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La meteórica carrera estudiantil de una humilde política española 100 años atrás

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Carpetania Madrid

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La educación en Madrid ha estado estrechamente ligada al barrio de Malasaña. En la calle Reyes se instaló el Instituto del Noviciado, uno de los primeros de Enseñanza Secundaria (actualmente es el instituto del Cardenal Cisneros) y en la calle San Bernardo la Universidad Central de Madrid (actual Universidad Complutense). Ya desde el siglo XIX se movían por el barrio una masa de estudiantes que aportaban al barrio vitalidad, sueños e ideales.

Muchos profesores y alumnos del Instituto Cisneros y la Universidad han llegado a ser personalidades ilustres, pero entre todos ellos, por su tenacidad, valentía y lucha por los derechos de la mujer destaca Clara Campoamor Rodríguez, una de nuestras más ilustres vecinas que fue, nada menos, que una de las principales impulsoras del sufragio femenino en la España de 1931.

Clara Campoamor había nacido en el barrio, en la calle Marqués de santa Ana número 4, a unas manzanas del Instituto y la Universidad, en 1888, en el seno de una familia humilde, pero no comenzó sus estudios de Bachillerato hasta 1921. Clara no pudo estudiar de jovencita como habría querido. Con trece años quedaba huérfana de padre por lo que tuvo que abandonar los libros y ayudar a su madre trabajando. Cuando retoma sus estudios tiene 33 años. Es el momento en el que ha conseguido ahorrar el dinero para hacerlo y no se lo piensa dos veces.

La fuerza de voluntad y determinación de Clara eran sorprendentes, no sólo era mucho mayor que la mayoría de estudiantes, además era mujer. Aunque el número de alumnas de bachillerato creció de forma lenta en el primer tercio del siglo, estos eran los estudios secundarios menos demandados porque tenían escasa aplicación práctica inmediata para las mujeres. Pensados para obtener un empleo cualificado o como preparación para los estudios universitarios, estaban todavía muy alejados del horizonte vital de la mayoría de las mujeres en estos años. Clara consigue aprobar todas las asignaturas en el curso (1921-1922) y se matricula en Derecho. En 1924, solo dos años después, con treinta y seis años obtiene la licenciatura en Derecho en la Universidad Central de Madrid.

Que una mujer consiguiera una licenciatura en aquellos primeros años del siglo XX seguía siendo anecdótico, más aún en el poco tiempo que lo hizo. Una década después de que se licenciara Clara, las mujeres aún tenían que lidiar con el tópico de que las estudantes eran feas y poco femeninas. En una de las revistas ilustradas más importantes de entonces, Nuevo Mundo, en junio de 1933, en un artículo sobre el traslado de la Universidad del caserón de San Bernardo a la nueva Ciudad Universitaria, podemos leer que las mujeres que se ven en los nuevos pasillos son sorprendentemente bellas,deportivas e inteligentes. “Nadie diría, viendo sus finas estampas y sus rostros maquillados, que en aquellas frentes—línea sutilísima de la ceja sobre los ojos embellecidos por el rímel- vive la preocupación del Derecho Internacional Privado, de la Anatomía Patológica o de la Arqueología arábiga” (Nuevo Mundo, Madrid, 16-6-1933).

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