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Proyectos fantasma de los que nunca más se supo

Carlos Navarro Castelló / Moisés Pérez

Valencia —

En los tiempos de vino y rosas, los antiguos gobiernos del PP proyectaron una sensación de euforia falsa que se cimentaba en la orgía del ladrillo y en los grandes eventos que impulsaron. La Fórmula 1 o la visita del Papa son los ejemplos paradigmáticos de aquellos tiempos de exceso.

Pero, otros proyectos faraónicos presentados -la mayoría de ellos a bombo y platillo- por la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y por el expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, también fueron producto de aquella Valencia de ensueño. La mayoría se han quedado en meras maquetas o infografías, enterrados en el olvido, cuando en su día ocuparon portadas de periódicos con plazos concretos.

Las Torres de Calatrava. Con toda seguridad el caso más flagrante. El expresidente Francisco Camps presentó en noviembre de 2004 una maqueta con los tres rascacielos, obra de Santiago Calatrava, que se ubicarían junto a la Ciudad de las Ciencias. Cada torre tendría el nombre de una provincia de la Comunitat, y la de Valencia, con 308 metros, aspiraba a ser las más alta de España. En noviembre del año pasado se hizo público que el Consell pagó al arquitecto valenciano 15 millones de euros por las maquetas y el proyecto.

Museo FIFA. La Generalitat llegó a pagar 1,3 millones de euros por este proyecto fantasma, sin que a día de hoy se sepa adónde fue a parar ese dinero y qué se hizo con él. En junio de 2002, la FIFA, la Federación Española de Fútbol y el Consell firmaron un convenio para la construcción de un museo temático de fútbol en el parque de Cabecera. Su apertura se anunció para 2004, pero nunca más se supo nada del proyecto.

Esfera Armilar. Esta enorme esfera de acero de 729.000 metros cúbicos y 100 metros de altura tenía un coste de 50 millones de euros. El entonces presidente de la Generalitat Francisco Camps anunció en 2004 que se haría cargo del proyecto (descartado en ciudades como Madrid o Sevilla). La esfera, cuya utilidad es una incógnita, se incluyó al menos tres veces en los presupuestos autonómicos, pero finalmente no llegó a ejecutarse en ninguna de las ubicaciones previstas. Por suerte, en este caso no llegó a abonarse cantidad alguna.

Pistas de esquí cubiertas. Este proyecto fue impulsado por una empresa privada, aunque más de un político aprovechó la ocasión para sacar pecho ante lo que iba a ser un macro complejo comercial con dos pistas de esquí cubiertas junto a la nueva Fe. Bautizado como Neutopía, la promotora anunció la creación de 7.000 puestos de trabajajo y el inicio de obras en el año 2008. Sin embargo, la crisis desterró el proyecto.

Isla Luna. Al más puro estilo Dubai y presentada a finales de 2007 por el grupo inmobiliario Redis, se trataba de construir la primera isla residencial creada de forma artificial del Mediterráneo. La extensión que se proyectó de la isla era de 1.600.000 metros cuadrados, de los cuales 1.000 hubieran estado cubiertos de arena. Las viviendas tenían posibilidad de amarre y hubieran estado conectadas cada una por un viaducto principal que hubiera albergado hoteles de 5, 6 y 7 estrellas, gimnasios, restaurantes, terrazas, cafés, cines, campo de golf, balnearios, discotecas y un club de campo. Ubicada frente a la playa de la Malva-rosa, el constructor acabó imputado por estafa. El coste de la inversión: 5.000 millones de euros.

Un teleférico sin función. Al calor de la llegada de la Fórmula 1 a Valencia, el promotor de la Isla Luna volvió a plantear otro proyecto, aunque este con un coste de 100 millones de euros. Se trataba de un teleférico que en su parte inicial cubriría el trayecto de ir desde la dársena construida en la Marina Real con motivo del espectáculo automovilístico hasta la Ciudad de las Artes. Las previsiones para hacer rentable un negocio que lo quería disfrutar a través de una concesión era de 600.000 usuarios al año. Disparatado. Sin permisos, sin una financiación clara y sin especificar la utilidad de una inversión de ese tamaño, tuvo el mismo final que su anterior proyecto: el olvido.

Parque Ferrari. Con la imagen de Barberá y Camps subidos a un Ferrari grabada en la retina de los valencianos, en 2012 el Consell del PP apostó por la construcción de un parque temático de la compañía cerca del circuito de Cheste. La inversión sería de 1.000 millones de euros gracias a la aportación de un fondo árabe, y la extensión del parque alcanzaría los 400.000 metros cuadrados que cedía de forma gratuita la Generalitat Valenciana. El “coste cero” -sin contar con los terrenos- que prometió el expresident Alberto Fabra terminó con el traslado del proyecto a Catalunya.

Ciudad del Motor. Tras el fiasco no consumado del Parque Ferrari, dos constructores valencianos impulsaron con el respaldo de una empresa de escaso capital inglés una Ciudad del Motor al lado del circuito de Cheste. Tres millones de metros cuadrados, 10 millones de visitantes al año, 5.000 millones de euros de inversión y la creación de 40.000 puestos de trabajo fueron las cifras que aportaron. El historial de los empresarios y la escasa solidez del proyecto lo acabó frustrando.

Marina Real. Al agujero económico existente y camino de convertirse en un complejo de carácter gastronómico, el grupo de Singapur ARC pretende construir un hotel de superlujo con un casino pegado en un edificio anexo. Para ello, quiere invertir 1.000 millones de euros en tres fases. Según la merncantil, generarían 20.000 puestos de trabajo, un impacto económico sobre el PIB de 5.600 millones de euros en los próximos 5 años y un incremento del turismo en Valencia de 754.000 personas al año. ¿Otra vez la misma experiencia?

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