Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Cuéntame qué nos pasó: millenial, otra generación más

La tecnología no siempre es la causante de todos los males

José Lara

0

“Éramos siete para tres y les pegamos una paliza, ellos a nosotros, que yo, viéndome precisado me tiré hacia el más pequeño y, si no me lo quitan, me ahoga”

Era nuestro día a día: llenarnos de pecados veniales que nos permitieran volver a mirarnos a la cara al día siguiente, y volver a empezar. Y, ¿qué era de ellas? De ellas hablaremos más tarde. Como decía, quizás hoy nos señalarían con el dedo, no sabemos en cuánto tiempo, con una Smith & Wesson, para menospreciar nuestros orígenes analógicos al grito de uno de los estribillos de sus referentes musicales “Que esta gente son de pueblo, que esta gente son de pueblo” (Melody, De Pata Negra).  Y sí, quizás tengan razón en ello, crecimos libres, asalvajados a la vista de un millenial; llegábamos a casa con las rodillas desolladas y las yemas de los dedos negras. ¿Pantallas táctiles nosotros? ¡Éramos vascos, joder!

Sin duda estábamos hechos de otra pasta, inmunizados ante las amenazas más temibles de nuestros días. Nuestra vida mundana nos hizo mantenernos ajenos incluso a la globalización, ese proceso de dependencia de la vida con el que los de ahora han nacido y que a nosotros nos ha absorbido casi sin darnos cuenta. Y así, sin darnos cuenta, empezaron a regalarnos estampas de fútbol en la puerta de los colegios. El Logroñés, el Mérida y el Compos jugaban en primera, chavales. Con el paso del tiempo llegamos a completar el álbum, y ahora se apuesta sobre cuántas tarjetas amarillas sacarán en el partido del Senglea Atlhetic contra el Flamrun Spartans de la Premiere League de Malta. ¡El Senglea y el Flamrun, de Malta…! Total nada, que quizás habría sido preferible que hubiera sido cierto el bulo aquel por el que nuestros padres nos prohibían coger obsequios en la puerta de los colegios, ya tú sabes… ¡Malditas estampas, la globalización ya estaba aquí, con vosotras empezó todo!

Los tiempos han cambiado en muy poco tiempo, y os hablo de quince a veinte años ha. ¿Recordáis la primera edición de Gran Hermano? Claro que sí, no tenéis que avergonzaros, un no millennial no se avergüenza de sus orígenes analógicos y, mucho menos, de ese primer Gran Hermano por el cual te llevaste una bronca monumental de tus padres tras marcar el famoso numerito que empezaba por 902 y que terminaba en drama familiar, pues era lo que sucedía cada vez que llegaba la factura del teléfono a casa con estos tres números presentes. Era una cosa asombrosa cómo visualizaban nuestros padres estos tres guarismos, qué facilidad, oye.

A lo que vamos. En ese primer Gran Hermano valorábamos hasta el acento andaluz. Hicimos de una palabra tan castiza del sur como es el “pisha” el pan nuestro de cada día. Porque el acento andaluz por entonces se empezaba a valorar; qué digo, lo empezamos a valorar tras los noventa días que Ismael Beiro, ganador de la edición, se tiró en las cuatro paredes de Guadalix de la Sierra. Porque, sepan ustedes que Carlos Herrera y Pepe Navarro son andaluces desde el destete y les ha pasado como a nuestro Pérez-Reverte: que, del acento de la tierra, nada. Este proceso de tolerancia al acento andaluz lo ha culminado muy satisfactoriamente, ya en vuestros tiempos, Canal Sur, que nos ha plagado el panorama nacional de chavales y chavalas de su cantera: Eva González, Manu Sánchez, Toñi Moreno o Roberto Leal entre otros. ¡Para que luego digan que las televisiones autonómicas no sirven de nada!

Pero lo que realmente valorábamos en aquella época era la buena gente, el sentido del humor, el rato divertido que te hacía pasar un gaditano y un asturiano. Ahora no, ahora gana el Capitán Garfio de turno, o la Maléfica de los bosques, y pregunta, pregunta:

- Hija/o, ¿tú quien quieres que gane?

- Papá, ¿ves a esa/e que se lo está explicando al pobre muchacho aquel? Pues esa/e quiero que gane.

- Pero, cariño, si le acaba de decir “perro judío” en la cara.

- Pues sí, papá, pero va de frente.

Pero va de frente…lo está insultando como si no hubiera mañana, pero como va de frente ya no solo no pasa nada, sino que, además,  merece ganar. Está visto que lo malo vende, tanto lo cuasi vomitivo como lo malo de maldad. Y si no lean, lean…

En el terreno de la cultura musical creo que es donde más diferencias podemos encontrar. Fue la nuestra una generación que creció con lo mejor del Pop-Rock nacional e internacional, mamamos las influencias de nuestros padres: Antonio Vega, Antonio Flores, Supertramp, Oasis, U2 , Rolling Stone, Joaquín Sabina y algún que otro coletazo de Serrat, por no hablar de Héroes del Silencio. En definitiva, nos criamos entre letras reivindicativas, acordes limpios, sin distorsiones excesivas ni decoros de maquinarias electrónicas, voces que llamaban a la libertad al son de una guitarra española que aprendimos a tocar de oído. No sabíamos solfeo como vosotros, no todos los cambios en el tiempo iban a ser negativos. Los ritmos latinos en nuestros días los ponían gentes como Gloria Estefan, Juan Luis Guerra o Luis Miguel, artistas que marcan época, por no hablar de las series telenovelescas que se siguen emitiendo. Que teníamos a Camela en el panorama nacional dándolo todo, pues claro que sí, pero nadie es perfecto.

En vuestro caso creo que los tiempos han sido injustos, os han llevado a la ineludible marea reguetonera que cual tsunami se abalanzó sobre nosotros. Ahora las letras hablan de sexo, del duro además, del machismo más extremo y de aspectos superficiales de los seres humanos. Se baila al ritmo del “twerking” y la actualidad musical la marcan nombres como Nicky Jam, Daddy Yankee, Yandel o algunos seres autóctonos como C.Tangana… Y como hemos dicho que ahora lo que se lleva es ser malo y vanidoso, pues aquí estoy yo, Yeah Yeah, no tengo la menor idea de quién pijo eres.

Dicho esto, y siendo honesto, podemos llegar a la conclusión de que ni cualquier tiempo pasado fue mejor ni los venideros tienen por qué ser peores, tan solo fuimos, somos y seremos diferentes. Así pues, tened en cuenta, chicos, que hoy seguís siendo siete para tres. El secreto es saber escoger al más pequeño, pues es un monstruo grande que pisa fuerte, como decían Ana Belén y Víctor Manuel. Ah, pero ¿que no sabéis quiénes son?  No importa, simplemente son dos que siempre fueron de frente.

Etiquetas
stats