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1994: el año que todos los madrileños conocieron a Fernando Botero

Mujer con espejo, una de las obras que quedaron en la ciudad de Madrid después de la exposición de 1994

Luis de la Cruz

15 de septiembre de 2023 17:20 h

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En 1994 hacía solo dos años que Madrid había pasado su discreta añada como Capital Europea de la Cultura. La ciudad caminaba parsimoniosa, al ritmo de la vara de alcalde de José María Álvarez del Manzano, en busca de no sabía bien qué, que situara su nombre junto al de otras grandes capitales europeas. O de Barcelona.

Aquel verano, el calor fue especialmente intenso, Miguel Induráin ganó su cuarto tour de Francia y los madrileños conocimos a las gordas de Botero. Las obras del célebre escultor colombiano Fernando Botero, que acaba de fallecer, ocuparon el paseo de Recoletos y los ciudadanos, que estaban asistiendo a una de las primeras y más grandes operaciones de espectacularización artística de la ciudad, participaron entusiastamente del evento. La exposición había poblado anteriormente los Campos Elíseos y Park Avenue, así que parecía perfecta para elevar el ego de la capital. Todos acudimos a verlas y jugamos a hacer listados de favoritas.

Los que mejor pudieron contemplar las esculturas, por cierto, fueron los conductores y pasajeros del 27, ya que las estatuas se orientaron de cara a la calzada y no a la acera, si bien el Ayuntamiento habilitó un carrilillo peatonal que se conoció popularmente como carril Botero. Aunque la razón esgrimida fue la mayor facilidad para iluminarlas, parece bastante definitorio de los tiempos y tan madrileño como ir a ver las luces navideñas en coche.

La exposición, organizada por el Ayuntamiento y Caja de Madrid, se inauguró durante el mes de mayo y duró hasta el 12 de agosto. Estaba formada por 21 esculturas de gran volumen (entre los 500 y los 2200 kilos) situadas entre las plazas de Colón y de Cibeles.

La muestra dejó algunos rastros permanentes de Botero en Madrid. El propio escultor regaló Mujer con espejo a la ciudad. La gorda está tumbada boca abajo al final de la calle Génova y mira hacia la plaza de Colón. Rapto de Europa fue adquirida por AENA, y se encuentra entre el aparcamiento y la Terminal 1 de llegadas del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas (costó 200 millones de pesetas junto con otra obra del artista que se expone en el aeropuerto de Palma). Telefónica, por su parte, adquirió La Mano, situada frente al Museo de Ciencias naturales.

El propio Fernando Botero acudió a la inauguración en Recoletos y cuentan las crónicas periodísticas que el pueblo de Madrid, que abarrotaba la arteria, le dio tratamiento de estrella del rock.

Hoy, al leer la noticia del fallecimiento del artista a los 91 años, no serán pocos los madrileños mayores de cuarenta que recuerden perfectamente el ambiente de Madrid durante el verano de 1994, cuando el público ajeno al mundo del arte conoció a Botero.

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