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Abengoa: de nuevo al borde del abismo

Sede principal de la empresa en Palmas Altas (Sevilla).

Consuelo Durán

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La multinacional Abengoa busca su tercera refinanciación para no darse por vencida tras cinco años desde la crisis que la puso al borde del abismo y de la que en realidad nunca ha terminado de salir tras haber afrontado otras dos reestructuraciones desde 2015, cuando estuvo a punto de protagonizar la mayor quiebra del país. Hoy, tras una prórroga de dos semanas en las negociaciones para intentar salir a flote de la mano de las grandes financieras del IBEX 35, se pone incluso en duda la continuidad del negocio, y hay movimientos para tener listo un liquidador de la compañía con base en Sevilla.

La empresa necesita urgentemente 250 millones de euros, para lo que están en negociaciones sus principales acreedores, y buscan la implicación del resto y del Instituto de Crédito Oficial (ICO), e incluso de la Junta de Andalucía. El Santander es dueño de la mayor parte de su deuda, con más de 1.500 millones de euros, el triple que el segundo y tercero en la lista, Bankia y Calyon (Crédit Agricole Group), con más de 500 cada uno. Todos ellos estarían dispuestos a darle otra oportunidad a la ingeniería, pero quieren que en la operación entre el resto, básicamente Caixabank, BBVA y Bankinter, toda vez que Sabadell, el otro grande del IBEX 35 en este grupo, se ha descartado. Eso sin olvidar a los otros implicados: bonistas y proveedores.

Sus deudas superan los 6.000 millones de euros. El pasado año, de hecho, ya se incorporó a la lista de morosos con la Hacienda del Estado, en concreto dos de sus filiales. Su situación se ha visto agravada por la crisis del coronavirus, de manera que mientras buena parte del país intenta la desescalada, Abengoa se asoma al precipicio del concurso de acreedores. El plan de viabilidad de la empresa dirigida por Gonzalo Urquijo para 2019-2029 no se ha mostrado insuficiente para hacer frente a este nuevo escenario en el que la que es una de las mayores empresas de Andalucía confirmaba hace unos días a su plantilla -mermada ya por sucesivos ERE y un tercio de la cual ha terminado acogida a uno de los ERTE de la pandemia- que solo abonaría la mitad de la nómina de junio. 

Son más de 15.000 los empleados que suma, en su mayoría en el extranjero, porque en España superan apenas los 2.500, de los que el grueso está en Andalucía. Esa plantilla es la que ahora pone como parapeto para sortear esta situación a la que la han llevado también años de una heredada gestión errática, y es una de las bazas con las que juega para conseguir el aval de lo público en este nuevo intento de tener un futuro. De hecho, entre los que ahora negocian su salida se mantiene la confianza de que todavía puede ser viable una empresa cuyo declive llevó a la salida de su cúpula, encabezada por Felipe Benjumea, con indemnizaciones millonarias hace cinco años.

El 30 de junio era la fecha tope para llegar a un acuerdo que evitara la disolución, pero se ha aplazado en vista de la dureza de unos acreedores cada vez más desconfiados. En paralelo, Abengoa ha pedido un aplazamiento para su rendición de cuentas de 2019 -con unas pérdidas estimadas en unos 500 millones de euros dicho ejercicio- en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). 

La ingeniería pone sobre la mesa de negociación varias posibilidades para convencer a las financieras, como por ejemplo entregarles Abenewco, filial de la que se desprendería casi en su totalidad porque su saldo positivo puede hacerla atractiva para el canje. En segundo lugar, tiene la esperanza puesta en los arbitrajes internacionales por su demanda contra España por los recortes que el Gobierno de Mariano Rajoy impuso al sector de la energía renovable y que, de ganar, le supondrían más de 900 millones de euros que comprometería para esta salvación.

Con la Junta de Andalucía ya negoció la venta de su campus de Palmas Altas, por casi 80 millones de euros, para desprenderse de unas costosas instalaciones en las que proyectó su sueño a lo grande y que con el tiempo le han supuesto un lastre cada vez más difícil de sostener. El Gobierno de Andalucía se ha dejado convencer para instalar en Palmas Altas la Ciudad de la Justicia, que independientemente de la idoneidad o no de la ubicación, es una operación que permitirá a Abengoa soltar lastre, pero más complicado está conseguir ese aval que le urge, en un contexto en el que cada día piden oxígeno decenas de pymes.

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