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Quitar zonas verdes para poner coches, pero con una sonrisa

Almeida y Villacís, durante el desmontaje de Despacio Galileo |  AYUNTAMIENTO DE MADRID

Somos Chamberí

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La foto que ilustra estas líneas la publicó este martes José Luis Martínez-Almeida en su Twitter después de pasar por Despacio Galileo, el experimento que comenzó como audaz actuación de urbanismo táctico y que acabó convirtiéndose en un constante foco de protestas para el Ayuntamiento de Carmena. En la imagen se observa en primer plano una de las macetas del espacio, levantada por una grúa para desaparecer del lugar. En segundo plano, la cara de satisfacción del nuevo alcalde de Madrid llena toda la imagen mientras su vicealcaldesa, Begoña Villacís, no pierde detalle del momento y lo graba en su móvil, tal vez para el próximo stories de su Instagram.

La pomposidad y los rostros alegres de los allí presentes contrastan con lo dramático -ambientalmente hablando- que subyace en el acto en sí, consistente en desmantelar una zona verde para meter 29 plazas de aparcamiento. Cambiar flores por coches. Tal cual. En Madrid, a julio de 2019, cuando los adolescentes de medio mundo reclaman desde hace semanas cuidar del medio ambiente en una serie de protestas históricas, el nuevo equipo de Gobierno sonríe muy fuerte mientras decenas de jardineras desaparecen del espacio conquistado para el peatón.

Celebrar con aplausos la marcha de bancos y plantas para colocar aparcamientos en su lugar solo se puede explicar por una torpeza política. O por provocación. “Para nosotros ha sido una cuestión de gratitud y justicia cumplir con los vecinos de Chamberí”, decía Almeida en alusión a la “dignidad democrática” de los que se manifestaron pidiendo la vuelta de los coches y que esta mañana le jaleaban a su llegada. Los que le pitaban, en la acera de enfrente, no merecían su atención. Una joven vecina, que acababa de llegar al show, preguntaba a otra más mayor qué era lo que estaba pasando: “Que están quitando las plantas para que puedan volver a aparcar los coches”, le contestaba. El tamaño de los ojos de plato que se le quedaron a la primera no cabrían en esta descripción. Para haberlos podido incluir en el artículo lo suyo era que Villacís se hubiera prestado a sacarle una foto con el móvil. Pero estaba mirando hacia el lado equivocado, grabando el adiós de las macetas.

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