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CRÓNICA | El Jazz español agota las entradas en la tercera jornada del XXII Jazz San Javier

El público llenó por completo el auditorio

Andrés Garrido

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El jazz español ha dejado cristalino, durante la tercera jornada del XXII Jazz San Javier, que goza de una excelente salud y que nuestros músicos se encuentran entre los más destacados del género a nivel internacional. En la noche del pasado viernes, la trompetista, compositora y cantante barcelonesa Andrea Moti y su Quinteto dejaron un concierto de gran altura musical, al que la voz delicada de Moti y sus solos de trompeta rotundos completaron el indiscutible buen trabajo de los experimentados Ignasi Terraza, en el piano; Joan Chamorro (mentor de Andrea Moti), al contrabajo; Esteve Pi, en la batería (qué Magisterio el suyo) y el guitarrista Josep Traver conformando ese quinteto que acompaña a la intérprete catalana desde sus comienzos como cantante.

Por si ello fuera poco, la segunda parte completó una noche de jazz intensa e inmensa con el estilo, la voz apropiada para el repertorio que presenta y, en suma, la música que nos regala siempre el cantante y actor malagueño Toni Zenet, quien regresaba a Jazz San Javier por expreso deseo de los habituales aficionados y porque ya tiene nuevo disco en el mercado titulado “La Guapería”, dedicado al bolero cubano en cuyo país caribeño se le ha otorgado el Mejor Disco del Año, según expresó el propio Zenet. Las entradas se agotaron dos días antes de estos conciertos y ha sido la primera vez en la historia del festival, que dos conciertos de una misma jornada conformados por músicos españoles agoten el papel. Según indicaba el director de Jazz San Javier, Alberto Nieto, “ha sido una doble satisfacción porque, concretaba, demuestra que el jazz no es una música muerta y que los músicos españoles poseen ya un nivel muy elevado”.

La primera parte de esta memorable programación corrió a cargo del quinteto que acompaña a la trompetista, compositora y cantante catalana Andrea Moti, cuyos músicos ya hemos relatado. Andrea es uno de los primeros productos que salen de la Escuela Municipal Sant Andreu y de su Jazz Band, que dirige y tutela cuidadosamente el contrabajista y saxofonista Joan Chamorro. Su debut discográfico llegó en 2010, bajo el título de “Joan Chamorro presenta a Andrea Motis”. Desde entonces, la trompetista y cantante ha caminado por senderos bien dirigidos y protegidos en una trayectoria siempre ascendente de la que todos los músicos que conforman desde entonces su quinteto cuidan con especial interés.

Su concierto comenzó con dos piezas de su último álbum -grabado a sus 20 años, en el prestigioso sello Impulse-, en el que los mejores nombres del género a nivel internacional han realizado muchos de sus grandes registros. “I Didn’t Tell Them Why”, creación de la propia Andrea Motis, y “He’s Funny That Way”, ambas abren ese disco que citábamos.

Solamente con escuchar a los cuatro magníficos músicos que acompañan a Motis ya embelesa (Terraza, Chamorro, Pi y Traver). Mucho más cuando Andrea coloca su aterciopelada voz no exenta de fuerza cuando el momento lo requiere y, como un complemento del que nunca se olvida porque es su base musical, matiza con sus solos de trompeta su concierto resulta un paseo por los cielos. Su repertorio cabalga entre las piezas puramente jazzísticas –“On The Sentimental Side” o las dos primeras ya citadas-, hasta creaciones conocidas del repertorio brasileño (por cierto, en el que Motis se desenvuelve como pez en el agua), sus creaciones o las que adaptan de otros estilos y compositores como el “Mediterráneo” de Serrat o “Jo Vinc”, de Ignasi Terraza, y una muy cuidada versión de todo un clásico del soul: “Ain’t No Sunshine”, éxito arrollador en su momento de Bill Withers.

El aspecto físico un tanto frágil y delicado de Andrea Motis le confiere una imagen adecuada a las tradicionales cantantes de clubs de jazz norteamericanos, que podíamos ver en películas de los años 40 ó 50 del pasado siglo XX. Pero no por ello, Motis es débil; todo lo contrario, su discurso musical es fluido y correcto y como el propio Joan Chamorro ha indicado en alguna ocasión “está bien que los músicos trabajemos por dar las notas correctamente afinadas y en su sitio, pero también es muy importante que salgan desde el corazón para llegar a comunicar”. Y eso es lo que practica Andrea Moti, que cerró su primera cita con Jazz San Javier con dos bises: “Rabo de Nube”, del cubano Silvio Rodríguez, y “Never Will I Marry” de Frank Loesser.

El público, puesto en pie y aplaudiendo sin cesar, vitoreaba al quinteto que saludaba desde el borde del escenario, mientras un ramo de flores era entregado por la organización a Andrea Moti. Sencillamente, delicioso.

