¿Malasaña se gentrifica o se turistifica? Los expertos nos responden
Subidas de precio, desplazamiento, despoblación, turistificación, impactos del monocultivo turístico… los últimos meses de 2016 Somos Malasaña está prestando una especial atención a algunos de los cambios que, en nuestra opinión, se están dando en el barrio de forma.
Dentro de este estado de la cuestión de Malasaña, hemos querido también contar con la opinión de un pequeño panel de expertos, a los que hemos pasado un cuestionario (ellos han respondido a las preguntas que han considerado oportunas). A continuación, os dejamos algunas partes que hemos extractado de entre sus respuestas, pero podéis leer las entrevistas completas.
Estos son los expertos a los que hemos consultado:
- Jorge Sequera es investigador posdoctoral en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de la Oficina de Urbanismo Social. Su tesis doctoral, defendida en 2013, versó sobre las políticas de gentrificación en el centro de Madrid (más concretamente en Lavapiés), y es ya un trabajo de referencia. Ha trabajado en Sudamérica y actualmente lo hace sobre la ciudad de Lisboa, entre otras cosas. [Leer toda la entrevista a Jorge Sequera]
- Casilda China CabrerizoChina es doctora en Geografía y autora del libro La ciudad negocio. Turismo y movilización social en pugna (CISMA Editorial, 2016). El libro, que nace como spin off de su tesis doctoral, nos da una mirada global, documentada y accesible sobre la fricción surgida entre la industria turística y las ciudades. [Leer toda la entrevista a China C. Cabrerizo]
- Álvaro Ardura (arquitecto) y Daniel Sorando (sociólogo) han abordado el fenómeno de la gentrificación en First we take Manhattan. La destrucción creativa de las ciudades (Catarata, 2016). El título es, sin duda, uno de los best seller sobre el tema este año. [Leer toda la entrevista a Álvaro Ardura y Daniel Sorando]
GENTRIFICACIÓN
La palabra ha pasado en poco tiempo de ser un trabalenguas de significado desconocido a ser utilizada con mucha ligereza, corriendo el peligro de convertirse en concepto paraguas que todo lo tapa y explica pocas cosas.
Precisamente, Sequera nos hablará del uso como mantra del término gentrificación, que oculta el hecho de que “la ciudad capitalista está 24 horas especulando”, no estando esa especulación necesariamente acompañada de procesos de gentrificación. Nos avisa, así mismo, de que “cada proceso de gentrificación tiene su particularidad y no repite necesariamente los mismos patrones, como se está comenzando a ver, tanto desde la academia como desde el mundo del arte o el activismo”. Es dudoso que se pueda hablar de gentrificación en algunas partes de Malasaña donde la vivienda nunca fue barata aunque, sin duda, sí se ha dado el proceso en la zona de la trasera de la Gran vía, considera Sequera. Lo que seguro se ha producido, advierte, es un fuerte cambio de usos en el espacio de Malasaña, en cuyas calles y comercios se han llevado a cabo desplazamientos de usos (eliminación de un tipo de ocio asociado al botellón, preparación de calles para el gran comercio, o cierre de salas de conciertos), a menudo acompañados de burorepresión
Cabrerizo coincide también en que, probablemente, Malasaña “no responde exactamente a un proceso de aburguesamiento de un barrio obrero con una fuerte degradación física, donde se produce lo que Neil Smith denomina desequilibrio de renta que abre la oportunidad de reinversión en lo inmobiliario por parte del sector privado”. En su opinión, esto se ha dado más en lo tocante al tejido comercial, pero cree que las inversiones en espacio público y seguridad son lo que más han contribuido –junto con su centralidad y su capital simbólico y patrimonial- al cambio de percepción y usos entre la Malasaña que conocíamos y la que tenemos o se vislumbra llegar.
En opinión de Álvaro Ardura el proceso de gentrificación más ortodoxo (sustitución de vecinos original por otros de mayor poder adquisitivo) ya se ha dado en Malasaña, y ahora se estaría produciendo un efecto parecido ocasionado por la llegada masiva de la industria turística. “Puede darse la paradoja que los nuevos vecinos que desplazaron a los originarios, sean ahora desplazados a su vez”, apostilla.
Daniel Sorando, su compañero, aporta que a veces el desplazamiento comercial antecede al residencial, recordando el caso de Ciudad de México, donde el desplazamiento del comercio ambulante está en el centro del conflicto. “Esto es algo que también se observa con claridad en el caso de Malasaña, donde los comercios de proximidad han sido desplazados a favor de otro tipo de tiendas que venden productos que no satisfacen tanto necesidades materiales como estéticas, expresivas o simbólicas”.
TURISMO
Sequera sugiere unir dos vectores. Necesitamos estudiar el impacto de la apuesta que instancias públicas y privadas han hecho por el turismo urbano… pero hay que mirar un poco más allá, al contexto sociohistórico. “De ser una sociedad de propietarios –o mejor dicho, de hipotecados– estamos pasando a ser una sociedad de inquilinos y el mercado está aprovechando el momento. No solo ha aumentado en Malasaña el precio de alquiler: según EnAlquiler en el conjunto de la ciudad ha aumentado en un 21% en el último año”. También hay que tener en cuenta lo que algunos llaman la trampa de la habitación, que tiene que ver con que el mercado premie a los propietarios que alquilan sus pisos a muchos inquilinos a la vez (típicamente a estudiantes, aunque no sólo); o atender a los cambios de sociabilidad, retratados en Malasaña en el hecho de que casi la mitad de los vecinos vivan solos.
Por último, Sequera nos advierte de que el nuevo modelo turístico, controlado por pocos propietarios y agencias inmobiliarias, produce a su alrededor un circuito de trabajos precarios y, frecuentemente, dentro de la economía sumergida (limpiadoras, fontaneros por horas, guías turísticos, experiencias gastronómicas). Miremos pues la turistificación, más allá del discurso de la gentrificación.
