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Álava honra a quienes tuvieron que dejar sus pueblos por los embalses: “El progreso no debe olvidar a quienes lo construyen”

Los asistentes al acto de este lunes, en el que se ha inaugurado el monolito de memoria

Rubén Pereda

Vitoria —
28 de julio de 2025 21:45 h

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A finales de la década de 1950, las aguas del Zadorra empezaron a llenar el embalse de Ullíbarri-Gamboa, inaugurado por el dictador Francisco Franco el 25 de agosto de 1958. Se estima que 600 personas de 250 familias se vieron afectadas, pues el agua las obligó a tomar sus pertenencias, abandonar a la fuerza su localidad e instalarse en otro lugar, ya fuera en Vitoria o más lejos. Este lunes, 67 años después, la Diputación de Álava les ha querido rendir homenaje a ellas, así como a sus descendientes y también a aquellas personas que se han dedicado a recolectar recuerdos de los pueblos ahora ahogados con la instalación de una placa que los recuerda. “Aquellos hechos marcaron un antes y un después en la vida de cientos de personas”, ha resumido el diputado general de Álava, Ramiro González.

Aquellas personas, les ha querido reconocer, “abandonaron sus hogares con valentía y sacrificio por el bien del desarrollo económico que beneficiaría a otras personas y a otras comunidades”. “Su historia es un recordatorio de que el progreso no debe olvidar a quienes lo construyen”, ha apostillado. El acto de este lunes, ha dicho el diputado general en un discurso en el que ha combinado el castellano con el euskera, invitaba a “reflexionar sobre el pasado y sobre la huella imborrable que han dejado las decisiones tomadas en tiempos difíciles en nuestra tierra”.

En el monolito inaugurado este lunes, que se erige sobre un mirador que da a las aguas, se puede leer el siguiente homenaje: “En este lugar, donde una vez estuvieron los pueblos total o parcialmente sumergidos pertenecientes a los actuales municipios de Barrundia, Arrazua-Ubarrundia y Elburgo, recordamos a las personas y familias que, entre 1947 y 1957, vieron transformados sus hogares y tierras y alteradas sus vidas por la construcción del embalse de Ullíbarri-Gamboa, y también a las personas trabajadores que fallecieron durante las obras”. “Necesitamos que su historia perdure en el tiempo, recordándonos la importancia de preservar nuestra memoria colectiva y el legado de quienes nos precedieron”, abunda el texto.

El diputado general de Álava, Ramiro González, en la inauguración este lunes del monolito que recuerda a las personas que tuvieron que dejar su pueblo para que se pudiera construir el embalse

El proyecto de los embalses del Zadorra se había pergeñado durante la Segunda República, pero los trabajos no se acometieron hasta pasada una década, ya con el dictador Francisco Franco al frente, que fue quien presidió la inauguración en agosto de 1958, ahora hace 67 años. “Entre 1947 y 1957, en plena dictadura franquista, la construcción de este embalse transformó radicalmente el valle de Gamboa, un lugar que hasta entonces era un referente de identidad y de comunidad”, ha recordado González. “Más de 600 vecinas y vecinos se vieron obligados a dejar su tierra, a dejar sus raíces y a dejar también su comunidad”, ha lamentado. De forma ilustrativa, el municipio de Gamboa se vio abocado a la desaparición, de tal manera que los restos de los pueblos anegados por el embalse pasaron a depender administrativamente de los de Barrundia, Arrazua-Ubarrundia y Elburgo.

“El sacrificio de un valle con identidad propia”

González ha aprovechado para hacer un repaso, pueblo por pueblo, del devenir de las localidades situadas en la diana de la nueva construcción: Mendizabal y Orenin quedaron “sepultados bajo las aguas”; Garaio y Zuazo de Gamboa “sufrieron cambios irreversibles que transformaron para siempre su morfología y su demografía”; la mayor parte de los afectados, en resumen, se vieron, ha dicho, “forzados a emprender una nueva vida”. “Se vieron forzados a emigrar, en muchos casos en condiciones penosas, la mayor parte de ellos a Vitoria-Gasteiz, pero otros a lugares más lejanos”, ha dicho. Rufino, un natural de Orenin que no abandonó su hogar hasta que “el agua ya entraba por la puerta”, relataba la odisea en una entrevista a este periódico en los siguientes términos: “Fue traumático. Todavía hay familias que están sufriendo como consecuencia de aquellos hechos”.

“Las tierras de cultivo perdidas, las comunidades y las memorias ahogadas en el pantano son un legado que nos invita a honrar su sacrificio y a aprender de las lecciones del pasado. Nuestro deber hacia aquellas gentes es no olvidar el sacrificio que se vieron obligados a hacer para que en los centros urbanos del Gran Bilbao y de Vitoria-Gasteiz dispongamos del agua suficiente para nuestro bienestar”, ha explicado. “El embalse marcó un hito en la ingeniería vasca, pero también significó el sacrificio de un valle surcado por el río Zadorra, un valle con identidad propia”, ha abundado González, que también ha dedicado un recuerdo a los trabajadores que perdieron la vida durante la construcción del embalse.

Nuestro deber hacia aquellas gentes es no olvidar el sacrificio que se vieron obligados a hacer para que en los centros urbanos del Gran Bilbao y de Vitoria-Gasteiz dispongamos del agua suficiente para nuestro bienestar

Ramiro González diputado general de Álava

En el acto han participado desde personas que residían en las localidades en el momento en que el agua empezó a subir hasta representantes institucionales, pasando por descendientes de los afectados y personas que se han dedicado a lo largo de los años a recopilar información, retazos y recuerdos de pueblos que, en algunos casos, apenas se asoman a la superficie cuando el nivel de las aguas baja drásticamente. A la conclusión del acto, el diputado general, que ha agradecido “de corazón” el apoyo de los descendientes y otras personas relacionadas con el entorno del embalse y les ha invitado a mantener un encuentro “más distendido”.

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