Carlos Osorio García de Oteyza pasea por su ciudad descubriendo algunos de los secretos que semanalmente comparte en sus recorridos guiados por Madrid o ha escrito en sus once publicaciones sobre la capital.
De cuando los madrileños se divertían junto a Cibeles con circos, teatros, conciertos y parques de atracciones
El ocio de los habitantes de Madrid (teatros, circos, parques de atracciones) estuvo alrededor de la fuente de la diosa en la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del siglo XX
Jardín público El Paraíso. Cuadro de Rafael Botella Museo de Historia de Madrid
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¿Sabías que hubo un parque de atracciones en el lugar donde hoy se alza el Palacio de Cibeles? ¿Y que la zona de Alcalá, Recoletos y Prado estaba llena de teatros, circos, cafés y terrazas? Vamos a viajar en el tiempo hasta la época en que Madrid se divertía en torno a la fuente de Cibeles.
El primer gran parque de atracciones de Madrid, el de “Los Campos Elíseos”, fundado en 1864, estaba situado junto a la plaza de toros de la Puerta de Alcalá, en el perímetro formado por las calles de Alcalá, Claudio Coello, Hermosilla y Príncipe de Vergara. Este parque tenía una ría navegable, un teatro y una plaza de toros. Además contaba con un popular recinto para bailes conocido como “El Paraíso”. En 1900, se creó otro parque con el mismo nombre en la quinta de la Fuente del Berro que solo duró dos años.
El otro gran parque de atracciones, “Los Jardines del Buen Retiro”, se instaló en 1878 en la esquina de Alcalá con el Paseo del Prado, ocupando terrenos que habían pertenecido al Real Sitio del Buen Retiro. Su propietario, Felipe Ducazcal, lo dotó de las atracciones habituales (la noria, la montaña rusa) y además programaba exhibiciones de tipo circense. Este parque permaneció abierto hasta 1904, cuando comenzaron las obras del Palacio de Correos y Telecomunicaciones, hoy Palacio de Cibeles.
Varios circos se instalaron en la zona próxima a Cibeles, el más conocido fue el Circo Price. El teatro-circo del irlandés Mr. Thomas Price se instaló en 1853 en el paseo de Recoletos, y se trasladó en 1880 a la Plaza del Rey, ocupando el lugar del Circo Olímpico. El Price, que tuvo especialidad en espectáculos hípicos, ofreció la primera proyección de cine en Madrid, con el sistema del animatógrafo, el 11 de Mayo de 1896. También dio a conocer la música pop española en sus matinales de los domingos en los años sesenta. Cerca de allí, en la calle Barquillo, se ubicaba el Circo de Paúl (1847-1880), y en el Paseo de Recoletos esquina con la calle Bárbara de Braganza, abrió en 1861 el Teatro Circo de Madrid, también llamado “Teatro Príncipe Alfonso”
Los jardines privados, en los que se celebraban bailes, espectáculos y eventos, tuvieron sus prototipos, allá por el siglo XVII, en la “Huerta de Juan Fernández” (situada en el actual Palacio de Buenavista), y la “Huerta de Lerma” (junto a la plaza de Neptuno). Frente a esta última, en la actual Plaza de la Lealtad, estaba la Torrecilla de la Música, una torre de dos pisos, en la que se situaba una orquesta de cámara que hacía las delicias de los paseantes. Entre 1821 y 1829 funcionó el baile de “Los Jardines del Tívoli”, donde hoy se alza el Hotel Ritz. En este mismo lugar se instalaba en los veranos del final del siglo el “Circo Hipódromo”, y entre 1891 y 1909 estuvo el Teatro Tívoli. No era el único teatro de la zona, ya que junto a Cibeles, al lado del parque de atracciones, estuvo en los años finales del XIX el teatro Felipe, que luego se trasladó a Argüelles. Aunque sin duda, el teatro más importante de la zona fue el Teatro Apolo (1873-1929) en la calle Alcalá, 45. En el Apolo se estrenaron zarzuelas inolvidables como “La Verbena de La Paloma” o “la Revoltosa”. Tenía nada menos que cuatro funciones diarias, la última, llamada “la cuarta de Apolo” era a medianoche y estaba destinada al público juerguista y nocherniego.
Particular importancia tuvieron los cafés, sobre todo en la acera de los pares de la calle Alcalá, entre la calle Sevilla y la plaza de Cibeles. Allí estaban el Suizo, el Lyon D´Or, la Maison Doré, el Ivory, el Marfil, el Negresco, La Granja del Henar y La pecera del Círculo de Bellas Artes (el único que se salvó). Añadamos que cada café contaba con su correspondiente terraza, con lo que el todo Madrid se dejaba caer por aquí en un momento u otro. En la acera de los impares estaban el Café Regina, el Colón, el Fornos, el Aquarium, el Dólar y el Cervantes. Y al otro lado de Cibeles, la Cervecería de Correos y el Nuevo Café de Lyon. Acabamos de mencionar dieciséis cafés históricos, con espléndidas decoraciones clásicas, modernistas o Art-Deco. Sólo hemos sabido conservar uno de ellos: La Pecera del Círculo de Bellas Artes.
En los años veinte comenzaron a instalarse en la zona próxima a Cibeles las compañías más poderosas: los grandes bancos, las aseguradoras, la Telefónica, etc. En un principio, este posicionamiento empresarial afectó únicamente a los teatros, de los que solo sobrevivieron el Alcázar, inicialmente llamado Trianon Palace, y el teatro del Círculo. En los oscuros años del Franquismo, los cafés de la calle de Alcalá, así como el último de los circos, el Price, fueron cerrando uno detrás de otro, siendo sustituidos por tristes oficinas bancarias y estamentos oficiales. El pueblo de Madrid fue expulsado del entorno de Cibeles, y las calles de Alcalá, Paseo de Recoletos y Paseo del Prado, pasaron a ser autopistas lentas, siempre atascadas. La última florista de la calle de Alcalá, con sus nardos fláccidos y mustios apoyados en la cadera, abandonó su oficio ante la desaparición de los paseantes, que fueron sustituidos por oficinistas apresurados y coches humeantes.
En 2025, cuando las aceras de la calle de Alcalá acaban de ser ampliadas, una legión de turistas sube y baja sin prisas, mirando de perfil a la tarde madrileña. Y en esa ausencia de prisas, en esa mirada distraída, creo reconocer a los madrileños de otro tiempo, y entonces comienza a sonar en mi cabeza un pasodoble compuesto por Francisco Alonso para la revista “Las Leandras”: “Por la calle de Alcalá, con la falda almidoná, y los nardos apoyaos en la cadera, la florista viene y va, y sonríe descará, por la acera de la calle de Alcalá…”
Sobre este blog
Carlos Osorio García de Oteyza pasea por su ciudad descubriendo algunos de los secretos que semanalmente comparte en sus recorridos guiados por Madrid o ha escrito en sus once publicaciones sobre la capital.
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