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Las corridas de toros en Cantabria se reducen un 50% en los últimos años

Román: Me caracteriza la entrega, pero en Madrid busco además bordar el toreo

Blanca Sáinz

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Ante el ejemplo generalizado de lo que está ocurriendo en España en lo que se refiere a la tauromaquia, no era complicado atisbar que Cantabria también se pudiese sumar a la drástica reducción de esta “fiesta popular” condenada por los sectores animalistas. Y así está siedo, a la vista de las cifras oficiales sobre su práctica en la comunidad autónoma.

Según datos del Ministerio de Cultura, las corridas de toros se han reducido en la comunidad a casi a la mitad (un 44,4%) en los últimos doce años. Esto supone que si en el año 2007 hubo nueve corridas de toros, en 2019 únicamente hubo cinco. Lo mismo ha ocurrido con las novilladas con picadores y el rejoneo con novillos, que también han pasado a celebrar la mitad de sus citas habituales.

Sin embargo, el año pasado hubo varias bajas directas relacionadas con la tauromaquia, y es que los festivales de toreo, las becerradas y el toreo cómico no se llegaron ni a disputar. Por el lado contrario, Cantabria experimentó un aumento del doble en las corridas mixtas con rejones, que pasaron de una a dos, según la última estadística de Asuntos Taurinos.

Bajo la sombra de esta actividad de cofinanciarse con dinero público -el 31,6% de los ingresos de las ganaderías de lidia proceden de subvenciones de la PAC (Programa Agrario Común)-, los datos apuntan a una progresiva desaparición, tanto a nivel de Cantabria como de España, ya que en el país esta bajada de la actividad taurina asciende a un 63,4%.

Marta Esteban Miñano, de la organización animalista Animal Guardians, considera que esta bajada no es casual, y que se debe principalmente al “enorme rechazo entre las generaciones más jóvenes”. “El 84% de los jóvenes no se siente orgulloso de vivir en un país donde las corridas de toros sean una tradición”, alega en referencia a una encuesta realizada por Ipsos Mori en 2015.

Además, Esteban también menciona un sondeo reciente de Electomanía en el que se indica que el 52,4% de los votantes menor de 35 años prohibiría directamente la tauromaquia. “El apoyo social a esta práctica cae exponencialmente cada año, y estos datos hacen evidente que la desaparición de la tauromaquia es cuestión de unos pocos años”, argumenta.

“Despilfarrar” fondos públicos

Asimismo, la representante de la organización antitaurina incide en declaraciones a eldiario.es en la necesidad de inversión en recursos públicos tras la crisis de la COVID-19. “En Cantabria, la tasa de riesgo de pobreza aumentó un 4,5% en 2019 hasta alcanzar el 25% y seguramente ahora sea mayor. Invertir fondos públicos en la actividad taurina es despilfarrar el dinero de todos los ciudadanos”, explica la activista animalista.

Esa es la razón que ha llevado a Animal Guardians, La Tortura No Es Cultura y AVATMA a enviar una carta al Gobierno central oponiéndose a las ayudas al sector taurino. “Seguiremos insistiendo para evitar lo que creemos sería un despilfarro de unos fondos públicos que serán mucho más necesarios en otros ámbitos como la salud y la ayuda a las familias”, relata.

Por último, Esteban advierte de que la “mejor ayuda” para las familias que viven de la tauromaquia es un Plan de Reconversión de esta que les permita realizar otras actividades “en las que no se maltrate animales como espectáculo público”. “Ahora más que nunca, se debe fomentar una cultura de vida, no una cultura de sangre y muerte”, concluye.

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