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Opinión - El problema de los tres gorros. Por Elisa Beni

Agur a Odón Elorza, alcalde durante 20 años en Donostia y diputado crítico del PSOE otra década

Elorza, en el centro, en la firma del tripartito con el PP de Gregorio Ordóñez y con el PNV que el hizo alcalde de Donostia en 1991

Iker Rioja Andueza

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Odón Elorza (Donostia, 1955) ha anunciado esta semana su renuncia a su acta como diputado por Gipuzkoa del PSOE, un escaño que ocupaba desde 2011. Ese mismo año perdió la alcaldía de su ciudad, el cargo al que llegó de carambola en 1991 pero en el que después se mantuvo veinte años. El veterano político, que inició su carrera en 1979, se va por la puerta de atrás, con una carta en la que explica que sus propuestas “ya no resultan útiles desde hace un tiempo al grupo socialista”. Antes, en otoño, intentó volver a ser candidato en Donostia para las elecciones de este año y se enfrentó a la aspirante oficialista a alcaldesa, Marisol Garmendia. Perdió, aunque formuló quejas por falta de “neutralidad” del aparato. ¿Es un adiós a la política? Es un adiós más bien a las instituciones. “Se puede hacer política desde distintos ámbitos, no sólo desde el marco institucional”, afirma.

En 1986 el PNV se partió en dos. Nació EA con el primer lehendakari, Carlos Garaikoetxea, a la cabeza. Ahora forma parte de la coalición EH Bildu. La escisión casi hace tambalear la histórica hegemonía de los nacionalistas en Euskadi. En 1987, EA ganó las municipales donostiarras y fue alcalde Xabier Albistur. En 1991, la formación de Garaikoetxea repitió triunfo, por delante de Herri Batasuna, la marca empleada entonces por la izquierda abertzale. Elorza, tercero en las urnas con apenas cinco escaños, recibió el apoyo de la cuarta y quinta fuerzas, PP y PNV. Ese tripartito, impensable ahora, fue el germen de las dos décadas de Elorza al frente del Ayuntamiento.

Su teniente de alcalde era Gregorio Ordóñez, del PP, con quien mantuvo enfrentamientos políticos por unas denuncias de irregularidades en la Policía Local. No acabó la legislatura, ya que ETA lo asesinó pocos días después del día de San Sebastián, en enero de 1995. Ordóñez también fue parlamentario vasco. Esa primavera hubo elecciones y Elorza tampoco ganó. La fuerza más votada, aunque empatada en votos con el PSE-EE, fue el PP, que tuvo que armar una candidatura de urgencia encabezada por el presidente del partido en Euskadi, Jaime Mayor Oreja. “En 1995 nos ganó el PP por muy poco, con Mayor Oreja como candidato, y los socialistas alcanzamos un pacto con PNV y EA que duró un mandato”, ha dejado escrito Elorza.

En 1999, 2003 y 2007 sí ganó los comicios. “En 1991 pocos daban un duro por aquello con apenas cinco concejales, un Gobierno a varias bandas y de forma inesperada. Pero, si se miran los números de las elecciones, de cinco pasó a siete, de siete a nueve, de nueve a diez y de diez a once. En una ciudad que tampoco es que fuese precisamente la cuna del socialismo, forjó un liderazgo muy transversal, aglutinando voto nacionalista y liberal. Reclamó un liderazgo de San Sebastián en Euskadi, un liderazgo ético y de combate contra el terrorismo”, señala Denis Itxaso, delegado del Gobierno de España en Euskadi y que se inició en política como edil de Elorza. En otoño, fue prácticamente el único cargo de relevancia en el PSE-EE que le apoyó en sus primarias para regresar a Donostia.

“Se convirtió en una especie de gerente de la ciudad, en un gran capataz, tomando decisiones hasta de la última baldosa. Generó una escuela de formación de concejales, entre los que me encuentro, a los que nos ha imprimido un sello de exigencia constante”, añade Itxaso. En 1999, también se firmó una coalición con el PP. Eran los años en que –de nuevo– Mayor Oreja quiso ser lehendakari con el apoyo de los socialista, entonces comandados por Nicolás Redondo Terreros. “He pactado con todos menos con HB”, resume el propio exalcalde.

Ramón Gómez fue uno de los ediles del PP en los Gobiernos de coalición con Elorza. “Elorza fue un buen alcalde para la ciudad durante unos años. Pero, probablemente, de estar tantos años hizo que tuviera una última etapa en la que se creía que el cargo era suyo. Pero, sí, fue un buen alcalde en un momento complicado para la ciudad con el terrorismo. Y los años en que gobernamos con él fueron positivos para San Sebastián”, explica. Gómez, en 2011, fue el candidato del PP. Ganó la recién creada Bildu –entonces sí se llamaba así–, Elorza quedó segundo y los 'populares' terceros. “Esto ha cambiado mucho”, reflexiona Gómez sobre una ciudad en la que ahora el PNV es la primera fuerza y con una posición consolidada.  

¿Cómo habría sido una nueva candidatura en 2023? “Desde muy fuera, creo que cada cosa tiene su etapa. Es mejor no volver a intentar segundas oportunidades. En su partido tampoco han querido, además. Hizo muchas cosas para la ciudad, algunas bien y otras no tan bien. Pero hasta ahí”, entiende Gómez. Enrique Ramos, actual secretario general del PSE-EE en Donostia, también fue edil con Elorza. Como Itxaso y Gómez, dirigió la cartera de Turismo. “Como alcalde, diría sobre todo que introdujo a San Sebastián en la modernidad y en una nueva etapa en un momento en el que estaba un poco anquilosada”, señala. Elorza planteó la batalla contra Garmendia como una enmienda a la línea oficial de su formación, que apuesta por pactos con el PNV en todos los niveles institucionales de Euskadi. Por el contrario, EH Bildu sí ha considerado plausible intentar recuperar la alcaldía con Juan Karlos Izagirre, quien relevó a Elorza en 2011.

