente centralista de acuerdo con sus orígenes–. Cualquier posicionamiento ideológico es válido si se argumenta y se razona. Deja de ser creíble cuando incurre en flagrante contradicción con sus raíces y con las expectativas que se utilizan para la mendaz captación de votos. El electorado. muy vapuleado y engañado, se frustra cuando se le ha jaleado con la acción de gobierno que después se ignora, desde el primer minuto poselectoral. Más si se han repartido las prebendas, los privilegios y las poltronas.
Atado y bien atado
El País Valenciano vivió su primavera política en mayo de 2015 al romperse, por el flanco progresista, el bipartidismo perfecto entre el Partido Popular (20 años en la Generalitat) y PSOE (los 13 años primeros de 1982 a 1995) cuando tuvo que compartir Consell y Ayuntamiento de València con Compromís. Se navega entre las turbulencias que ocasionó la Dana de octubre de 2024– incompetencia vergonzante del presidente Carlos Mazón– asistido por el general gerundense, Gan Pàmpols y el terremoto que conmociona el gobierno de Pedro Sánchez en el Estado español. A los valencianos les espera un cataclismo de alcance imprevisible para las próximas convocatorias electorales. La Generalitat Valenciana está gobernada por un presidente ‘noqueado’ –Feijoo dixit– que se sostiene por la alianza entre PP y Vox – de la misma camada– para girar hacia la extrema derecha en la acción de gobierno. Unos por voluntad expresan anti autonomista, anti valenciana y antieuropea. Los populares de Mazón, camuflados en la coartada de tener que entregarse a un partido ultraderechista para no perder el poder. Lejos de la expresión de la voluntad electoral en las elecciones de mayo de 2023, en cuyo escenario el acuerdo (secreto) de gobierno con Vox fue previo a la jornada electoral del 28 de mayo. Todo estuvo atado y bien atado previamente, en una entente previsible. Entre los grupos de presión económicos, políticos de la derecha y confesionales católicos, de acuerdo con la trayectoria ideológica que se propaga en los medios afines.
Catarsis
Las citas electorales pueden sorprender al electorado en cualquier momento. Crisis abierta en la política valenciana desde octubre de 2024 con un presidente que no puede salir a la calle sin que le insulten (seis manifestaciones multitudinarias consecutivas). Crisis en la política española por la corrupción sistémica en los partidos mayoritarios que se descalifican con los peores insultos en el Congreso, en el Senado y en todas las comparecencias públicas. Enfrentamiento entre los poderes institucionales: ejecutivo y judicial. Este último transgrede el mandamiento constitucional que no contempla su derecho a la huelga. Lo suspende en el limbo sin considerar el deterioro de las instituciones del Estado ante la opinión pública. En connivencia con las directrices del Tribunal Supremo (poder judicial) que ignora las condiciones que pesan sobre el resto de colectivos laborales cuando los asalariados van a la huelga: servicios mínimos y merma en el salario para quienes se ausentan del puesto de trabajo.
Erótica del poder
Las opciones posibles para los derechos electorales de los valencianos en los comicios autonómicos se reducen a la continuidad de la coalición PP-Vox, ante el descrédito por presunta corrupción a altos niveles con un proceso de larga duración que afecta de lleno al gobierno español y a su presidente. Pedro Sánchez está sometido a una persecución sistemática por parte de la derecha española, despechada al no alcanzar el poder en 2023 y coreada por los grupos de influencia. Lobbies económicos, ideológica ultramontana, política, confesional y amplificada por los medios de comunicación afines. Se contradicen al exigir la dimisión de Pedro Sánchez, por parte de PP y Vox, mientras mantienen, contra viento y marea, al desacreditado Carlos Mazón en la presidencia de la Generalitat Valenciana. Cara y cruz de la contradicción en la empecinada concepción patrimonial del poder.
Alternativas
En el campo de la oposición progresista: el PSOE ofrece una alternativa de dudosa consistencia liderada por la ministra de Ciencia, Diana Morant, para presidir la Generalitat y el portavoz socialista en el Ayuntamiento de València, Borja Sanjuán. Por parte de Compromís, Més Compromis o Més, las vacilaciones y renuncios de esta formación política evidencian el desencuentro, lindando con la descomposición, de un partido que nunca debió incorporarse a Sumar, renunciando a sus principios fundamentales y a la independencia necesaria para defender los intereses valencianos, como partido con obediencia valenciana.
Plan de actuación
Posibilidades: seguir en el desconcierto actual que se reflejará en los resultados, sobre todo autonómicos y municipales. Segunda opción: que se produzca un movimiento de regeneración en Compromís, para deslindar sensibilidades. De acuerdo con las decisiones libres y no mediatizadas de la militancia. Tercera vía: la creación de una nueva formación política de acuerdo con los principios y valores que nunca debió ignorar la plana mayor de Compromís. Renunciar a su marca y trayectoria tras valorar su desprestigio. Como alternativa transversal en la sociedad con capacidad de atraer un abanico plural de sensibilidades que incluya alas comarcas del País Valenciano sin exclusión alguna. Esta posibilidad sólo sería entendible y con perspectiva, desde la tolerancia y la amplitud de miras. Lejos de camarillas endogámicas y gestionada por profesionales de reconocida solvencia y capacidad. Los ciudadanos-electores entienden la conveniencia de una o varias formaciones políticas, de convicción valenciana. Sin claudicaciones ni conveniencias. De amplio espectro y sustentada sobre principios de transparencia y claridad en los planteamientos de un proyecto político integral para el País Valenciano: económico, social, cultural, comercial, lingüístico, medio ambiental, institucional, territorial (ordenamiento), relaciones y vecindades, proyección mediterránea y conexión europea, en orden a la vinculación con la política española. Las exigencias valencianas siempre por encima de la acción de gobierno. Y si se ha de cohabitar con otras fuerzas políticas, sin ceder en coherencia, dignidad y responsabilidad.
0