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Por qué los permisos paternales no son cosa de hombres

Los padres responsables.

Eduardo Azumendi

Los permisos de paternidad parece que no están hechos para los hombres. A pesar de los esfuerzos por implantar medidas que ayuden a la conciliación laboral y familiar y, sobre todo, a la mayor implicación de los hombres en el cuidado de los niños aún queda mucho camino por recorrer. La última 'Encuesta sobre la conciliación de la vida laboral, familiar y personal' del Instituto Vasco de Estadística- Eustat refleja que uno de cada cuatro hombres ocupados considera “muy perjudicial” pedir un permiso de paternidad en su trayectoria profesional, lo que supone el porcentaje más alto de los últimos seis años.

A pesar de las evidencias sobre los beneficios sociales, económicos y demográficos que conlleva la adopción de estas prestaciones por parte de los hombres, el número de padres que hacen uso de las mismas resulta muy bajo. En 2016, en España 206.037 madres recurrieron a la prestación por maternidad frente a sólo 4.309 padres. Es decir, el 98% de las prestaciones fueron solicitados por mujeres.

El temor a que solicitar excedencias o jornadas reducidas afecte a la promoción profesional es ligeramente mayor entre los hombres que entre las mujeres (36,1% y 33,9%, respectivamente), según los datos del Eustat. En general, tres de cada diez personas ocupadas del País Vasco asegura tener muchas dificultades para compaginar el trabajo con el cuidado de dependientes (29,3%) o a la hora de atender a hijos e hijas menores (30,4%). Este alto grado de dificultad también lo percibe el 26,5% de las personas ocupadas cuando se trata de conciliar el trabajo con la realización de actividades personales.

Las mujeres que trabajan fuera de casa y tienen hijos o hijas menores de 15 años destinan 4,7 horas diarias a su cuidado, mientras que los hombres en situación equivalente emplean 3,3 horas diarias. Ligeramente superior es la diferencia que se observa entre las personas ocupadas con algún dependiente a su cargo, actividad a la que las mujeres dedican 2,7 horas diarias y 1,1 horas los hombres.

Además, algo más de la mitad de las mujeres ocupadas destinan al día cinco horas o más al cuidado de menores (51,3%) y una de cada cinco a la atención de la dependencia. A su vez, y en contraposición, el 39,5% de los hombres ocupados colabora con dos o menos horas atendiendo al cuidado de sus hijos e hijas.

En comparación con los datos de 2010, se observa que el porcentaje de mujeres que dedica un elevado número de horas -cinco o más- al cuidado de sus hijos e hijas se mantiene, mientras que en los hombres va aumentando y alcanza en 2016 su nivel más alto (23,1%).

Más horas al trabajo

Una parte relevante de la población ocupada tiene que dedicar más horas de las establecidas a su trabajo: algunas veces (20,6%) o casi siempre (17,9%). Esta prolongación en la jornada laboral afecta más a los hombres que a las mujeres, ya que el 21,3% de los ocupados alarga la jornada algunas veces y el 20,5% casi siempre, mientras que entre las mujeres ocupadas estos porcentajes suponen el 19,8% y 15%, respectivamente.

Dentro de las distintas medidas que pueden facilitar la conciliación de trabajo, familia y vida personal, las ausencias temporales del trabajo están al alcance de la mayoría de la población ocupada, seguidas por la posibilidad de pedir días sin sueldo. Además, casi la mitad de la población trabajadora manifiesta una dificultad baja para conseguir excedencias o reducciones de jornada.

El horario flexible de salida, otra herramienta para mejorar la conciliación, lo disfruta algo más de un tercio de las personas ocupadas (36,6%). Respecto al trabajo en el propio domicilio, un 10,6% de las personas ocupadas trabaja esporádicamente en casa y un 6,2% al menos la mitad de los días.

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