“Presiones” por Juan Carlos I

En su última etapa en el Congreso, adquirió protagonismo al enfrentarse en una sesión a las cuatro derechas –Vox, Navarra Suma, PP y Ciudadanos– por lo que entiende como una utilización de las víctimas de ETA para fines partidistas. Es algo que también ha repetido la hermana de Ordóñez y presidenta de Covite, Consuelo Ordóñez. Aquel discurso hizo que regresara desde 1992 al presente un vídeo en el que se ve enfrentándose en la calle a un grupo de radicales tras la quema de un autobús urbano. “¡Cobardes! ¿Qué ganáis con esto?”, gritaba guareciéndose detrás de una C-15. “La prensa de derechas siempre me ha considerado blando”, protesta el Elorza de 2023, que cita “cuatro hitos” negros en su trayectoria en Donostia. “El asesinato de Gregorio –durísimo para su familia y para todo el Ayuntamiento–, el de Ernest Lluch, el de Fernando Múgica –me tocó trasladarle en vida en la ambulancia desde la calle de San Marín, donde le pegaron dos tiros– y el de mi amigo íntimo Juan María Jáuregui”, enumera.

“ETA asesinaba. Era una etapa durísima. Lanzamos un mensaje claro de rechazo al terrorismo; un mensaje de paz”, afirma Elorza. “Cuando me nombró concejal de Turismo, entré como un torete a promocionar la ciudad. Él me dijo que nada de lo que hiciese iba a servir si al día siguiente nos quemaban un autobús en el Boulevard”, cuenta Itxaso. “Las vísperas de San Sebastián eran un momento de máximo estrés. Los malos contaminaban toda la fiesta. El asesinato de Gregorio, por ejemplo. No había fiesta que no estuviese teñida de sangre o reventada con altercados y con broncas”, abunda el hoy delegado del Gobierno. Y abunda: “Es una persona que, en lo político, tuvo mucha resiliencia. Ha sufrido la amenaza en sus propias carnes. Cuidaba a las víctimas del terrorismo. Le gustaba mantener trato con ellas”.

El Elorza reconvertido en diputado pronto se convirtió en una voz con matices dentro de las filas socialistas. Estudioso de sistemas parlamentarios más personalistas como el británico, entiende que las dinámicas de los partidos son tremendamente negativas para la democracia española. “Soy una persona con ideas propias, que no se deja arrastrar fácilmente. No tengo espíritu gregario. Cuando creo que hay que defender algo, corro los riesgos”, defiende. Justifica su despedida por el hecho de las que discrepancias empiezan a ser da tal calado que dejar paso a otra persona es la mejor forma de actuar con “lealtad” a sus siglas de toda la vida.

“No comparto que se le califique como 'outsider', ya que ha sido casi 40 años cargo público con el PSOE y ha estado en todas las Ejecutivas (Gipuzkoa, Euskadi, y Federal). Ha sido alcalde, concejal, parlamentario vasco, diputado... Es, por lo tanto, una persona con una dilatada trayectoria política, pero siempre ligada al partido”, señala Ramos sobre Elorza. “La disciplina cuartelaria es inadmisible en un partido socialista. Si quería presentar una pregunta sobre cualquier dato en relación con Gipuzkoa, con San Sebastián o con Irún, previamente tenía que ser aceptada por mi grupo, con tres autorizaciones. Eso va contra el sentido más elemental”, recalca Elorza sobre el mismo PSOE de Pedro Sánchez que él contribuyó a apoyar cuando era él el 'outsider'.

En 2016, Elorza se negó a abstenerse para facilitar la investidura de Mariano Rajoy. “El tiempo me dio la razón. No podíamos apoyar a un Gobierno con vínculos con la corrupción y con políticas de restricción de derechos sociales. Me rebelé”, señala sobre la moción de censura que sustanció poco después, en 2018. Pero ya antes, en 2014, criticó que el PSOE pactara con el PP el proceso de abdicación de Juan Carlos I que hizo jefe del Estado a Felipe VI. Recibió un expediente que más adelante quedó archivado. En la investidura de Rajoy hubo más socialistas que rompieron la disciplina de voto, pero en el relevo en la Casa Real fue el único. Otro diputado balear se oponía también, pero no acudió al hemiciclo. “Me signifiqué mucho. Recibí muchas presiones. Internas y externas. Hubo muchas llamadas. Pero el rey no era trigo limpio y creía que los socialistas no teníamos que votar de modo acrítico”, asevera.

En los últimos años, también ha exhibido visiones matizadas de la posición de su partido, como en las relaciones con Marruecos y el giro en cuanto a la autodeterminación del Sáhara Occidental. Su salida ha coincidido en el tiempo con la cumbre bilateral España-Marruecos. La rebaja del delito de malversación o el uso de disposiciones en leyes que no guardan relación para regular otras materias tampoco le encajaban. En una página web almacena decenas de iniciativas propias que el partido no le ha autorizado. En ellas se incluyen preguntas a su propio Gobierno, como una pidiendo datos sobre las operaciones de compra de vacunas contra la COVID-19. Elorza se va, aunque afirma que como “militante” sigue “confiando” en la coalición de “izquierdas” que dirige España desde 2019.

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