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La Fiscalía pide cinco años de cárcel para los cuidadores acusados de golpear y vejar a discapacitados de una residencia en Málaga

Fachada Ciudad de la Justicia de Málaga. Audiencia de Málaga.

Néstor Cenizo

Málaga —

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Algunos usuarios de la Residencia La Milagrosa, en Málaga, vivieron durante meses un calvario propiciado por quienes tenían la función de cuidar de ellos. Patadas, empujones, rodillazos y manotazos, incluso estando en el suelo, y a veces mientras los insultaban con expresiones como “perro, asqueroso” o “puerco”. Las víctimas, usuarios de una residencia para personas con graves discapacidades intelectuales, apenas podían defenderse. El escándalo se conoció a mediados de 2018 pero llega ahora a juicio, después de que la Fiscalía haya presentado sus conclusiones provisionales, sustentadas en los vídeos que grabó la propia dirección del centro.

El documento, adelantado por Sur y al que este medio ha tenido acceso, recoge una larga lista de fechorías cometidas presuntamente por varios cuidadores del centro, que fueron despedidos en julio de 2018.

La Fiscalía dibuja una auténtica residencia de los horrores, donde los trabajadores del turno de noche humillaban, golpeaban e insultaban a algunos de los usuarios. Según sus conclusiones provisionales, estos trabajadores actuaban “guiados con el ánimo de menoscabar la integridad física de los usuarios de la residencia”, les infligían un trato “denigrante y humillante” consistente en “ejercer sobre ellos una violencia física de carácter leve, que no llegaba a causarle lesiones”.

Golpes con objetos, encierros e insultos

Estos cuidadores habrían propinado “múltiples patadas, rodillazos, manotazos, empujones y tirones de ropa”. Ejercían siempre una “violencia leve” pero capaz de menoscabar la integridad física de los usuarios, que eran personas “totalmente dependientes para las tareas de la vida diaria”. Las agresiones daban lugar a veces a que los usuarios cayesen al suelo, “donde eran nuevamente agredidos, sin que debido a la discapacidad que presentaban pudieran defenderse o recibir auxilio, y todo ello acompañado de expresiones despectivas como ”perro, asqueroso“”, según el relato de la fiscal del caso. Algún usuario llegó a ser agredido como recriminación por haberse caído.  

Los estallidos de violencia de alguno de los teóricos cuidadores podían ser repentinos, sin causa aparente (“comenzó a dar rodillazos en los costados a un usuario que se desplazaba a gatas por el pasillo”). Las agresiones ocurrían incluso contra usuarios sentados o caídos en el suelo. Además de puñetazos o patadas, la fiscal reseña golpes con zapatos, prendas de ropa, un cepillo o con lo que “parecía ser” un cuaderno de anillas.

El escrito recoge casos en que se dejaba a los usuarios secarse al aire (incluso estando resfriados) o se les despertaba arrojándoles agua a la cara. En otra ocasión, un teórico cuidador mantuvo a un usuario en la ducha durante una hora.

Los acusados llegaban a bloquear las puertas anudando los pomos a los pasamanos del pasillo, en algún caso durante toda la noche. La fiscal hace hincapié en el riesgo que suponía para los usuarios el bloqueo durante horas de las puertas de su habitación o de las puertas de emergencia, “descuidando totalmente su cuidado” a pesar de que algunos sufren afecciones que podían exponerlos a una crisis y de que la mayoría son incapaces de cuidarse por sí mismos o incluso de pedir ayuda.

Una acusación sustentada en vídeos

El escrito de la fiscal es profuso en detalles y describe minuciosamente los actos degradantes de cada uno de los seis acusados porque estos quedaron registrados en vídeo. Ante las sospechas de que los cuidadores de uno de los turnos no cumplían sus obligaciones laborales, la directora del centro contrató una empresa de detectives, que instaló cámaras en el recinto. Se encontró con algo mucho peor. Así han podido documentarse escenas incluso con la hora exacta a la que ocurrieron. Cuando tuvo los vídeos en su poder, la directora denunció el asunto a la Policía, que detuvo a varios de los trabajadores ahora acusados.

Los vídeos, muy crudos, han permitido a la fiscal individualizar el comportamiento de cada acusado. Sin embargo, la descripción de los actos de cada cuidador acaba dibujando un patrón común de humillaciones, trato degradante y desprecio por los usuarios de la residencia.

La “Residencia de Gravemente Afectados” La Milagrosa es un centro asistencial para personas con una discapacidad intelectual severa. Situada en la barriada de La Corta, a las afueras de la ciudad de Málaga, está gestionada por Aspromanis, una asociación de apoyo a las personas con discapacidad psíquica y sus familias con amplio y largo arraigo en Málaga. La residencia cuenta con 50 plazas, 43 de ellas concertadas con distintas administraciones.

La fiscal solicita penas de cinco años de prisión, una multa de 9.000 euros y prohibición de acercarse y comunicarse con las víctimas para seis de los acusados, a los que imputa delitos continuados de coacciones, trato degradante y maltrato de obra. Otra de las acusadas se enfrenta a una pena de tres meses de multa por un delito leve de maltrato de obra. 

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