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Educación de adultos al rescate

Los alumnos de Paulo Freire durante una clase.

Eduardo Azumendi

Vitoria-Gasteiz —

La educación de personas adultas, conocida por sus siglas EPA, se ha convertido en el salvavidas para muchos colectivos, en la llave para conseguir una oportunidad en el mercado laboral. Desde hace ya unos años, este tipo de formación permanente responde a las necesidades de mucha gente en paro. Ciudadanos que precisan de un título (graduado en Educación Secundaria Obligatoria), un certificado o un diploma gratis que les acredite una formación básica, imprescindible para buscar trabajo o acceder a las ayudas sociales. Además, el aprendizaje del castellano para extranjeros es desde hace una década uno de los cursos más demandados por la comunidad inmigrante, que en Euskadi se acerca al 10% de la población.

Pero en este cajón de sastre también ocupan un lugar importante los cursos formativos de todo tipo y que, en gran parte, son demandados por personas mayores ya jubiladas que buscan ampliar sus horizontes. La educación de adultos se ha ido adaptando siempre a las demandas de la sociedad, dando acogida a personas que de otra manera no hubieran podido aprender. La EPA acude al rescate de estos colectivos hasta el punto que para muchos se ha convertido en una de las revoluciones más importantes de nuestra época en el plano pedagógico.

El centro de Educación de Personas Adultas Paulo Freire, ubicado en el casco medieval de Vitoria, es la escuela más grande de Euskadi en este ámbito. Este curso supera las 4.000 matriculaciones. Su directora, Begoña Ayarzagüena, resalta que uno de los principales objetivos de la EPA es la obtención del graduado en secundaria. “Vienen diversos colectivos para obtener ese título, pero destaca la gente que sacó en su día el graduado escolar y no puede acceder a la Formación Profesional y se ha quedado en paro. Necesita un reciclaje para poder insertarse laboralmente. Tiene que hacer tercero y cuarto de la ESO y se reengancharían con la FP. Otro colectivo es el de los jóvenes que no han terminado su etapa escolar y vienen a la EPA a lograrlo. Somos su llave hacia el mercado laboral”.

Pero la educación de adultos tiene muchos más aspectos. “Están los colectivos que estudian castellano, inmigrantes que necesitan el idioma para insertarse social y laboralmente. Y luego figuran los que precisan una capacitación laboral mínima”.

Atención a los mayores

Atención a los mayoresEl director de Estudios, Jesús Luis Eraña, subraya que aunque el objetivo es sacar la ESO, hay muchas personas mayores que acuden a la EPA con otra idea. “Se acercan porque quieren un aprendizaje permanente, formarse en materias instrumentales como matemáticas o geografía, o iniciarse en la informática. El centro les ofrece ese primer apoyo para que se manejen en los conocimientos modernos”.

Eraña advierte de que el proyecto de Ley de Aprendizaje Permanente (que se encuentra en tramitación en el Parlamento vasco) contempla fundamentalmente la preparación para acceder a la FP, pero no el colectivo de mayores. “La principal carencia de ese proyecto es que no hace alusión a la formación permanente de adultos. Se centra en obtener la ESO para dirigirse a continuación a la FP. Hay que dar opción a todos, la formación no tiene que implicar directamente la obtención de un título, sino que debe ser a lo largo de la vida”.

En cuanto a si algunas personas recurren a la EPA pensando que les será más fácil conseguir el graduado, la directora puntualiza que “se intenta adaptar el currículo a las necesidades, cubriendo los contenidos que marca la ley. Adaptada a adultos, pero los contenidos son los básicos exigidos por la ley. Aquí no es más fácil sacar el título. Una cosa es la flexibilidad y otra la exigencia. Son adultos, se juegan otra cosa”.

Y si no que se lo pregunten a María Soledad Sáez de Arregui, de 56 años, alumna del centro. “Solo tenía los estudios primarios, ahora tengo algo de tiempo y me he matriculado para sacar la ESO. Espero que no lo necesite porque me echen del curro. Es muy duro estar en una clase después de tantos años, sobre todo, el inglés y el euskera que los tengo atravesados”. De su edad hay cinco más en su clase. “Se lleva muy bien estar en clase con gente joven, cada uno sabe a lo que viene. Me he matriculado porque tengo inquietud de saber algo más, empezando por no cometer faltas de ortografía”.

Carmelo Irure tiene 66 años y junto a su amigo José Luis Díaz, también de la misma edad se afanan por completar los preparativos de la matrícula en un curso de geografía. “Este es mi segundo año. Me gusta y mato el tiempo a la vez. Abarca la sociedad, religión, economía. El curso pasado eran dos horas un día a la semana, pero se ha recortado en media hora. Parece que aquí también llegan los recortes”.

Con sus 71 años, Cecilio Padillo es el veterano de la clase. 71 años. Le quedan matemáticas y ciencias par completar el cuarto curso de la ESO. “Estoy jubilado, solo tenía el graduado escolar antiguo y me apetecía tener conocimientos más amplios. No creo que siga con el bachiller, pero sí continuaré estudiando euskera e inglés. Por circunstancias, me sacaron de la escuela cuando era un chaval. Me apunté a la EPA al jubilarme a los 65 años y ojalá termine este año con las mismas notas que en los otros cursos”.

Roxana Teoc también va a intentar sacarse la ESO. Este curso empieza cuarto. Es rumana, pero lleva diez años en España. “Toda una vida. Quiero sacarme la ESO para tener una buena formación. Hasta ahora no he podido dedicarme a los estudios. ¿El futuro? No sé lo que pasará”.

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