La segunda parte de esta tercera jornada nos iba a cambiar el decorado sin alejarnos del jazz. Un decorado que dibujaba canciones “canallas”, de historias de amor y desamor, de boleros, tangos y baladas. Un estilo que el malagueño Toni Zenet ha creado para sí mismo y que como explicaba en petite comité entre bambalinas, antes de aparecer en escenario, “estoy en la frontera del jazz. Entro y salgo, pero no dejo de estar ahí, en la frontera”. Los que escuchábamos éramos Ignasi Terraza, Alberto Nieto, Esteve Pi y un servidor. Y continuó Zenet, con una explicación de lo que se ha realizado en Málaga con el jazz: “Al principio, hace unos pocos años atrás, se creó una escuela pensando en que se llegaría a las 30 matrículas y que cerrarían en dos años, como mucho. Pero no fue así, detallaba Zenet. Hoy hay más de 300 matrículas y han tenido que ampliar el local de la escuela. Y esa demanda ha propiciado la creación de clubs y locales para tocar jazz, para que esos alumnos vayan exponiendo sus enseñanzas en conciertos para esos locales”. Este comentario de Zenet nos lleva, amables lectores, al principio de esta crónica: El jazz en España ya cuenta con un plantel de muy buenos músicos, que hacen que este género no muera y esté más vivo que nunca.

Pero vayamos con lo que Zenet volvió a regalar en el escenario del auditorio Parque Almansa, sede oficial de Jazz San Javier. El motivo de su esperado regreso ha sido su nuevo disco, “La Guapería”, dedicado al bolero cubano y por el que se le ha concedido en el país caribeño el premio Al Mejor Disco del Año, que recogerá en fechas próximas. Zenet ya triunfó en su primera visita al festival en 2016 (XIX edición), durante una noche que contrastaba y debía robar el magnífico recuerdo que minutos antes habían dejado sobre el auditorio el grupo norteamericano Spyro Gyra. Y Zenet lo logró.

En esta segunda visita, Toni Zenet ha vuelto a dar lo mejor de sí, acompañado por casi el mismo grupo de músicos que lo hicieron anteriormente. No pudo venir Pepe Rivero, pero sí lo hizo Jorge Vera en el piano; José Taboada, guitarra; Manuel Machado y Ove Larsson, trompeta y trombón, respectivamente; Moisés Porro, batería y percusión; Antonio Miguel, en el contrabajo y el delicioso violín de Raúl Márquez. Con un repertorio extenso y escogido con cariño se inició su concierto con “Estás Equivocada”, “Ansias Locas”, “Devuélveme Mis Besos” y “Borrasca” un bolerazo de los de toda la vida. El público, como habrán podido comprobar en una foto de Goio Villanueva, llenaba el auditorio por completo y ya se había entregado sin hipotecas a un Zenet que además de cantar bien sabe cómo comunicar y ganarse a todo un auditorio. No en vano, su faceta de actor le vale mucho para dar más vida a sus interpretaciones musicales.

Zenet gusta de explicar lo imprescindible de cada nueva canción y así fue desgranando piezas como “Cuando Te Enfadas”, “Quien Sabe”, “Échame El Humo A La Cara”, “Imágenes”, “No Te Empeñes Más”, “Es Tan Difícil” o “Qué Será Lo Que Me Has Dado”, que una parte de su letra indica: “De ti conservo el placer de haberte conocido, dos señales en el cuello y una noche para siempre”. Al más puro estilo Zenet.

El público que llenaba el auditorio disfrutaba lo que no está en los escritos y con cada nueva canción, se crecían, coreaban, acompañaban con palmas, le gritaban “¡Guapo!” y Zenet respondía, “Gracias”. Todo era una fusión entre músicos y público, como si de una buena y bien avenida familia se tratara. Y es que Jazz San Javier y su público funcionan y son así. “La música es un viaje en el espacio y el tiempo”, como indicó el cantante malagueño en un momento del concierto. Y en este viaje del pasado viernes en la noche hubo mucho embrujo, poco espacio que ocupar en un auditorio abarrotado y todo el tiempo que se quisiera, para disfrutar con Zenet y sus músicos.

Un último aldobonazo de canciones terminaron por dejar hechos papilla a ese auditorio entregado sin compasión. Canciones como “Un Beso De Esos”, una preciosa “Estela”, que el respetable coreó con absoluta unanimidad, “A Poquito Que Te Roce” o la chulería con toque final de gorra hacia adelante en “Sé Que Estás Pensando En Mí” puso el colofón a un concierto que llegó hasta la hora y 45 minutos de absoluta entrega de Zenet y sus músicos con un auditorio y de éste, con los músicos.

Como era de esperar, los aficionados demandaron otra más y Zenet les regaló “Tú no, yo sí”, con la que definitivamente se despedía del público de Jazz San Javier al grito de “Os quiero”.

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