El espejo para las futuras científicas
Cada 11 de febrero, el mundo celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha para reflexionar sobre la necesidad de visibilizar el papel de las mujeres en el ámbito científico y en todos los espacios donde se genera conocimiento e innovación. Sin embargo, en pleno siglo XXI, seguimos enfrentándonos a una pregunta clave: ¿por qué las mujeres continúan siendo minoría en estos campos? A esta problemática se suma otra: el escaso reconocimiento de las mujeres como emprendedoras en sectores altamente relacionados con la tecnología y la ciencia.
Es vital reivindicar la importancia de los modelos a seguir, aquellas figuras inspiradoras que muestran que es posible triunfar en ámbitos tradicionalmente masculinizados. A pesar de los avances en la igualdad de género, persisten los estereotipos que asocian la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (conocidas como STEM por sus siglas en inglés) con habilidades predominantemente masculinas. Estudios han demostrado que, desde edades muy tempranas, las niñas comienzan a internalizar la idea de que estas disciplinas no son para ellas. La falta de referentes visibles no sólo limita las aspiraciones de las niñas y jóvenes, sino que también perpetúa una narrativa que subestima las capacidades y el potencial de las mujeres. Frente a esta realidad, la presencia de referentes femeninos en estos campos es crucial. Ver a una científica, ingeniera o emprendedora destacada no sólo rompe con estos estereotipos, sino que también ofrece una representación tangible de lo que se puede lograr.
No se trata solo de grandes figuras históricas como Marie Curie o Rosalind Franklin, cuyos logros son innegables, sino también de mujeres contemporáneas que lideran proyectos innovadores. El impacto de figuras como Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna, ganadoras del Premio Nobel de Química 2020 por el desarrollo de un método para la edición del genoma, va más allá de sus descubrimientos: ellas inspiran a una nueva generación. Pero no hace falta irse tan lejos, referentes como Cristina Garmendia, bióloga molecular y exministra de Ciencia e Innovación en España; Ángela Pérez, pionera en diagnóstico genómico, o Pilar Domingo-Calap, investigadora destacada en fagoterapia, son ejemplos recientes de cómo las mujeres pueden liderar la innovación y abrir camino para las generaciones futuras. Estos ejemplos muestran cómo la combinación de conocimiento científico y visión empresarial pueden transformar sectores enteros, desde la biotecnología hasta la salud personalizada. Y es que el ámbito emprendedor no puede desvincularse del discurso sobre la ciencia y la tecnología. De hecho, cada vez más, el futuro económico y social está definido por la intersección entre el conocimiento científico y su aplicación práctica a través de iniciativas empresariales. Las mujeres que combinan ciencia y emprendimiento son una fuerza transformadora, ya que rompen barreras dobles: la del acceso a la ciencia y la del liderazgo empresarial. Pero para que estas historias no sean la excepción, necesitamos un sistema que promueva la igualdad de oportunidades desde la educación hasta el acceso a recursos para innovar.
La creación de referentes no es una tarea que deba recaer exclusivamente en las mujeres que trabajan en ciencia y tecnología. Requiere un compromiso colectivo que abarque políticas públicas, iniciativas educativas y un cambio cultural. En las aulas, es fundamental incluir la historia y el papel de las mujeres en la ciencia, mostrando ejemplos actuales y accesibles. Además, programas de mentoría y becas dirigidas a mujeres en STEM pueden marcar una diferencia significativa, no solo en términos de acceso, sino también en la creación de redes de apoyo. Reivindicar la importancia de modelos a seguir en la ciencia y el emprendimiento no es solo una cuestión de justicia social. Es una inversión en el futuro. En un mundo enfrentado a desafíos como el cambio climático, las pandemias y la transición hacia energías sostenibles, necesitamos todo el talento disponible. Privar a las mujeres de oportunidades en la ciencia y la tecnología no solo perpetúa la desigualdad, sino que también limita nuestro potencial colectivo como sociedad.
Cada niña que ve a una mujer triunfar en un laboratorio, una empresa tecnológica o una startup recibe un mensaje claro: “Tú también puedes hacerlo”. Necesitamos que ese mensaje resuene con fuerza, no solo el 11 de febrero, sino todos los días del año. Solo así lograremos construir una sociedad donde la igualdad no sea un objetivo lejano, sino una realidad tangible.
*María Luisa Domingo-Calap, socia de Startup Valencia y CEO de Evolving Therapeutics
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