“Malasaña se ha incorporado a la ruta turística recientemente. No hay que olvidar que, no hace tanto, sitios como Malasaña o Lavapiés aparecían en las guías turísticas de Madrid como zonas no recomendables para el turista. Este cambio ha implicado la intervención pública, en materia por ejemplo de seguridad, la inversión de capitales en vivienda y comercio, y la apropiación de los capitales simbólicos o patrimonios inmateriales que dan identidad a estos barrios. ¿Las consecuencias? Pues está por ver”, nos advierte Cabrerizo, que ha estudiado a fondo los impacto del turismo de masas sobre las ciudades.
Álvaro Ardura cree que estos impactos pueden tener un acelerador en los apartamentos turísticos, ya que “se pueden captar gran cantidad de fondos para invertir en viviendas y destinarlas a ese uso turístico en muy poco tiempo, aumentando la presión sobre el resto del parque”.
Daniel Sorando, por su parte, compara el caso de Malasaña con el Kreuzberg berlinés: “en perspectiva comparada, ambas ciudades son más baratas que otras grandes ciudades como Londres o París, lo cual facilita la llegada de inversiones globales”.
PRECIOS
Tal y como publicamos recientemente, los alquileres en Malasaña parecen estar disparándose (habiéndose apreciado subidas de los alquileres entre un 10 y un 15 por ciento en los últimos meses).
“Todo apunta a que estamos arrancando un nuevo ciclo de inversión en el inmobiliario de capitales acumulados durante los últimos años; inversiones en la ciudad como negocio rentable, una práctica ya bastante vieja. Y una parte importante de esos capitales están siendo canalizados hacia el sector turístico, uno de los que muestra una fortaleza mayor”, apunta Cabrerizo, que nos recuerda que el precio de vivienda de segunda mano en el distrito Centro ha subido 8,6% sólo en un año (entre 2014 y 2015), copando el 7,1% de las transacciones de vivienda de toda la ciudad.
El sociólogo Daniel Sorando confirma que el fenómeno tiene recorrido: “en la universidad hace tiempo que venimos realizando estudios de la segregación en el área metropolitana madrileña y la pauta es clara en el caso de Malasaña. De ser un espacio donde vivían las clases populares en los noventa ha pasado a convertirse en uno de los territorios donde más profesionales se instalan”.
DESPOBLAMIENTO
Publicamos en este medio que la población de Malasaña ha descendido un 9% en los últimos seis años, hemos querido preguntar a nuestros entrevistados si existe un peligro real de despoblamiento en el centro de Madrid.
La respuesta de Cabrerizo es un sí con matices. “Una de las principales causas es la merma de residentes extranjeros como consecuencia de la mala situación económica y del empleo, una pérdida cuantitativa (crecimiento real de la población) pero que también afecta muy negativamente al crecimiento natural o vegetativo. No cabe duda de que, además, los elevados precios de la vivienda, los déficits en equipamientos y dotaciones, la pérdida de comercio de proximidad y la concentración de ciertas funciones de carácter metropolitano, estatal y global expulsa de este ámbito a población de rentas bajas, tanto nacionales como extranjeros de países empobrecidos, y a ciertos modos de vida. Mientras esto ocurre, estos barrios se hacen atractivos para otros estilos de vida, capacidades de renta y extranjeros de países ricos, caracterizados muchas veces por su elevada movilidad. Esto nos lleva a pensar que las caídas que observamos en el padrón no se corresponden exactamente con el número real de personas que habitan en el Centro, pues suele ser un lugar elegido para vivir temporalmente por gentes procedentes de fuera de la ciudad que no se llegan a empadronar.
Dicho esto, y en cuanto a la pregunta concreta de si hay riesgo de despoblamiento…me cuesta visualizar al centro de Madrid como un caso de despoblamiento residencial total. Lo que sí está ocurriendo ya es una pérdida de la complejidad social en términos de edades; van desapareciendo las cohortes de edades por encima de los 50 y las de menor edad, engordando las que podemos denominar jóvenes y jóvenes-adultos sin hijos. Y la pérdida de diversidad es siempre una gran pérdida“.
RESISTENCIAS
Cabrerizo ve claro que no podemos seguir apostando por la sostenibilidad del turismo, y necesitamos planes que integren todo el funcionamiento de la ciudad en sus diferentes ámbitos, con programas serios de vivienda social, y advierte de que si una hipotética regulación de los alojamientos turísticos no se acompaña de políticas públicas en torno a otro modelo de ciudad y sociedad sólo se conseguirá engordar la recaudación estatal, pero no frenar el crecimiento del fenómeno ni sus impactos negativos.
Ardura y Sorando ven pocas competencias reales en la administración local para regular –aunque un gran potencial en cuanto a la detección de los problemas-, y creen que sería conveniente la creación de una red de Ayuntamientos con problemas similares, para sumar fuerzas. Sorando aporta que los Ayuntamientos cuentan con edificios públicos con los que ayudar a desmercantilizar la vivienda “y promover espacios de autogestión, auténtica clave de cualquier lucha contra el desplazamiento.”
Si Cabrerizo ve la solución en es “ir hacia una crisis del consumo en clave decrecentista”, Sorando apunta la necesidad de una participación interclasista en los movimientos de resistencia, con inclusión de las clases populares –las más afectadas-, de forma similar a como ha ocurrido con la PAH. Por último, Sequera nos avisa de que, siendo importante luchar por el barrio, “hay una delgada línea con reclamaciones vecinales más reaccionarias y que caen rápidamente en ciertas formas de xenofobia, de turismofobia”.
Lee las respuestas completas de los entrevistados:
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