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Sánchez y Casado se reúnen tras siete meses de ruptura: el líder del PP busca ahora un plan conjunto para Catalunya

Imagen de la reunión mantenida por Sánchez y Casado en la Moncloa en agosto.

Iñigo Aduriz

El pasado 28 de abril, tras encajar la mayor derrota de la historia del PP en las urnas, el líder de los populares, Pablo Casado, marcó en su teléfono el número del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para felicitarle por su victoria en las generales. La llamada suponía el primer contacto directo entre ambos dirigentes en siete meses –al margen de los enfrentamientos parlamentarios o su participación en debates electorales–, después de que el 25 de octubre el jefe del Ejecutivo diera por rota la relación con el líder de la oposición después de que éste asegurara que Sánchez era “responsable del golpe de Estado” en Catalunya. 

Tras una campaña electoral marcada por la crispación, en la que Casado mantuvo su estrategia de enfrentamiento total con el presidente del Gobierno, al que no dudó en acusar de “traidor”, “felón” y de preferir “las manos manchadas de sangre que las manos pintadas de blanco” por su diálogo con los independentistas, el líder del PP visita este lunes a Sánchez en la Moncloa en su primera reunión oficial desde agosto.

El de Casado es el primer encuentro que mantendrá el jefe del Ejecutivo dentro de la ronda inicial de contactos convocada por Sánchez para estudiar las posibles opciones de gobierno tras el 28A y que también le llevará a reunirse el martes con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y el de Unidas Podemos, Pablo Iglesias.

El encuentro se produce después del vuelco político que supusieron las generales. Si en su última reunión Casado ejercía de representante del partido político con más fuerza parlamentaria –134 diputados– frente a un presidente del Gobierno débil –el PSOE tenía entonces 84 escaños en el Congreso– que llegó al poder gracias a una moción de censura apoyada por Unidos Podemos y las fuerzas nacionalistas e independentistas, ahora Sánchez afronta el cara a cara más fuerte, tras ganar las generales con 123 diputados, y ante un líder del PP más frágil que nunca, con 66 parlamentarios, menos de la mitad de los obtenidos por su predecesor, Mariano Rajoy, en 2016. 

“Medidas urgentes” para Catalunya

Pese a su situación de debilidad, Casado tiene previsto llevar a la Moncloa el volantazo al centro que está tratando de realizar en el PP tras la debacle en las urnas, forzado por los principales barones del partido que ante la derrota y con la vista puesta en las elecciones autonómicas y municipales del próximo 26 de mayo han exigido a su máximo líder que frene la derechización y el acercamiento a los postulados de Vox que tan mal resultado les han arrojado en las urnas. 

Después de meses de ataques a Sánchez por abrirse a dialogar con la Generalitat catalana y las fuerzas independentistas, el presidente del Partido Popular planteará ahora al jefe del Ejecutivo la necesidad de adoptar una estrategia conjunta en Catalunya. 

Sin mencionar la aplicación del 155 de forma indefinida que ha reivindicado Casado en los últimos meses –y que ya no depende de los populares ya que han perdido la mayoría absoluta en el Senado, cámara encargada de activarlo a propuesta del Gobierno–, fuentes de la dirección nacional del PP explican a eldiario.es que en la reunión de este lunes el presidente popular le propondrá a Sánchez “la adopción de medidas urgentes para garantizar la convivencia en Catalunya, la cohesión territorial y la aplicación de la ley para aquellas formaciones que alienten la violencia”.

Casado también piensa preguntar al presidente del Ejecutivo “si tiene intención de continuar gobernando mediante acuerdos fijos o puntuales con los independentistas catalanes”, aunque, según apuntan desde Génova 13, el líder del PP “invitará” a Sánchez “a tratar con el Partido Popular una estrategia para evitar que los independentistas sigan avanzando en su objetivo de ruptura constitucional”.

“Dispuesto a escuchar”

En calidad de líder de la oposición, Casado acudirá a la cita “dispuesto a escuchar al presidente del Gobierno y a trasladarle propuestas económicas, como la bajada de impuestos, para incentivar la economía española tras los datos e indicadores que avalan el estancamiento económico de España”. La dirección nacional del PP explica que el líder popular también le pedirá a Sánchez “explicaciones sobre las consecuencias del Programa de Estabilidad 2019-2022 enviado a Bruselas, que implica subidas de impuestos de 26.000 millones de euros” y le adelantará que, pese a sus ofrecimientos sobre Catalunya, “ejercerá una oposición firme y constante durante la legislatura”.

El fin de la relación entre Sánchez y Casado tuvo su origen en una bronca sesión en el Congreso, la del 25 de octubre, en la que Casado acusó a Sánchez de ser el “responsable del golpe de Estado” en Catalunya. El presidente del Gobierno decidió entonces anunciar que ponía fin a todo contacto con el líder del Partido Popular.

Desde entonces el único diálogo entre Sánchez y Casado se circunscribió a las sesiones de control al Ejecutivo en la Cámara Baja y, durante la campaña, a los dos debates electorales televisados. Hasta la noche del 28A, en siete meses no hubo entre ellos ni llamadas ni reuniones, según han reconocido recientemente los equipos de ambos dirigentes, que se culpaban respectivamente de la congelación total de las relaciones.

Sus partidos –que se han culpado mutuamente de la ruptura de sus líderes– sí siguieron en contacto, hasta el punto de lograr en noviembre un pacto para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) que preveía colocar de presidente del órgano del Gobierno de los jueces y del Tribunal Supremo al controvertido Manuel Marchena, el magistrado que dirige el juicio del procés. El pacto se frustró en unas horas tras salir a la luz el wasap del portavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó, en el que presumía del “control” que iba a ejercer su partido sobre el Tribunal Supremo. 

Ni distensión ni acuerdos

En febrero PP y PSOE acordaron también enterrar la investigación parlamentaria de los másteres irregulares del propio Casado, de la expresidenta madrileña Cristina Cifuentes y de la exministra socialista Carmen Montón en la Asamblea de Madrid.

La relación entre Sánchez y Casado fue en todo caso prácticamente nula desde que Casado fue elegido presidente del PP, en julio. La frialdad se percibió muy pronto en la reunión que ambos mantuvieron en la Moncloa en agosto. El Ejecutivo mantuvo las formas e incluso dio trato preferente al presidente de los populares a quien cedió la sala de prensa principal del complejo gubernamental para que diera su rueda de prensa, a diferencia de lo que hace con otros líderes políticos que deben comparecer en un recinto más modesto. Pero ni siquiera entonces hubo distensión o acuerdos.

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