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Los colectivos de acción social amplían su campo para asegurar necesidades básicas

Paloma Bravo Pérez

Debido a las dificultades económicas por las que están pasando muchos de los ciudadanos, las personas cada vez tienen menos recursos para superar el día a día. Las necesidades básicas como alimentación o una vivienda digna se está convirtiendo en un lujo para muchos. En consecuencia, asociaciones, colectivos o programas de acción social están en un momento en el que la asistencia que ofrecen es imprescindible y vital para muchos. Por ello, cada vez son más las personas que echan mano de las ayudas que estos ofrendan: una bolsa de ropa, de alimentos, u orientación en la búsqueda de vivienda es un respiro para ellos.

En la Comunidad Autónoma Vasca existen colectivos que disponen de servicios para luchar contra estas desigualdades. Es el caso del programa Berakah de Vitoria, en el que 275 voluntarios toman parte y colaboran. Se trata de un colectivo que, desde que en 2006 nació como parte de la Unidad Pastoral del Casco Histórico de la ciudad, atiende a ciudadanos de todas las edades, razas y religiones. El que crea necesario acudir a Berakah, acudirá al ‘servicio de acogida’ donde se le escuchará y se decidirá en qué ámbitos puede recibir ayuda y hasta qué punto. La cuantía de ayuda o servicios de los que uno puede beneficiarse, depende de cuántos ingresos tiene, hace cuánto que cobra la Renta de Garantía de Ingresos (RGI), si tiene vivienda donde cobijarse u otras situaciones. Cada tarde Pilar Redin, encargada del centro de Berakah, afirma haber atendido alrededor de 20 personas.

De entre todos los servicios colaborativos que ofrece, los más demandados son el banco de alimentos, la ayuda en medicinas (se ha llegado a atender a 720 personas en el año 2013), llamadas para que los inmigrantes puedan llamar a sus países de origen o desayunos para los más pequeños.

Caso parecido es el de la asociación Goiztiri en Barakaldo, Bizkaia, que tiene como objetivo ofrecer un acompañamiento socioeducativo a las personas más desfavorecidas. En este caso se centran más en los jóvenes y con un equipo de tan solo 44 empleados y 27 voluntarios, se consigue cubrir las necesidades básicas de personas sin hogar, ayudar a superar el consumo de drogas o problemas de salud. Además, se orienta a los que tienen dificultades para acceder a una vivienda, trabajo o formación. El pasado año se atendieron a 270 personas.

Para acoger y acompañar a las personas en estado de necesidad y motivarle hacia un proceso personal y logre una mejor calidad de vida, el aterpe de Cáritas en San Sebastián es una buena ayuda. Hasta ahí acuden personas con tres perfiles diferentes: personas cuyo objetivo es volver a su entorno social, personas que no tienen opción de volver y se les ayuda en la promoción personal, y personas con deterioro físico o social. El albergue solidario, que cuenta con 160 voluntarios y abre sus puertas todos los días del año, también ofrece desayunos, comidas, meriendas y hasta servicio de duchas, peluquería así como enfermería o asesoría jurídica.

Objetivo: los niños

De entre todos los colectivos que se encuentran en riesgo de exclusión, los niños son los que más preocupan. El programa que actúa en Bizkaia, Goiztiri, dispone de un servicio de tutorías de tarde que persigue el objetivo de mejorar el rendimiento escolar del alumnado de primaria, de secundaria y de prevención del absentismo escolar. En las edades de la adolescencia es cuando más se recurren a estos apoyos: en primaria se atendieron a cinco alumnos, en secundaria a 138 y en la prevención del absentismo a 84.

En la provincia alavesa, el programa Berakah actúa en todas las edades, pero incide en la importancia de que los niños tengan una buena alimentados. Los sábados, “pueden acercarse y desayunar, pero también se llevan una bolsa con alimentos para toda la semana”, asegura la hermana Pilar Redín. Además, cuentan con unas colonias urbanas en verano, para que durante las mañanas los más pequeños estén entretenidos en talleres y puedan pasar un verano divertido.

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