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La peor especie invasora somos nosotros

El reciclado de plástico no detendrá la contaminación marina, según la ong Oceana

José Luis Gallego

Entre los diferentes procesos de deterioro medioambiental que sufre nuestro planeta hay uno, el de la pérdida de biodiversidad, que avanza a un ritmo escalofriante.

El número de los otros, del resto de seres vivos con los que compartimos existencia, está cayendo en picado a todos los niveles. Una extinción masiva que no obedece a ningún proceso natural, sino a la actividad de una de las especies invasoras más agresivas que se conocen: nosotros.

Si el ser humano no figura en el catálogo de las especies invasoras más peligrosas del planeta es simplemente porque la lista la hacemos nosotros. Basta con atender a los datos que nos ofrece la organización conservacionista WWF en su Informe Planeta Vivo 2018 para comprobar hasta qué punto eso es así.      

El Índice Planeta Vivo de WWF evalúa periódicamente el estado de los ecosistemas naturales del planeta y la biodiversidad que albergan: lo que viene a convertirlo en un auténtico “pulsómetro” de la vida en La Tierra. Y el titular de su última edición no puede ser más contundente: en los últimos 40 años las poblaciones de vertebrados (mamíferos, aves, peces, anfibios o reptiles) han caído un 60%.

Para WWF “No hay precedentes de las pérdidas actuales de biodiversidad y ecosistemas. Estamos destrozando el planeta y nuestra generación es la última que puede estar a tiempo de evitarlo”.

De hecho, tal y como nos recuerda el informe, tres cuartas partes de las especies que se han extinguido en los últimos quinientos años de manera documentada lo han hecho como consecuencia de la sobreexplotación humana del planeta.

El avance del cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales, la destrucción de hábitats, el aumento de la contaminación, la deforestación generalizada del planeta o la extensión de la agricultura y la ganadería intensivas son algunas de causas que, junto al tráfico de especies y la caza furtiva, están provocando esa pérdida acelerada de biodiversidad.

Pero la razón principal que se oculta tras este biocidio masivo de vida salvaje es el desdén de la sociedad en su conjunto. Nos hemos distanciado tanto de la naturaleza que nada de lo que le suceda parece afectarnos, aunque se trate de las especies más espectaculares y famosas del planeta: tigres, orangutanes, elefantes, gorilas, osos polares. Nada de lo que les ocurre, a ellos o al resto, parece conmovernos.  

Y sin nuestra reacción, sin una auténtica revuelta social a favor de los animales salvajes, están perdidos. Porque solo nos tienen a nosotros. Nada pueden esperar de los políticos. Sirva como muestra el botón de Brasil.

Uno de los datos más inquietantes del informe de WWF es el que señala que el 20% de la selva amazónica, donde se concentra más de la mitad de la biodiversidad mundial, ha desaparecido en los últimos 50 años. Bien, pues ahí tenemos al ultraderechista Jair Bolsonaro, flamante presidente electo del país con mayor superficie amazónica, dispuesto a pulverizar ese récord en un solo mandato. A no ser que le plantemos cara desde el resto del mundo.

El Informe Planeta Vivo debería convertirse en libro de texto en las escuelas. Debería ser analizado y explicado en los grandes medios de comunicación, solo así lograremos revertir la pérdida de biodiversidad y detener el retroceso de los otros.

Si no alcanzamos ese nivel de conciencia colectiva, si no nos comprometemos como sociedad y de forma individual con ese “Pacto Global para la Naturaleza” que nos propone WWF, correremos la misma suerte que el resto. Porque el ser humano no puede escapar a su condición de especie. Todavía podemos evitarlo, aunque como nos recuerdan en la frase final del informe: “no queda mucho tiempo”.

Aquí podéis descargaros gratuitamente el Informe Planeta Vivo 2018 (en PDF). 

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