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Las bases 'provida' del PP se sienten traicionadas por Rajoy

Manifestación de 2009 antiaborto apoyada por el PP.

Natalia Chientaroli

Hace casi cinco años, María Dolores de Cospedal le dio el espaldarazo definitivo del PP a las multitudinarias manifestaciones en contra de la ley de plazos que preparaba el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. A aquella concentración en Madrid, que reunió a unas 270.000 personas según cálculos de la prensa —dos millones, según los organizadores– no sólo acudió la secretaria general, sino también otros nombres ilustres del partido: el expresidente José María Aznar, la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre y las actuales ministras Ana Mato y Ana Pastor, además de varias decenas de parlamentarios populares –más de 50 según la agencia Efe–.

Esos mismos grupos denominados provida que fueron la inspiración del recurso de los populares ante el Tribunal Constitucional y que celebraron la promesa electoral de tumbar la ley socialista, ahora vuelven a salir a la calle. Pero esta vez la primera línea del PP faltará a la Marcha por la Vida que se celebrará en la capital y en otra veintena de ciudades españolas. Ahora la manifestación es contra ellos.

Hazte Oír ha convocado para el domingo 21 una marcha que bajo el lema “SOS. España: 300 muertos al día. No más plazos sin cumplir. Derogación del aborto ya” arrancará frente al Ministerio de Justicia. Un Ministerio de Justicia capitaneado por Alberto Ruiz-Gallardón, ausente en la protesta de hace un lustro y hoy en la cuerda floja por defender a capa y espada una reforma tan dura que ha generado oposición dentro del partido y también en buena parte del electorado popular. La secunda también el Foro Español de la Familia, que directamente amenaza con hacer campaña en contra del PP si la nueva ley no sale adelante. El exalcalde de Madrid, que entonces alimentaba una imagen 'progre', hoy es el abanderado de los grupos ultracatólicos que defienden el 'aborto cero'.

De estos grupos y también de cargos electos del partido, como Javier Puente, diputado por Cantabria y portavoz de Telecomunicaciones en el Congreso. O el senador Ángel Pintado, que también es presidente de Acción Mundial de Parlamentarios y Gobernantes por la Vida y la Familia y uno de los organizadores del polémico seminario antiabortista que se realizó en el Congreso de los Diputados en julio. El revuelo por ese encuentro fue tal que el ministro canceló su participación en el último momento y se organizó otro el mismo día para defender el derecho de las mujeres a decidir. Las críticas se centran en la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Incluso varios tuits de legisladores y alcaldes del PP se han movido con el hashtag #MarianoEspabila

“Es Rajoy quien nos hace salir a la calle este domingo en la Marcha por la Vida: le exigimos que dé la cara. Y si confirma que renuncia a cumplir su promesa de legislar por la vida, sería una alta traición a los españoles y lucharíamos para que supiera que le iba a costar el voto”, ha advertido esta misma semana la portavoz de Derecho a Vivir, Gádor Joya.

Benigno Blanco, presidente del Foro Español de la Familia, ha ido más allá: asegura que organizará una campaña “activa” contra el PP en los próximos meses, de cara a las elecciones generales, en caso de que el Gobierno finalmente no apruebe la reforma de la ley del aborto. “Los ciudadanos estamos cansados de que se nos toree, tras tantos meses de retrasos y promesas incumplidas por parte del PP”, apunta Gádor Joya. Rajoy “ha preferido ceder ante determinadas presiones internas y externas antes que ser fiel a su base social, que le dio su confianza en las urnas”, añade Joya en la presentación de la V Marcha por la Vida, que se celebra precisamente el día en el que se cumple el último plazo puesto por Gallardón para el envío del proyecto al Parlamento.

En cualquier caso, es evidente que ni siquiera la aprobación del proyecto que firma Gallardón –una norma más restrictiva que la de 1985– satisface a estos grupos ultracatólicos. Y para ejemplo vale el informe que la organización MásVida ha presentado esta semana. Firmado por la magistrada de la Audiencia de Madrid Teresa Fernández de Córdoba, apoya el anteproyecto de ley de protección del concebido y derechos de la mujer embarazada presentado por el Ministerio de Justicia.

Sin embargo, defiende que “no sea aceptada la teoría de que la inviabilidad del feto en el supuesto de anomalía fetal incompatible con la vida” porque “en todo diagnóstico médico hay un margen de probabilidad de error”. Además, plantea que se mantenga la intervención de un juez en las embarazadas menores de edad y que no se permita en estos casos legalmente la dispensación de la píldora del día después.

Las pocas voces en el PP que se habían alzado para criticar aunque sea mínimamente el proyecto permanecen en silencio. Mientras no se anuncie una decisión sobre el tema –algo que de momento han evitado en Moncloa y en Justicia– nadie se atreve a celebrar la supuesta entrada indefinida en un cajón de la nueva ley. El presidente del PP de Guipúzcoa, Borja Sémper, deslizó algún comentario en Twitter que fue inmediatamente atacado por el sector más conservador del partido. Entre ellos, la senadora Gari Durán y el alcalde de la localidad madrileña de Alcorcón y hasta hace poco colaborador cercano de Esperanza Aguirre, David Pérez.

El otro frente que se abre con la decisión de paralizar la reforma de la ley del aborto es el de la Conferencia Episcopal. Su portavoz, José María Gil Tamayo, afeó la conducta del Gobierno este lunes: “Los compromisos electorales plasmados en un programa hay que cumplirlos para orientación de los votantes”, soltó. Y señaló que la Iglesia está llamada a “hacer su examen de trabajar por ayudar a la mujer y a la vida del ser concebido y no nacido”. Con el cardenal Rouco Varela fuera del órgano de poder de los obispos, Rajoy tiene un poco de margen para el diálogo –la relación entre Rajoy y Rouco era inexistente–, pero aunque la 'primavera' del papa Francisco inspira la nueva dirección de la Iglesia española, su posición en este tema es tan taxativa como siempre.

El PP ha pasado, en cinco años, de encabezar una marcha 'por la vida' a ser el objeto de escarnio de estos grupos ultrarreligiosos en la calle. La única pregunta es cuánto ruido llegarán a hacer y cómo sentarán en Moncloa las fotos de pancartas contra Rajoy.

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