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Los “atajos” del presidente Sánchez

Javier C. Fernández Niño

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Primeras horas del 28 de enero de 2017. Un grupo de ¿ilusos?, ¿locos?, ¿soñadores?, íbamos llenando el autobús que nos llevaría hasta Sevilla para escuchar al defenestrado líder del PSOE Pedro Sánchez.

Mediodía del 1 de junio de 2018. Pedro Sánchez es proclamado Presidente del Gobierno de España con los 180 votos emitidos en el Congreso de los Diputados apoyando la moción de censura que el grupo parlamentario del PSOE presentó contra Mariano Rajoy.

Desde allá hasta aquí, el hoy ya Presidente ha tenido que recorrer un camino en el que algunos se empeñan en trazar atajos de dudosa validez, sino legal, sí al menos moral.

Veamos esos atajos:

Primer atajo. Pedro Sánchez gana las Primarias del PSOE, logrando el respaldo mayoritario de la militancia. Uno a uno, los casi 75.000 votos cosechados, derrotaron a las encuestas, a las influencias y a los intereses mediáticos, a los apoyos históricos y de referencia de la candidata oponente, y, en fin, a todos aquellos que, desde dentro o desde fuera del Partido, cavaron precipitadamente la tumba política del “cadáver” Sánchez.

Segundo atajo. Tras el 39 Congreso Federal, llegaban los respectivos Congresos Territoriales, en donde salieron vencedores gran parte -y significativa- de los candidatos y candidatas que más activamente participaron en contra del nuevo Secretario General. Era el momento no ya de coger aguja e hilo para coser y recoser, sino del acetileno, el electrodo y el soldador, para reparar las grietas, más o menos profundas, que la confrontación interna había producido en nuestro armazón. A esa tarea se pusieron, nos pusimos, todos los que propugnaban, propugnábamos, un Partido fuerte y capaz de constituirse en alternativa de gobierno. Los resultados están a la vista.

Tercer atajo. El Grupo Parlamentario Socialista presenta en el Congreso de los Diputados una Moción de Censura contra el Presidente Rajoy, proponiendo como candidato a Pedro Sánchez Pérez-Castejón, moción que es respaldada por 180 diputados y diputadas, cuatro más de los necesarios para ser efectiva. A partir de ese momento las frases “atajo” y “puerta de atrás” pronunciadas por destacados portavoces del PP han copado micrófonos y titulares, y se han convertido en primera consigna de la oposición que ya ha de ejercer el partido conservador. Si preocupante es el tono despectivo con el que las pronuncian, más lo es su significado, denotando la distinta consideración que les merece el articulado de la Carta Magna. De ello se desprende que, para ellos, el artículo 113 no tiene o no debiera tener igual valor que, por ejemplo, el 155, o la primera frase del artículo 2. Olvidan, o lo que es peor, menosprecian el significado del artículo 66, en conexión con el artículo 1, que reconoce la representatividad del pueblo español en las Cortes Generales. Así pues, y según esta lógica constitucional, en los diputados y las diputadas que mayoritariamente censuraron al Gobierno, está la censura mayoritaria de la población española. Ni atajo ni puerta de atrás, sino respeto, acatamiento y cumplimiento de la Constitución, esa misma que los ministros de Rajoy y él mismo juraron cumplir y hacer cumplir en su toma de posesión, en su totalidad y en todo momento, y no solo en determinado articulado y en condiciones favorecedoras o que sintonicen con su propio ideario. Aunque nada ha de sorprendernos en este campo del menosprecio a las instituciones: el propio presidente saliente prefirió saborear reiteradamente un buen escocés a asistir a las intervenciones de los portavoces parlamentarios. Lástima que el bolso que ocupaba su escaño no tuviera posibilidad de réplica.

Mención aparte merece la posición de Ciudadanos, censurando in voce a Mariano Rajoy, pero haciendo lo contrario de lo que dice, votando en el mismo sentido que el Grupo Parlamentario que lo sostiene, y excusándose en una posición imposible de “moción de censura instrumental”. Imagino al Gobierno del PP frotándose las manos para que ese remedo hubiera salido adelante, ya preparado el recurso al Tribunal Constitucional de semejante invento, al contravenir de forma meridiana la Doctrina Constitucional de que toda moción de censura ha de ser constructiva y ha de contener un programa de gobierno. Y tal consideración no puede merecer la simple convocatoria electoral.

Cada acto de esta nueva formación política alimenta la sensación de que su interés no es gobernar, sino influir y presionar. No les interesa la responsabilidad de gobierno (ganando las elecciones en Cataluña, despreciaron la posibilidad de explorar la constitución de un Govern), sino dar apoyos a tal o cual respondiendo a sus propios intereses o, quién sabe, si a determinadas instrucciones de alguien ubicado más allá de Albert Rivera.

Este, a grandes rasgos, ha sido el camino de Pedro Sánchez hacia La Moncloa. Un camino con mucho menos asfalto que tierra, barro, baches y algún adoquín; muy lejos del concepto que tenemos de “atajo”, por lo general recto y sin los recovecos por los que el Presidente ha tenido que transitar. Cierto que la coyuntura derivada de la Sentencia Gürtel le ha favorecido. Pero saber aprovechar la coyuntura ha sido siempre una cualidad que se ha valorado positivamente en un político. No sé porqué no ha de serlo también en esta ocasión.

Y frente a este camino descrito, vamos descubriendo, a través de informaciones, investigaciones policiales y autos judiciales, el que recorrió el PP para llegar a ese mismo destino: una amplia autopista para su exclusivo disfrute y tránsito, construida a base de favores, prebendas, comisiones y contratos públicos, jalonada con sobres de inconfesable contenido, e iluminada con la penumbra de cuentas y sociedades opacas. Una autopista cuyo peaje íbamos a pagar todos los españoles en forma de recortes y desigualdad social.

Pero ni siquiera los propios caminos de La Moncloa van a ser fáciles. 84 diputados obligan a conducirse con prudencia y valentía a un tiempo, tendiendo puentes a derecha e izquierda que permitan demostrar que hay otras políticas posibles, más justas, más solidarias y más igualitarias. Una política que mire menos el bien del ente España, y que esté más en consonancia con el bienestar de todos los españoles (incluidos los catalanes). Esa política que demuestre que el crecimiento económico sostenido, los mil quinientos puestos de trabajo creados diariamente y la bajada de la prima de riesgo, no fueron gracias a la gestión del gobierno saliente, sino pese a esa gestión.

Tenemos práctica en caminos tortuosos y recorreremos con éxito este nuevo “atajo”.

*Javier C. Fernández Niño, Secretario de Organización de la Agrupación València Nord del PSPV-PSOE

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